Aunque aún faltan un par de días para el período estival, el Congreso ya comenzó un largo verano, que solo estará interrumpido por tres semanas legislativas en enero.
Esto se traducirá en que solo habrá nueve días de sesiones legislativas en las próximas 10 semanas, incluyendo el receso de febrero.
Por razones evidentes, este calendario genera una complicación, especialmente para el gobierno y ciertas fuerzas políticas, debido a la reducida ventana que tiempo que habría para sacar la reforma de pensiones y, al menos, avanzar con las modificaciones al sistema político y electoral que deben estar listas antes de que comience el nuevo proceso para elegir a diputados, a senadores y a quien asumirá la Presidencia de la República por los próximos 4 años.
Por ahora, no hay mucho qué hacer para revertir este cuadro. Actualmente, el Congreso ya se encuentra en una pausa de fin de año, básicamente por las festividades de Navidad y Año Nuevo, que cayeron justo a mitad de semana. Este receso informal (en rigor son dos semanas seguidas de trabajo distrital y regional) se extenderá hasta el lunes 6 de enero.
Luego vendrán las mencionadas tres semanas de trabajo legislativo, entre el 6 y el 22 de enero, en las que se legislará solo lunes, martes y miércoles. Por esta razón es que está previsto que haya solo nueve días legislativos.
Después de esa etapa de trabajo en el Congreso (en Valparaíso o en la sede de Santiago), los parlamentarios se tomarán una nueva semana de labor distrital o regional en los últimos días de enero, para iniciar de lleno sus vacaciones en febrero, período que reglamentariamente se denomina “receso legislativo”.
La razón de por qué quedó estructurado de esta forma el calendario parlamentario se debe a que durante noviembre, mes en el que se terminó de tramitar la Ley de Presupuesto, tanto la Cámara como el Senado acordaron suspender su semana de labor territorial (llamada distrital en el caso de los diputados y regional para los senadores) para concentrarse de lleno en el debate del erario nacional que no puede extenderse hasta diciembre, por un estricto plazo constitucional y legal.
Esa decisión también se sustentaba en un factor práctico. Al caer Navidad y Año Nuevo en días miércoles, hubiera sido engorroso que legisladores tuvieran que ir y venir desde sus regiones al Congreso de Valparaíso, por uno o solo dos días.
El problema de ello es que también se limitó demasiado, a juicio del Ejecutivo, el tiempo de sesiones durante este verano, que suelen ser períodos de “frenesí legislativo”, más aún ad portas de un nuevo año electoral. Por lo general, en esta etapa del año, los gobiernos y los parlamentarios cierran los acuerdos para evitar dejar votaciones cruciales para marzo.
Una alternativa que está cobrando fuerza y que al Ejecutivo le gustaría es que se suspenda la última semana territorial de enero para tener más días de labor en el Congreso. Esa decisión se ha tomado en años pasados.
La idea, sin embargo, no agrada a todos los parlamentarios, muchos de los cuales admiten estar agotados después de lo que fue el debate del Presupuesto. (La Tercera)