La violencia afecta a las sociedades de múltiples formas. Instala el miedo y la desesperanza. Lamentablemente, el mundo ha visto escalar las acciones violentas. Chile no ha sido la excepción.
Responder al daño que genera en nuestra vida no es tarea fácil, pero sí nos exige unidad. Es la fuerza cohesionadora de las instituciones de la sociedad, de la política, la ciudadanía, los trabajadores, las organizaciones de la sociedad civil, las fundaciones, las universidades, las escuelas, de las iglesias, las familias, los barrios, los sindicatos y las empresas, la que nos puede ayudar a responder contra la violencia. Buscar esa unidad es un motor para responder a este desafío que tenemos; es entender que hacerlo demanda acciones y esfuerzos coordinados. Y es también comprometerse en todos los ámbitos posibles para aislarla.
En memoria de todos quienes sufren y han sufrido violencia.
En memoria de Carlos Cisternas, Sergio Arévalo y Misael Vidal. No permitamos que la violencia acalle nuestra vida en sociedad, ni que se convierta en la enseñanza que dejamos a las nuevas generaciones, ni que se normalice en nuestras vidas. Para ello, respondamos con unidad. Esa es la gran fuerza de Chile, una que hemos visto en terremotos o en las múltiples crisis que hemos enfrentado. Sabemos levantarnos y apoyarnos en ello.
Es momento de lograr un punto de inflexión. Las democracias y sociedades libres aceptan las diferencias, entienden que la vida es compleja, con conflicto y desafíos, pero ponen siempre por delante el diálogo y el respeto mutuo. Eso lo hemos vivido en múltiples procesos que hemos desarrollado y participado. Se puede.
La unidad no significa unanimidad en pensamiento o acción, sino más bien un compromiso compartido con valores fundamentales como la justicia, la igualdad y el respeto a los derechos humanos. Es la capacidad de reconocer nuestras diferencias y trabajar juntos hacia un objetivo común: una sociedad más pacífica y justa para todos.
En este sentido, la unidad no solo se trata de reaccionar ante la violencia, sino también de prevenirla mediante el fortalecimiento de los lazos sociales y el fomento de la empatía y la comprensión mutua. En esto la política y todos los líderes tienen un rol central. No podemos escalar la polarización. Algo en lo que todas las instituciones podemos aportar más. No dejemos que el país se distancie a causa de la violencia.
Al comprometernos con la unidad como respuesta a la violencia, estamos construyendo un futuro donde el diálogo y la cooperación prevalezcan sobre el conflicto y la división. Es un llamado a la acción colectiva, donde cada individuo y cada sector de la sociedad tienen un papel importante que desempeñar. Juntos como país, podemos trabajar para erradicar la violencia y construir un mundo más seguro y armonioso para las generaciones futuras. Es momento de activarnos por ello. (El Mercurio)
Fernando Chomali
Arzobispo de Santiago
Ricardo Mewes
Presidente Confederación de la Producción y del Comercio
Marta Oyarzo
Dirigente sindical
Alejandra Pizarro
Vicepresidenta Comunidad de Organizaciones Solidarias
Alejandra Sepúlveda
Presidenta ejecutiva Comunidad Mujer
Ignacio Sánchez
Rector Pontificia Universidad Católica de Chile