A las 19:55 horas del 13 de agosto Valparaíso se estremeció. Una antigua vivienda del cerro Bellavista colapsó y dejó seis fallecidos. Ocho días más tarde, un grupo de legisladores pidió a los presidentes de la Cámara Baja y del Senado pagar la deuda histórica que mantiene el Congreso con el Municipio para demoler las viviendas antiguas que se encuentran en mal estado.
Dicha obligación por el no pago de derechos municipales de construcción asciende a $ 1.000 millones.
Pero lo monetario no es la única deuda que tiene el Congreso con Valparaíso, sino también cómo la principal sede del Poder Legislativo se integra a la ciudad, advierte el alcalde Jorge Sharp.
“No tenemos que olvidar que donde actualmente está el Congreso había un hospital (Enrique Deformes), por lo tanto se espera que contribuya al desarrollo de la ciudad”, complementa.
El sentir del edil es compartido por los porteños. “Somos meros espectadores, miramos desde los cerros qué pasa con ese elefante blanco”, se lamenta Guillermo Risco, presidente de la Unión Comunal de las Juntas de Vecinos.
Con el arribo al puerto del “peor edificio que se ha construido en Chile” o “bomba de bencina gigante”, como lo ha calificado el arquitecto viñamarino Mathias Klotz, llegaron numerosas promesas.
Valparaíso tendría mayor desarrollo, crecimiento, empleo, un aeropuerto y, por cierto, la descentralización que permitirían apuntalar a una “ciudad en decadencia”, según las crónicas de esa época.
FALTA INVERSIÓN
A 29 años de su instalación la realidad no es la que se pensó.
“El Congreso no le ha significado ningún aporte sustancial a la comuna de Valparaíso en su conjunto, porque no se cumplieron los compromisos iniciales”, acusa Gabriela Jofré, directora ejecutiva de Idea Región Corporación.
En el ámbito urbano la plaza para el sector del rodoviario y el mejoramiento del mismo prometidos como compensación a la ciudad siguen pendientes. No se ha resuelto una mejor forma de establecer la feria libre de la Avenida Argentina que se instala miércoles y domingo, y la iglesia de Los 12 Apóstoles, cercana al edificio, arriesga derrumbe.
“El Congreso es una especie de Vaticano en la ciudad, y esa relación debe cambiar. Hay que levantar las rejas, sus parques deben ser parte de la red de parques de Valparaíso”, comenta el alcalde Sharp y recuerda que aún hay montos pendientes del Congreso para el desarrollo del sector del Almendral.
“Desde el punto de vista del desarrollo económico la llegada del Congreso ha sido más bien un retroceso por el deterioro que se ha visto en sus alrededores. No existe una inversión pública importante y desde el punto de vista urbano las mejoras no existen”, agrega Jofré.
Opinión compartida por el titular de la Cámara de Diputados, Iván Flores, quien asegura que la inversión es la misma que habría habido sin Congreso. “A Valparaíso le falta mucha inversión pública, basta ver el estado de las calles, de las veredas, el tratamiento de las basuras”, añade.
AEROPUERTO EN EL LIMBO
Cuando el Congreso abrió sus puertas se dijo que los parlamentarios vivirían en Valparaíso, aumentaría la compra de viviendas y con ello, la plusvalía. Pero la mayoría se traslada desde Santiago a sus distritos, por lo que el desarrollo inmobiliario no prendió y el patrimonio de la humanidad se ha ido deteriorando.
El nuevo aeropuerto (ampliación de Torquemada) tampoco llegó. En 1990 sólo hubo un aterrizaje de un Boeing 727-100 de Ladeco, pero el desarrollo de su infraestructura sigue siendo un sueño que en los cálculos efectuados por el intendente, Jorge Martínez, podría recibir vuelos comerciales en 2025. De momento, las delegaciones que arriban desde regiones deben pasar obligatoriamente por Santiago, para luego en transporte terrestre dirigirse al puerto.
En el dato económico duro los resultados no son auspiciosos. El PIB regional en 1990 creció 2,7% y alcanzó su peak de 8,5% en 1995, a mediados de la década dorada del país. Luego de alzas y bajas culminó con una caída de 2,7%, el año pasado, según las cifras del Banco Central.
“Valparaíso era boyante. La ciudad miraba al puerto y en la zona del Almendral se desarrolló toda la industria, pero en los 80 los militares las sacaron y las trasladaron a Santiago y ahí quedamos”, recuerda el vecino Guillermo Risco.
En materia de empleo, el Congreso Nacional aporta de manera directa con 2.852 plazas (sin contar diputados y senadores), de acuerdo a las estadísticas del Anuario de empleo público del gobierno central 2011-2018.
No obstante, en el trimestre móvil mayo-julio de 2019 la tasa de desocupación de la región de Valparaíso escaló a 8,2%, un punto más que la tasa nacional. Sólo en la ciudad el desempleo marcó 9,5%.
Con las cifras previas a dicho trimestre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) pidió el desarrollo de un Plan Valparaíso para crear nuevas fuentes de trabajo.
