Un factor que se considera para ingresar a la educación superior, junto con los puntajes de la PSU y las Notas de Enseñanza Media (NEM), es el puntaje ranking, que se asigna según el lugar que ocupa un alumno en relación a sus compañeros de generación.
Según un análisis de la U. Católica de Valparaíso, este año hubo 4.142 jóvenes de la promoción 2018 que obtuvieron 850 puntos de ranking, el máximo posible. Sin embargo, 26% de ellos (1.073) no logró más de 500 puntos promedio en la PSU (ver infografía).
De ese grupo, el 56% estudió en un colegio municipal, mientras que solo diez egresaron de un recinto privado.
Según el vicerrector académico de la UC de Valparaíso, Nelson Vásquez, un alumno con un alto puntaje ranking, es un buen alumno en el colegio. Sin embargo, la gran brecha con el rendimiento en la PSU se pudo generar porque «en muchos establecimientos, donde estos alumnos tienen esas calificaciones no les enseñan la totalidad del currículum, ni tampoco en profundidad».
Vásquez asegura que «no es que les regalen las notas, sino que no tiene la cobertura ni la profundidad» que se necesita, considerando que la PSU mide los contenidos que se deberían impartir en el colegio. «Les faltó pasar materia y de ahí el bajo puntaje», sentencia.
Lo apoya Ariel Ramos, investigador de Educación 2020. «Lo que refleja la PSU es que hay problemas en el sistema educativo chileno. Todavía no es capaz de corregir las deficiencias que vienen del entorno de la familia, del entorno socioeconómico», señala.
OPORTUNIDADES
El ranking de notas se creó para que los jóvenes tuvieran similares oportunidades de ingresar a la enseñanza terciaria, independiente de su contexto educativo y social. «El objetivo es reconocer ciertas características como el mérito, el esfuerzo o la capacidad de estudio», recalca el director ejecutivo de Acción Educar, Daniel Rodríguez.
Por esto, asegura que es «esperable» que, «dado a que es una medida compensatoria, se den casos» donde haya un grupo de jóvenes con el máximo de la bonificación, pero con baja PSU. «De repente la compensación puede ser muy exagerada y no refleja las debilidades académicas del estudiante», acota.
Rodríguez sostiene que «tanto el NEM como el ranking son índices que se prestan para la distorsión o corrupción, técnicamente, donde tanto las personas como las instituciones buscan cómo maximizar su posición de la manera menos costosa posible, incluye la inflación de notas».
DIFERENCIA DE CALIFICACIONES
Según el Sistema Único de Admisión, en este proceso los alumnos de colegios particulares promediaron 626 puntos de ranking, y 611 puntos por sus notas. En tanto, los egresados de liceos tuvieron 569 puntos de ranking, y 545 puntos por las calificaciones.
Andrés Bernasconi, director del Centro de Justicia Educacional de la UC, afirma que «un buen rendimiento en el ambiente escolar no necesariamente se traduce en altos puntajes en PSU (…). Hay muchos alumnos que tienen puntaje máximo NEM y desempeño mediocre en la PSU». Con todo, Bernasconi añade que el ranking «es un buen contrapeso al carácter absoluto de la PSU». (El Mercurio)