Al señor Agustín Squella le causa curiosidad que los que dicen que no hay condiciones hoy para hacer una Constitución, hayan dicho que “Sí” a una Constitución hecha en circunstancias anómalas en 1980.
Pero hay algunas diferencias: Primero, en 1980 les estaban preguntando por una Constitución que estaba escrita y se podía saber qué se estaba aprobando. Ahora se propone una página en blanco que será llenada con puras sorpresas. ¿Serán agradables o desagradables? Nadie lo sabe, pero… Segundo, era una Constitución redactada por relevantes constitucionalistas en condiciones de trabajo adecuadas, sin que nadie los estuviera funando a la salida de sus reuniones. Ahora se trata de discutir en el antiguo Congreso, rodeados de una turba de anarcos y otros similares, que les pegarán a los constituyentes cada tarde cuando osen no aprobar algo que sea del capricho de los encapuchados de los jardines (o lo que quedará de ellos). La tercera diferencia es que los que nacieron desde 1970 en adelante, o sea los jóvenes menores de 50 años, que no pudieron votar en la Consulta de 1980, no tienen por qué sentirse ahora atados a lo que se haya hecho o no hace 40 años en lo que ellos no tuvieron arte ni parte.
Por eso, estos jóvenes menores de 50 tienen todo el derecho y la libertad de votar “No”, si es lo que mejor les parece, aunque el señor Squella lo encuentre “curioso”. (El Mercurio Cartas)
Gerardo Jofré