En lo positivo, la pobreza ha disminuido. Si hace 30 años llegaba al 43,2% de la población, en 2017 bajó a 7,1%, porcentaje inferior al 8,6% que marcó el total país.
El comercio tampoco ha podido despegar. Si bien la Cámara Baja registra 70 mil visitas en el último año y con 9.972 personas que asistieron a las comisiones -otro tanto aporta el Senado-, las ventas están lejos de dispararse.
Mauricio Calderón, presidente del Comercio Patrimonial y Héctor Arancibia, líder de Comercio Unido -entidad que representa a 200 locatarios del centro de Valparaíso-, coinciden en que el aporte en ventas ha sido menor, pues las visitas consumen y compran en los alrededores del Congreso, pero no van más allá. A los cerros sólo los miran desde lejos.
“La mayoría de la gente que trabaja en el Congreso vive en otras ciudades, y por otra parte, está ubicado en uno de los sectores más conflictivos de Valparaíso, quienes van para allá compran en las cercanías”, complementa Arancibia.
“Los diputados y senadores que están ahí ni siquiera salen a comprar una cajetilla de cigarros. La traen de Santiago o la compran adentro”, comenta Risco.
“El Congreso es una burbuja dentro de esta comuna. Tiene empleos, sueldos, casinos distintos y no le impacta positivamente a Valparaíso”, asevera Jofré.
DESCENTRALIZACIÓN
A pesar del escaso aporte que ha significado el Congreso para la ciudad, no todos son partidarios de su traslado. “Estamos convencidos que el edificio debe continuar con la ciudad, pero debe ajustarse a los tiempos actuales y resolver esa lejanía que se ha construido con la ciudadanía. Es una fuente importante de empleo, de al menos 2 mil funcionarios de diferentes comunas de la región y juega un rol en la vida urbana de la ciudad, pero no hay duda que esta relación hay que mejorarla”, afirma el alcalde Sharp.
Aunque no cambie la aguja en términos de ventas, mantener el Congreso en Valparaíso ayuda a los empresarios de la región a tener un contacto directo con las autoridades, reconoce Mauricio Calderón y agrega que los más de 2 mil empleos sostienen a familias de tres o cuatro personas. Por ello, estima que al menos en el comercio no son partidarios de cambiarlo.
Para Arancibia es importante que el Congreso se mantenga en Valparaíso porque es una señal de descentralización y trasladarlo a Santiago saldría caro, pero advierte que se debe mejorar su relación con la de la ciudad.
A riesgo de ser impopular, dice, Gabriela Jofré cree que debiera ser trasladado, pero compensado a la ciudad y dejando el edificio como un centro de convenciones para ser ocupado, por ejemplo, para actividades como la COP25. La descentralización, a su juicio, se resuelve de otras maneras, como con la elección de los gobernadores.
Risco también quiere que lo trasladen e instalen allí oficinas para diplomáticos que le cambien la cara a la ciudad. “Es una sensación compartida por los habitantes. Mejor cambiemos el Congreso por otra cosa mejor”, sentencia.
SANTIAGO O VALPARAÍSO: LA PALABRA LA TIENE EL GOBIERNO
«Tengo la sensación, y creo ser objetivo en esto, que son más los parlamentarios que estiman que el Congreso es más eficaz y más eficiente en Santiago que en Valparaíso», afirma el presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores.
Hace unas semanas el legislador hizo llegar su inquietud al ministro del Interior, Andrés Chadwick, para tener un pronunciamiento del gobierno de cara al Presupuesto que se está trabajando para 2020.
El también diputado DC asegura que están colapsados porque el edifico requiere numerosas reparaciones y porque con la llegada de más parlamentarios no dan abasto para que sesionen las comisiones.
Algunos hablan de retomar el proyecto de construcción de un domo para comisiones sobre los estacionamientos superficiales del Congreso y Flores pidió actualizar la valorización, que se estima rondaría los $ 6.000 millones a $ 8.000 millones.
Otro argumento para el traslado es cuánto le cuestan a Chile los viajes de los equipos ministeriales al Congreso. «Hay una cifra que flota en el aire que señala que alrededor de 12 mil horas hombre implica desplazar altas autoridades hacia Valparaíso. Después tenemos el costo-oportunidad. Qué pasa cuando a un ministro se le cita a la sala en la mañana y luego está citado a las 18 horas a comisión, es un plantón. Si estuviera en Santiago puede volver en 10 minutos a su oficina», acota.
Otros gasto adicional es la mantención del ex Congreso en Santiago. «Creemos que deberíamos concentrarnos en uno solo, pero bueno. En Santiago hasta el 73 funcionaron 150 diputados y 50 senadores, más de los que somos hoy. Lo que hay que poner en el Presupuesto es plata para tecnología, adecuaciones del edificio. Tenemos el Palacio Huneeus que está deshabitado. También pedí la cifra de cuánto cuesta instalar allí la Biblioteca del Congreso y en el estacionamiento, que es un lunar negro, construir a través de concesiones un nuevo edificio», dijo.
La discusión está abierta. (DF)