Del “quemarlo todo” a conformarse con lo que hay-Kenneth Bunker

Del “quemarlo todo” a conformarse con lo que hay-Kenneth Bunker

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Hace pocos días se solicitó el desafuero de la actual diputada del Frente Amplio y ex presidenta de Revolución Democrática, Catalina Pérez, por su rol en el caso Democracia Viva, dentro del marco del Caso Convenios. Presumiblemente, existe suficiente evidencia como para sospechar que la diputada cumplió un rol de coordinación en la triangulación de recursos públicos que se movieron entre el gobierno central y la administración local del distrito que ella representa. Al menos, así lo sugiere la admisibilidad otorgada por la Corte al caso que se revisará en pocos días.

La diputada ha negado cualquier conocimiento sobre el asunto, a pesar de que un ex subordinado suyo y su expareja fueron enviados a prisión preventiva por el caso. En cambio, ha avanzado como si nada hubiera pasado, ni siquiera ofreciendo un mea culpa. Su partido, que en un comienzo intentó defenderla, ha abandonado su defensa y, con justa razón, dado que las explicaciones avanzadas han sido burdas. Esto lo sabe bien el también ex presidente de RD y actual senador Juan Ignacio Latorre, quien, por salir a defender a Pérez, se vio obligado a renunciar a la presidencia del partido de forma anticipada.

Así, lo que queda en el aire es una sensación de impunidad y complicidad asociada a Pérez y, por su prominencia política, a su sector político también. El modus operandi parece ser primero negar toda irregularidad para ignorar el asunto por completo después.

Se podría argumentar que lo mismo es transversal a la política, donde todos los que son sorprendidos con las manos en la masa hacen lo mismo. Y puede que sea cierto. Pero la diferencia aquí es que este sector político en particular, el Frente Amplio, llegó al poder presentándose con credenciales moralmente superiores. Ahora, claro, se sabe que si no son más de lo mismo, son peores de lo que había.

Este es un contexto relevante para entender la presentación del balance de 2024 de la reemplazante de Camila Vallejo en la vocería: Aisén Etcheverry.

La ministra dio un discurso tan autocomplaciente, dando a entender que las cosas están tan bien en Chile, que cualquier observador poco informado pensaría que el país nunca ha estado mejor que ahora. Lamentablemente, no es el caso. De hecho, es todo lo contrario: el país probablemente nunca había estado tan mal debido a la gestión política.

Pero basta de constatar lo obvio. Lo importante del contraste, entre lo que la vocera dice y lo que se observa en la calle, es otro: es un hito que marca la consolidación de la autocomplacencia como narrativa. Así, se puede decir con toda seguridad que la línea avanzada por Vallejo, de negar todo e ignorarlo como problema después, se consolidó ahora con Etcheverry.

Por su satisfacción con el trabajo realizado, la ministra no admite que haya que trabajar el triple para resolver un problema que se ha ahondado el doble solo por la intervención política del sector que ella representa.

Por lo demás, esta inusitada autocomplacencia es especialmente relevante en términos de contexto, porque quienes gobiernan ahora llegaron al poder representando todo lo opuesto antes: la autoflagelación. Vallejo, Boric y compañía llegaron al poder justamente criticando lo que había, destacando lo malo, ignorando lo bueno, y prometiendo hacer todo lo contrario. Sí, es irónico que finalmente hayan llegado al poder solo para empeorar las cosas. Pero lo relevante no es eso, es que con solo tres años de gestión hayan instalado un discurso que no tiene ni raíces ni eco en la sociedad.

¿Cuál es la naturaleza de este sentimiento; cuál es su origen y cuál es su destino?

Para abordar esta pregunta es importante volver a la diputada Pérez, quien, antes de hacerse conocida por su rol en el caso de corrupción, ya era conocida por haber pronunciado una escueta pero impactante frase en el marco del estallido social: “¿Cómo quieren que no lo quememos todo?”. Una frase infame que la perseguirá por siempre, sobre todo porque fue dicha en un contexto donde se perdonó sistémicamente la quema de símbolos tan importantes como el Metro y dos iglesias católicas (la de la Asunción y la de San Francisco) en el centro de Santiago.

Tan importante es lo que revela la frase con el tiempo. A Pérez, como a su sector, le sirvió la destrucción para llegar al poder.

El mismo constituyente Fernando Atria lo admitió mientras escribió la propuesta constitucional de 2022. Por haber amplificado el descontento y haber conscientemente ignorado lo bien que funcionaban las cosas (en comparación con otros países en ese momento y con Chile en este momento), si no hubieran sido autoflagelantes, nunca habrían llegado al poder. Y, más importante, si no se hubiese destruido tanto (incluyendo el sistema de pensiones y la educación pública), no habría nada que hacer, o al menos prometer hacer, como para pretender llegar al poder.

Esto explica la autocomplacencia de Etcheverry, quien, al parecer, no ve desafíos importantes en el futuro cercano para el gobierno, en tanto, para ella, parecen haberse hecho o se están haciendo cargo de todo lo importante. Por ejemplo, en lo que más le importa a la gente, la seguridad, la curva, según Etcheverry, estaría bajo control (una expresión que también se utilizó en el primer y el segundo año de gobierno para repeler las críticas de los expertos).

De hecho, el mensaje utilizado por el gobierno para insistir en este punto ha sido mostrar que ningún otro gobierno ha impulsado tantos proyectos de seguridad en el Congreso como el actual. Claro, los números no mienten, pero el contexto es relevante y revelador. Si no se hubiese negado la entrada de la violencia en 2022, no habría necesidad de haber enviado tantos proyectos ahora, y si no se hubiese ignorado la urgencia en 2023, no habría razón para celebrar ahora.

En el fondo, todo esto es absurdo. Cuando el gobierno celebra que está quebrando la curva de la delincuencia mostrando gráficos de proyectos enviados al Congreso (que, por cierto, no distinguen en importancia, solo en cantidad), y muestra sus gráficos con avances, en el fondo lo que hace es conceder que el plan se está ejecutando a la orden del día. (Ex Ante)

Kenneth Bunker