La economía de EE.UU. se contrajo a una tasa anual de 0,7 por ciento en los primeros tres meses de este año, según informó el Departamento de Comercio de ese país, cifra que representa una fuerte revisión a la baja respecto de las expectativas de 0,2 por ciento de abril, no obstante que el mercado había pronosticado un crecimiento del 1,1 por ciento.
Se trata de la quinta vez -desde 2011- que esta medida oficial del PIB estadounidense cae en terreno negativo (ver gráfico), lo que confirma la fragilidad de la recuperación de Estados Unidos, que tras siete años del estallido de la crisis, sigue a paso lento, pese a los miles de millones de dólares inyectados para aliviar los balances financieros.
Buena parte del deterioro es resultado de la fuerte caída del comercio mundial, que sufre uno de los mayores desplomes de las últimas décadas (con un índice Baltic Dry en mínimos de 30 años), hecho que explica tanto el actual precio del cobre –cuyo promedio sería ajustado nuevamente a la baja por el BC -, como del petróleo –que a pesar de sus reciente alzas se ubica en valores de casi la mitad de cotizaciones anteriores y está incidiendo en la baja de las inversiones en pozos e instalaciones anexas- y otros comoditties, que están haciendo crujir las economías emergentes, tanto por caídas de precios, como de volúmenes de exportación.
Para EE.UU., en tanto, sus envíos han caído al peor nivel desde el primer trimestre de 2009, en tanto que las importaciones totales aumentaron, aupadas por la actual fortaleza del dólar que abarata las internaciones y reduce la competitividad de las empresas norteamericanas, dado que una divisa fuerte aumenta el costo de los productos estadounidenses en los mercados mundiales, lo que llevó su comercio exterior a un déficit de -1,9 por ciento.
La baja actividad comercial e inversión –la inversión fija no residencial cayó 2,8% en el primer trimestre, la más fuerte desde 2009- también ha reducido el gasto en consumo personal, que si bien creció 1,8 por ciento, se trata de un ritmo muy bajo si se compara con el 4,4 del último trimestre de 2014. De allí que la Reserva Federal advirtiera que probablemente no subirá las tasas de interés en junio, como estaba programado.
Y aunque las noticias desde China no son más alentadoras, al menos la industria de la segunda economía mundial continuó su recuperación en mayo, por tercer mes consecutivo, según el indicador publicado por el Buró Nacional de Estadísticas (BNE) del país. El índice gerente de compras (PMI), que mide la tendencia en la industria china, se situó en los 50,2 puntos en mayo, una décima más que los 50,1 puntos de abril y marzo, lo que significa expansión moderada. La cifra constituye una buena señal para nuestro depreciado cobre, dado que China adquiere alrededor del 30 por ciento de nuestro metal rojo y define el precio internacional con su demanda, hasta ahora, reajustada a un crecimiento que parece no superará el 7 por ciento, la menor tasa en un cuarto de siglo.
La recuperación de la industria china responde al paquete de medidas de estímulo propiciadas por el Gobierno –como baja de tasas y reservas de los bancos- para impulsar una economía que muestra señales de ralentización en la mayoría de sus sectores. De hecho, el PMI de servicios continuó reduciendo su expansión al situarse en los 53,2 puntos en mayo, por debajo de los 53,4 de abril y los 53,7 de marzo. Los subíndices de nuevos pedidos de exportación e importación, por su parte, se situaron por debajo del umbral de los 50 puntos, cifra que marca la barrera entre expansión y contracción. Como se ve, ni la primera, ni la segunda economía mundial dan muestras de que por fin estamos saliendo del túnel en que entró en 2008.