El Crimen Organizado tiene sus metas claras y entre ellas está legalizar toda su rentabilidad y poder ocuparla libremente. Por eso se les hace tan necesario lavar los activos, sobre todo si pretenden permear a la banca chilena, una de las más sólidas –hasta los momentos– y, por ello, el fin último de estos criminales.
Para estos delincuentes no ha sido fácil entrar a estas entidades, pero lo siguen intentado y lo hacen a través de diferentes delitos que le significan más eficiencia a la hora de obtener dinero limpio. De acuerdo a expertos e investigadores consultados para este análisis, y que por razones obvias exigieron mantenerse en el anonimato, en nuestro país ocupan varios métodos para lograr este blanqueo.
Por ejemplo, existen rutas –aéreas y terrestres– para el transporte ilegal de dinero en efectivo, y así blanquearlo fuera de nuestro país para que regrese limpio. Estas rutas, o trochas, están bien custodiadas y planificadas. Se trata de un engranaje que, en la mayoría de los casos, funciona. De acuerdo a la Cuarta Actualización del Informe de Amenazas Regionales en materia de Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo, hecha por el GAFILAT (Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica) en colaboración con el Banco Centroamericano de Integración Económica, “las organizaciones criminales utilizan el sistema financiero internacional y el movimiento físico de efectivo para encubrir sus acciones ilegales, aprovechando la complejidad de las transacciones de divisas y comercio, la mezcla de fondos lícitos e ilegítimos y los recursos limitados orientados al control por parte de las instituciones aduaneras. De esta forma, el transporte ilícito de dinero permite eliminar o complicar el rastreo respecto del origen del dinero. Lo anterior dificulta las acciones de control implementadas por las autoridades e instituciones financieras del país destinatario”.
Pero, si bien este método les ha ido funcionando para “legalizar” el dinero, aún no pueden entrar a la banca chilena con la fuerza que quisieran. Por eso, siguen buscando métodos que sean, quizás, menos engorrosos. Ahí es donde entra, entre otras operaciones, el robo de minerales o la minería ilegal.
Ciertamente, en nuestro país es difícil, por no decir imposible, explotar ilegalmente alguno de nuestros minerales, pero no lo es tanto robarlo y, con fórmulas menos “peligrosas”, venderlo y así obtener dinero un poco más limpio que a través de la droga, las extorsiones, los secuestros o la trata de personas, entendiendo esta última no solo a través de la prostitución, sino también con el tráfico de migrantes.
En Chile tenemos grandes yacimientos de cobre y su valor va en aumento. Se hace cada vez más atractivo por el importante papel que juega en la transición energética que hoy se desarrolla en el mundo. Por eso, tenemos el robo desmedido de cables y, no menos importante y cada vez más frecuente, el de cátodos de cobre.
De acuerdo a un reportaje que publicó el Diario Financiero el pasado 16 de agosto, ya se han detectado cargamentos ilegales de cobre en Europa provenientes de Chile y otros han pasado a Perú donde ingresan al mercado legal de la minería.
El Crimen Organizado no se detiene y va un paso adelante de las autoridades, por eso, sigo insistiendo, la fórmula para frenarlo está en la prevención y eso significa invertir en seguridad. Como lo hemos dicho en otras oportunidades: hoy día, la seguridad no es un lujo y mucho menos un gasto. Hoy día, debe considerarse como parte de la inversión.
Un ambiente seguro se traduce en mayor y mejor producción y en un obstáculo más para que el virus del Crimen Organizado no contamine a la banca chilena. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO Insight Security