“El Ladrillo” fue redactado en 1969 como modelo a implementarse en un gobierno democrático (ante el posible triunfo de Jorge Alessandri) y es más coherente con el principio de la diferencia de Rawls —según el cual se aceptan las desigualdades si benefician a los peor situados— que con la catalaxia de Hayek. De ello se sigue que el modelo sea más cercano a la socialdemocracia que al neoliberalismo, y explica la afinidad de los gobiernos de la Concertación tan vilipendiados por haberlo profundizado.
Los críticos querían un Estado benefactor. ¿Por qué terminó imponiéndose el Estado social de derechos? La tesis de sus ideólogos plantea que, como el Estado benefactor no puede trasladarse a países de bajo desarrollo económico (Cardoso, Isuani, Barba, Filgueira), debemos transformarnos en un Estado social de derechos. En otras palabras, la distribución de derechos sociales no debe atender a consideraciones económicas. Asimismo, el Estado social de derechos implica la igualdad sustantiva, la función social de la propiedad, la exclusividad del Estado en la prestación de educación, salud, previsión, etcétera (Garrorena, 1991).
Mazzucato puede estar tranquila, porque nadie parece haberse dado cuenta de que los mismos bordes propuestos para la discusión constituyente han cavado la tumba del progreso de Chile.
Vanessa Kaiser
