Vamos a la historia y a la memoria. «David», es decir el mundo del trabajo, en la segunda mitad del siglo 19 inició su proceso gradual como actor político, social y económico. Ahí están las mutuales, los primeros sindicatos, las mancomunales y la primera huelga general de 1890. Por su parte «Goliat», es decir el Estado y el capital, observaba esto con distancia, indiferencia y la mayoría de las veces, reprimiendo este movimiento emergente.
El inicio del siglo XX marca la respuesta de «Goliat» frente a este «David». Ahí están Valparaíso 1903, Santiago 1905 y particularmente Iquique 1907, entre otras. «David» da un paso más allá, y en 1909 se crea la primera Federación Obrera de Chile. Tendremos que esperar hasta 1924 para que «David» tenga la primera legislación laboral y social en Chile, frente a un «Goliat» que abre un poco sus ventanas a este viento nuevo, para así evitar la tempestad. Pasarán algunos años hasta 1931 con nuestro primer Código del Trabajo. Entre ese año y 1973 «David» y «Goliat» se entienden bajo el Estado de Compromiso, pero cada vez es más fuerte la organización de «David», que en 1953 da un nuevo paso con la creación de la CUT. Todo esto termina el 11 de septiembre de 1973, y «Goliat» vuelve por sus fueros a inicios del siglo XX. «David» es aniquilado, literalmente. Se prohíbe la existencia de las organizaciones de «David» y de todos sus derechos. «Goliat» ha recuperado el terreno que «David» había avanzado durante 40 años. En 1980 «Goliat» levanta el Plan Laboral para normar en forma permanente la debilidad de «David». Lo implementa a través de múltiples normas, pero voy a destacar solo tres. La inexistencia de la titularidad sindical, permitiendo que la negociación colectiva se disemine entre el sindicato y los grupos negociadores; entregándole a «Goliat», en su versión empleador, la extensión de beneficios logrados en la negociación colectiva a los no sindicalizados, para que de esta manera la incorporación al sindicato pase a ser irrelevante; y el golpe de gracia de «Goliat» sobre «David» es la inoperancia de su último derecho, el derecho a huelga, sobre la base a permitir que «Goliat» reemplace, externa o internamente, al «David» movilizado.
Lo que hemos logrado como Gobierno y Nueva Mayoría en la reforma laboral en curso es restituirle a «David» los derechos y garantías que logró con lucha, organización y sangre en los 100 años anteriores a 1973. «David» con esta reforma quedará más empoderado frente a «Goliat». Finalmente «Goliat», como lo demuestra la experiencia comparada, deberá entender que la relación equilibrada con «David» le hace bien a él y al país. (El Mercurio-El Dínamo)