¿Quién es actualmente la persona más poderosa de Chile? Suponiendo que es solo un individuo, ese título sin duda recae en quien está filtrando a distintos medios informativos los chats del abogado Luis Hermosilla. Hoy toda la élite baila al ritmo que pone este disc jockey en las sombras.
El misterioso DJ ha encontrado aliados en los medios que publican los comprometedores diálogos del muy bien conectado Hermosilla. Desde la perspectiva de ambas partes, se trata de una alianza virtuosa: los medios obtienen prestigio, audiencia y una primicia envidiada por toda su competencia, que se ve forzada a seguir la noticia y subirse al carro impulsado por otros; el DJ también celebra, porque controla el flujo informativo, determina los temas que se discuten, demuele la reputación de los “malos” que protagonizan los chats, y muchas veces logra que se abran investigaciones judiciales formales luego de sus revelaciones.
Es difícil identificar al informante. Al parecer, los soplos provendrían de la Fiscalía, pero resulta imposible saberlo con certeza. El Ministerio Público ha sido tradicionalmente fuente de filtraciones y varios fiscales se han hecho, a lo largo del tiempo, expertos litigantes mediáticos. Muchos abogados operan de la misma forma.
Siempre ansiosos por dar un golpe periodístico, los medios -hoy unos, ayer otros- se convierten en socios ideales para los DJ de hogaño y antaño. Como dijo hace más de medio siglo el recientemente fallecido profesor Maxwell McCombs, los medios no son capaces de decirnos cómo pensar, pero sí pueden decirnos en qué pensar, a través de su capacidad para fijar la agenda temática. Los filtradores son, sin duda, aventajados discípulos de McCombs.
En Chile no hay tradición de prensa investigativa, pero sí de prensa filtradora. La gotera es atractiva porque genera golpes noticiosos de envergadura, pero también supone variados riesgos. El principal es la posibilidad de que los medios sean manipulados por sus informantes anónimos.
Eso podría estar ocurriendo con el caso Audio, que muestra una implacable secuencia de revelaciones y omisiones. ¿No es llamativo que vayamos sabiendo en orden y por goteo las conversaciones de Hermosilla? Primero, las que tuvieron que ver con el exdirector de la PDI; después las relativas a los jueces Vivanco y Matus; más tarde, las relativas al exministro Andrés Chadwick; ahora las del exfiscal Manuel Guerra… Parece obvio que hay alguien que elige qué y cuándo revelar. ¿Por qué, por ejemplo, no sabemos nada de las conversaciones en torno a la defensa de Miguel Crispi, a quien Hermosilla alcanzó a representar en el caso Convenios? Todo indica que hay una mano que mece la cuna del caso Audio y que el DJ en las sombras mantendrá el control de la agenda gracias a su privilegiado acceso al indiscreto celular de Luis Hermosilla. (La Tercera)
Juan Ignacio Brito