El enigma del 30%-Claudio Hohmann

El enigma del 30%-Claudio Hohmann

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Como se sabe, hace ya un tiempo considerable que la aprobación del Presidente Boric en las encuestas de opinión pública se sitúa en torno a un apreciable 30% -puntos más, puntos menos-, y no se mueve de ahí, incluso cuando se producen momentos inverosímiles, escándalos varios o incomprensibles chapucerías, que se han sucedido con no poca frecuencia en el seno del gobierno.

Desde luego, no puede tratarse de una sintonía de principios o ideales, en circunstancias que el Presidente ha “traicionado” notoriamente casi todos los que enarboló mientras fue diputado e incluso cuando disputó la primera vuelta. “La mutación ya está culminada” afirmó Pepe Auth para referirse al abandono de la mayoría de las premisas y consignas que hacía suyas el entonces parlamentario y posterior candidato presidencial. De hecho, su aprobación no sufrió mella alguna cuando en el funeral de Sebastián Piñera reconoció una oposición al ex Presidente “más allá de lo justo y razonable”, para franco disgusto del comunismo militante.

Tampoco parecería que la favorabilidad de la que goza se base en un irresistible carisma -y no es que Gabriel Boric carezca del todo de ese atributo-, de aquellos que suelen cautivar hasta la devoción a los adeptos. Por cierto, el Presidente no incurre en los desplantes populistas que practican fervorosamente algunos de sus colegas latinoamericanos. Tampoco protagoniza -y vaya que lo podría hacer- esos insoportables programas de televisión semanales en los que la propaganda oficial y la cancelación de la verdad alcanzan sus peores momentos en América Latina. Al contrario, sería más bien un “presidente ausente”, la tesis de Patricio Navia en una columna reciente.

la adhesión de la que goza podría ser de tipo generacional -jóvenes que lo apoyan a todo evento-, sumada a otra de género -mujeres que lo favorecen por su compromiso con la causa feminista-. O incluso podría tratarse de una simpatía por el perfil contestatario que evoca un político joven que hasta no hace mucho desplegaba sus mejores armas en las trincheras de la guerra política.

En todo caso, cualquiera que sea la base de apoyo con que cuenta el primer mandatario, se trata de un fenómeno inédito cuyas consecuencias políticas no conviene ignorar. Desde ya, porque el Presidente podría caer en la tentación de cuidar con celo ese apoyo en desmedro del interés de la mayoría. No faltan señales que sugieren que podría estar siguiendo esa estrategia de alto riesgo. En cambio, ese capital político -la incondicionalidad del 30%- podría ser convenientemente utilizado para adoptar las medidas urgentes y de mayor calado que se requieren, entre otras, para impulsar la inversión y el crecimiento. Chile lo necesita.

De poco le servirá a Boric culminar su administración con el cerrado apoyo del 30%, pero con un escuálido legado en materia económica y de seguridad ciudadana. No es que sólo sea una estrategia de alto riesgo para su futuro político -no puede dar por descontado que así y todo su aprobación termine menguando al término de su mandato-, sino que sobre todo para el progreso del país, que muestra claros síntomas de un estancamiento secular. (El Líbero)

Claudio Hohmann