Los partidarios de la libertad, la democracia representativa y la economía social de mercado (centroderecha) han sufrido una dura derrota en las elecciones recientes. La baja participación de 43% es el gran fracaso del sector: no ser capaz de movilizar a su gente a votar. Pueden existir varias hipótesis, pero una razón principal es la pérdida de convicciones; el ceder frente al relato del socialismo y terminar votando junto a ellos, al final: no defender sus ideas.
En efecto, el sector no supo defender la estrategia de desarrollo más exitosa que ha tenido el país en su historia. Esta permitió en los últimos 30 años reducir la pobreza, extrema pobreza y la desigualdad; aumentar el ingreso promedio de los hogares, particularmente del 10% más pobre; incrementar la esperanza de vida; reducir la mortalidad infantil y estabilizar la inflación. Algunos terminaron “comprando” la idea que “el modelo” se agotó, sin reparar que el malestar -en gran medida- responde a las falencias de los servicios públicos que entrega el Estado.
Un ejemplo concreto es la discusión distorsionada y sesgada del tema previsional que confunde al Gobierno y a los parlamentarios oficialistas, y los lleva a colaborar en la destrucción del sistema. Veamos la cronología de los hechos.
Existe la percepción de que las pensiones son bajas, lo cual es una realidad para muchas personas. En este contexto, un grupo radical (No + AFP) buscó un culpable que fuera afín a su ideología de desmantelar el sistema previsional, y lo encontró: las administradoras de fondos previsionales. Los intelectuales de la misma corriente, en una visión muy particular, han sostenido que Chile no tiene un “verdadero sistema de seguridad social”, sino que un esquema de ahorro.
El gobierno pasado, a través de su ministra del trabajo, hizo suyo este argumento al propalar la consigna “ni un peso más para las AFP”. Hoy se aprueban retiros de ahorro previsional con el increíble apoyo de parlamentarios oficialistas, y se proclama el slogan: “El sistema previsional se acabó”. En una población donde una abrumadora mayoría no tiene conocimientos básicos de economía y finanzas, el argumento hace sentido. Este es el verdadero drama del populismo.
La realidad es otra: las pensiones son bajas porque hay poco ahorro, lo que puede atribuirse a la baja tasa de cotización, las lagunas previsionales, la informalidad y no pago de cotizaciones y el aumento de las expectativas de vida. Todos estos factores son responsabilidad de la política pública y no son resorte de las administradoras. Han pasado quince años y las disputas ideológicas han impedido que los políticos lleguen a un acuerdo para abordar estos temas.
Chile sí tiene un sistema previsional que es mixto, con un pilar solidario, otro contributivo y uno de ahorro voluntario. El pilar solidario se financia con impuestos generales, lo cual es más justo y eficiente que cargarle la mano al trabajo, como es el caso de los sistemas donde los trabajadores activos financian a los jubilados (reparto).
Por cierto, necesitamos mantener nuestro sistema mixto, implementar los cambios de parámetros y fortalecer la competencia con nuevos gestores de inversión. En esto coinciden las instituciones internacionales como OCDE, FMI y Banco Mundial.
Los parlamentarios oficialistas debieron haber sido fieles a sus convicciones, impidiendo cualquier retiro, dado que debilitan el sistema previsional. No lo hicieron, y prefirieron optar por un comportamiento populista, votando favorablemente junto con los que quieren destruir el sistema. (DF)
Luis Felipe Lagos