La causa fundamental que explica el bajo nivel de las pensiones actuales radica en los insuficientes niveles de ahorro acumulados en las cuentas de los trabajadores, lo que a su vez es consecuencia de una baja densidad de cotizaciones –excesivas “lagunas” o períodos sin aportes- y de una tasa de cotización (10%) a todas luces insuficiente en un contexto en que las expectativas de vida han aumentado considerablemente, y ante una realidad financiera de menores tasas de rentabilidad en todo el mundo.
El solo hecho de subir la tasa de cotización a 14% permitirá que las pensiones en el largo plazo aumenten un 40%, y si a eso se agrega el incentivo dispuesto para que las personas en forma voluntaria posterguen la edad de jubilación, junto a una mayor flexibilidad para el tipo de inversiones que se van a realizar con el 4% adicional, se configura un cuadro que apunta sin ambigüedades a mejorar las pensiones de los trabajadores más jóvenes y de quienes próximamente van a ingresar al mercado laboral.
Conviene tener presente que postergar en un año la edad de jubilación repercute positivamente en la pensión en aproximadamente 8%, y que un punto porcentual de mayor rentabilidad de los ahorros mantenida durante todo el período de vida laboral activa permite que la pensión generada aumente un 27%. Claramente, pues, el proyecto de reforma se concentra en los elementos que le entregan una mayor tracción al sistema.
Y para abordar el problema que afecta a los pensionados en el corto plazo, el reforzamiento del actual pilar solidario, junto al establecimiento de un seguro que permita ir en ayuda de los adultos mayores no autovalentes, y la entrega de un aporte adicional del Estado para suplementar la jubilación de los pensionados de clase media (quienes reciben pensiones inferiores a 670 mil pesos al día de hoy), sin duda representa un compromiso importante de la sociedad toda hacia nuestros adultos mayores. Los críticos se han adelantado a manifestar su oposición al proyecto, por “carecer de los elementos que configuran un auténtico sistema de seguridad social”.
Lo que no aquilatan debidamente es que la modalidad basada en la lógica de los sistemas de reparto es mucho menos solidaria que la contenida en el proyecto, por cuanto aquella solo se financia con el esfuerzo de los trabajadores cotizantes hasta el tope legal, y no hace parte del esfuerzo a quienes reciben rentas más altas e ingresos provenientes del capital. (La Tercera)
Hernán Cheyre