Leo en la prensa cosas preocupantes. Por un lado, se plantean políticas públicas a futuro que presuponen la continuación del actual enfoque estratégico para enfrentar el virus. A mi juicio continuar con esta estrategia sería un error; ya que cuanto más se extiende en el tiempo, más se transforma en una estrategia con más costos que beneficios. En particular si una vacuna estará disponible no antes de 18 meses, entonces no es la estrategia adecuada.
Por otro lado, con las urgencias diarias, pareciera que no hay espacio para pensar en la estrategia futura. Si bien hasta aquí la estrategia ha sido razonable, creo que como ahora tenemos más información sobre el comportamiento del virus y la respuesta de la población, podemos diseñar una estrategia mejor, una estrategia con menos muertes y menos costos económicos que la actual.
Pero antes de entrar en ello, un paso atrás. Las cuarentenas tienen importantes costos que no podemos olvidar:
1. Estamos obligando a algunas personas a pasar por un extremo de padecimiento quizás impensable para ellas, que es pasar hambre.
2. Hay una serie de daños en la salud, como consecuencia del alto estrés que sufren las personas por las circunstancias que se les obliga a vivir, y que puede resultar en daños a la salud mental.
3. Estamos generando daños a los niños más chicos, quienes pierden un año de educación en una edad en que sabemos que es difícil compensar completamente en el futuro (aquellos con menos de 6 años en especial). Esto es particularmente agudo en los niños de escasos recursos, cuyas familias no pueden compensar lo que se deja de aprender en el colegio.
4. Las recesiones causan daños económicos permanentes, y esta no va a ser una excepción (como ser que quienes salen al mercado de trabajo sufren pérdidas de ingreso permanentes).
5. Hay costos importantes de tratar de hacer cumplir la cuarentena total.
6. El aumento en la violencia doméstica, particularmente preocupante porque sabemos que a los niños les puede causar daños neurológicos permanentes. Y finalmente, pero lejos de ser lo menos importante, están los posibles daños a la libertad. El poder que toma el Estado en estas situaciones puede justificarse, pero no por ello uno deja de temer que las libertades puedan sufrir algún deterioro permanente como resultado de ello.
Vista esta larga lista, surge la necesidad de repensar la estrategia a futuro.
Para ello hay varias propuestas a considerar. Recientemente, se han unido epidemiólogos y economistas a construir modelos para entender las opciones que enfrentamos. Varios trabajos han llegado a conclusiones similares: que una cuarentena total demasiado larga es ineficaz e ineficiente. Estos trabajos usan la información disponible para diseñar una estrategia mejor.
Acemoglu y coautores (NBER WP 27102), por ejemplo, concluyen que cuarentenas selectivas, aplicadas a los grupos de más alto riesgo, hacen posible tanto disminuir las muertes como atenuar la caída en el PBI (win-win). Otras estrategias proponen separar a la población según las características del hogar. Por ejemplo (Oswald et al.), liberar de la cuarentena a los jóvenes que no viven con personas mayores. Alon y coautores (NBER WP 27273) muestran cómo la estrategia óptima en países en desarrollo difiere de la de los países desarrollados, y en los primeros es mucho más efectiva una cuarentena selectiva.
También hay propuestas interesantes de cómo volver al trabajo con menos riesgos. La propuesta de Alon, Milo y Yashiv (NYT, 11-5-20) de que la población trabaje en turnos de dos semanas es una de ellas. Se trabaja cuatro días (en jornadas posiblemente mayores a 8 horas) y se cuarentenea por 10. Está diseñado para que, si alguien se contagia, en el momento de ser contagioso esté en la casa. Esta estrategia también sirve para la vuelta al colegio, en ciclos idénticos, de tal manera que padres e hijos van a trabajar y al colegio en los mismos días. Son estrategias para movernos hacia adelante, para dejar que quienes tienen menos riesgos sigan con sus vidas en tanto se protege a los que tienen más riesgos.
Conviene destacar que hay importantes temas filosóficos en los que no me meto, en términos de que algunas políticas generan un alto costo a los jóvenes para proteger a los viejos. Es un dilema que merece más atención de la que se le ha dado. Y que, personalmente, pienso que ratifica la necesidad de un cambio de estrategia. (El Mercurio)
Claudio Sapelli
Profesor IE UC