Decálogo para la Democracia-Roberto Meza

Decálogo para la Democracia-Roberto Meza

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1.- Trabajar para el Estado es una carga. El fisco nunca podrá igualar las remuneraciones que puede pagar el sector privado. Por eso quien trabaja en el Estado administra un honor y un poder delegado. Su recompensa es la notoriedad, reconocimiento y afecto de los conciudadanos y la patria, a quienes sirve.

2.-El dinero no hace la felicidad, pero ayuda. No obstante, si, como dijo el ex presidente uruguayo Pepe Mujica, te gusta mucho el dinero, no ingreses al servicio público. Tú quieres que te sirvan y no servir.

3.- Si tienes vocación de servicio público tienes dos vías para ejercerla: crear una ONG o Fundación, laica o religiosa, para servir a los demás, o inscribirte en un partido cuyo programa se ajuste en más del 50% a tu visión del mundo. Una tercera, menos habitual, es crear tu propio partido.

4.- Si optas por lo último, debes saber que el Estado democrático es la cúspide orgánica de la civilización humana, donde confluyen todos los poderes terrenales (de recompensa, coacción, legítimo, de autoridad y experto), pero que deben ejercerse moderados según la Constitución y las leyes, las cuales deberían regir por igual para todos.

5.- Si no estás dispuesto a sacrificar tu estándar de vida y quieres más para ti y tu familia, tu lugar está en el sector privado, trabajando para escalar en la pirámide laboral o creando empresa, cuyo propósito sustantivo es generar la riqueza que buscas. No te extrañes, empero, que aun cuando logres ser rico, no seas ni famoso, ni querido, ni respetado. Tú has estado concentrado creando dinero. Aun así, debes entender que crear riqueza en los marcos de un Estado democrático y de derecho te impide hacerlo de cualquier manera y que sólo tendrás una oportunidad de entre diez de ser exitoso en una economía competitiva y de mercado.

6.- Si eres uno de los diez que lo consiguió, deberás pagar sagradamente tus impuestos, sin buscar ni la evasión ni elusión, porque es el costo que pagas por tu victoria y es la mano que devuelves a la ciudadanía que prefirió tu bien o servicio. Solo los tributos ayudan de modo neutral a que todos tengamos más seguridad, previsión, salud, educación, buena infraestructura pública y mejor política. Así no te tentarás ni te tentarán para influir en las leyes, comprando voluntades.

7.- Si crees que los impuestos son muy altos, acuérdate siempre de que sus montos son acordados por mayorías ciudadanas representadas en el Congreso para que el Estado pueda realizar su labor subsidiaria y solidaria hacia aquellos que no les ha ido bien. Y no te olvides de que el estar privatizado no te libera de tener posiciones políticas respecto del país que quieres y los impuestos que crees justos. Si no participas, después no alegues. A aquellos, los griegos los llamaban idiotas.

8.- Con la depredación valórica propia de los períodos de transición entre un tipo de sociedad y otra, la moral suele tornarse liquida y relativa. Las iglesias pierden autoridad sobre sus fieles y pocos le tienen miedo al infierno. En una democracia moderna, libertaria, garantista y defensora de los derechos humanos, menos aún les tienen miedo a los castigos de la justicia terrena.

9.- Entonces, solo queda entender que comportarnos responsable y éticamente permite que cada cual confíe más en el otro y, por lo tanto, podamos vivir más tranquilos, con menos burocracias, normas y resguardos; en fin, más felices, porque, como consecuencia, todos terminamos aceptando que nuestra suerte no es resultado de la trampa o letra chica del otro, sino de nuestros propios actos.

10.- Y si todos ponemos de nuestra parte, como lo hace el 90% de los chilenos, comenzamos a confiar entre nosotros, tenemos funcionarios públicos al servicio de sus conciudadanos; políticos que buscan el afecto y reconocimiento de sus votantes y no riqueza; empresarios competitivos e innovadores, que se la juegan en el mercado por conseguir la preferencia de los consumidores, tendremos un país mejor. Y aunque seguramente seguiremos sufriendo, al menos lo haremos como hombres y mujeres más libres. (El Mostrador)

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