¿Dónde deben estar nuestras embajadas?

¿Dónde deben estar nuestras embajadas?

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El escenario mundial atraviesa un momento de cambios, determinado por una revolución tecnológica y la digitalización de procesos de diversa índole, un cuestionamiento a la arquitectura internacional, grandes procesos migratorios, un medio ambiente que sufre por el cambio climático y la consolidación de Asia desde la perspectiva política, económica y tecnológica.

Lo anterior ha modificado las formas de relacionamiento entre las personas, las estructuras sociales y, desde luego, los Estados. La irrupción de las herramientas tecnológicas y la pandemia del covid-19 han acelerado la utilización de formas de comunicación innovadoras, potenciando la diplomacia digital y transformando en cotidianas las videoconferencias, la celebración y negociación de acuerdos por vía remota y, por supuesto, el teletrabajo.

Estos cambios han generado la aparición de una nueva estructura internacional de poder, donde Estados Unidos debe convivir con China, transformada en un actor cada vez más gravitante, tanto en lo económico como en lo tecnológico. Por su parte, la Unión Europea procura ampliar su capacidad de influencia y su rol internacional, mientras India avanza a consagrarse como un actor de relevancia mundial. Ello exige a Chile una mirada estratégica y el diseño de acciones que tomen en cuenta esta realidad.

Mientras que la diplomacia tradicional se preocupaba principalmente de temas vecinales y políticos, hoy se exige que asuma nuevos ámbitos, como son la ciencia, la tecnología, la innovación y el medio ambiente, con la consecuente obligación de detectar los riesgos y oportunidades. No solo eso. A partir de la creación de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, se amplían los ámbitos de competencia y desafíos inherentes a la Cancillería.

Existen actualmente 193 países independientes y Chile cuenta con embajadas residentes en 74 de ellos: 25 en Europa, 23 en América y el Caribe, 10 en Asia, 7 en Oriente Medio, 7 en África y 2 en Oceanía. ¿Están hoy nuestras embajadas residentes donde deben estar? ¿Cómo aporta cada una a los objetivos de Chile?

Chile requiere reorganizar sus embajadas y misiones para cumplir sus objetivos estratégicos y, en particular, incrementar nuestra presencia en China, India, Asia Central, y además de abordar los hubs tecnológicos en Chengdu, Bombay y Sao Paulo, fortalecer nuestro actuar frente a la Unión Europea en Bruselas y los organismos internacionales en Viena y, finalmente, prospectar nuestras opciones en África.

Hacer esto no es fácil y menos cuando los recursos humanos y financieros son limitados. La planta de la Cancillería fue fijada en 1979 y los recursos anuales oscilan entre 1,5% y 2,0 % del presupuesto nacional.

Ante desafíos similares, otros países han iniciado procesos de modernización de sus cancillerías, abriendo y cerrando embajadas y cambiando las formas tradicionales de trabajo. Es así como Finlandia cuenta con embajadores itinerantes, Dinamarca creó en el año 2017 una “embajada” en Silicon Valley y Singapur tiene embajadores concurrentes, que atienden sus destinaciones desde su país de origen.

Chile no puede inhibirse de considerar otras formas de representación, tal como lo han hecho esos países. Tampoco puede darse el lujo de considerar inamovible la existencia de misiones, cuando las realidades geopolíticas han cambiado.

Conscientes de que nuestra capacidad de estar físicamente en el mundo es limitada, es necesario evaluar permanentemente la pertinencia de nuestro despliegue y la eficiencia del mismo, porque las condiciones que llevaron a abrir una embajada o misión hace décadas pueden haber cambiado.

Luego de escuchar a exautoridades, académicos y líderes de opinión, he constatado que existe un gran consenso sobre los desafíos internacionales del futuro y sus principios orientadores. Sin embargo, resta aún definir cuáles son los sacrificios que estamos dispuestos a hacer como país para abordarlos con prontitud y eficacia. Lo anterior compromete a la Cancillería a tomarse el tiempo necesario y duplicar sus esfuerzos por explicar en detalle las alternativas que existen para abordar estos cambios, venciendo los temores y prejuicios que no nos permiten mirar el futuro con la debida voluntad y decisión que el país ha demostrado ante otros desafíos. (El Mercurio)

Teodoro Ribera Neumann
Ministro de Relaciones Exteriores

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