En lugar de testimoniar con el ejemplo la necesidad de reducir la fragmentación política, como lo ha hecho recientemente el Frente Amplio, la derecha no ha dado siquiera señales de convergencia futura, más bien se ha consolidado la dura competencia de Republicanos por la hegemonía del sector, la derecha evangélica está en un segundo intento de materialización de un partido confesional, mientras Chile Vamos no muestra grados mínimos de coordinación política y se presenta en dos listas de concejales y tres de consejeros regionales a la elección del 26 y 27 de octubre.
El fiasco de las acusaciones constitucionales es la máxima expresión del desorden y la falta de gobernabilidad interna en la oposición, que parece dominada por las tendencias centrífugas. Republicanos decide acusar constitucionalmente a la ministra del Interior Carolina Tohá sin ninguna coordinación con las demás bancadas opositoras, con el claro propósito de fortalecer la campaña electoral del Partido, centrada precisamente en la agenda de seguridad, al punto que incluyen en el cuestionamiento al gobierno del presidente Piñera, principal referente de Chile Vamos, con quien compiten por la hegemonía de la oposición.
La UDI, debilitada por el efecto acumulativo del caso Macaya y luego los audios de Hermosilla que comprometen a una de sus figuras consulares, se siente forzada a ponerse detrás de la acusación presentada por Republicanos, acomplejada por el apelativo de “derechita cobarde” con que el que es acosada de manera permanente por la fanaticada republicana, incurriendo en una amnesia temporal que la lleva a olvidar su crítica acerba a que este instrumento para castigar transgresiones a la constitución y las leyes se usara como herramienta para resolver diferencias políticas por parte de quienes gobiernan hoy .
Renovación Nacional hace ostentación de su enorme entropía, al responder la iniciativa republicana con el anuncio de una acusación constitucional contra el presidente de la República, intentando demostrar que pueden ser incluso más ferozmente opositores que el propio partido Republicano.
Claro que todo termina en un soberano fiasco, porque la estrategia partidaria -aunque a estas alturas es dudoso que haya tal cosa- no contempla ese posicionamiento y no fue precedida de un diálogo ni menos aun una decisión compartida con la dirección de RN ni con las demás bancadas de Chile Vamos, lo que los lleva luego a sufrir la ignominia de retirar su anuncio, criticado masivamente por buena parte de la derecha , que en el contexto del 5° aniversario del estallido social, peleaba por asimilar las acusaciones constitucionales contra Piñera a un intento golpista.
Algunos argumentan que esta ingobernabilidad tiene su origen en la ausencia del liderazgo del expdte Piñera y posteriormente la salida obligada de quien se especulaba estaba llamado a sucederlo en el rol de articulación de la derecha. No es posible verificar lo que habría ocurrido de estar presente alguno de ellos, pero mi opinión es que la ingobernabilidad de la derecha tiene su origen en la falta de un proyecto político común con suficiente consistencia para subordinar la hoguera de vanidades de sus individualidades y la competencia fratricida de sus partidos.
Republicanos está en el esfuerzo de consolidar su irrupción como fuerza política, tiene un liderazgo de nicho y no parece tener vocación de gobernar ni articular mayorías en el corto plazo, sino más bien de disputar hegemonía en la derecha y aumentar su influencia territorial y parlamentaria.
El Partido Socialcristiano, por su parte, tampoco tiene vocación de articular mayorías para gobernar, sino más bien está en la búsqueda de representar a quienes se identifican con las iglesias evangélicas.
Chile Vamos tiene a una de sus figuras instalada hace más de un año en la pole position de las preferencias presidenciales y venciendo con largueza a sus rivales del oficialismo, que tampoco muestra hasta ahora vigor unitario suficiente para enfrentar la difícil tarea de contrariar la constante de las últimas 4 elecciones presidenciales, todas ganadas por la oposición, cualquiera sea el campo político en que se sitúe ésta.
Es una evidencia, sin embargo, que los partidos políticos y las bancadas parlamentarias de la derecha constituyen hoy un pesado lastre para la consolidación de una opción presidencial que proyecte gobernabilidad más allá de sus fortalezas individuales.
Los resultados de la elección municipal y regional debieran constituirse en una campanada de alerta que rompa la inercia actual y fuerce a los partidos de Chile Vamos a converger en la refundación de una fuerza política acorde con los tiempos y desafíos presentes, completamente desembarazada de sus lastres históricos, traspasando sus fronteras actuales y estructurada en torno a las respuestas a los grandes desafíos futuros en materia de seguridad, recuperación del crecimiento, educación, salud y protección social.
No resulta creíble ni consistente el discurso contra la fragmentación del sistema político si no desarrollan un esfuerzo verdadero por reducir la propia fragmentación, estructurando un gran partido de centroderecha con vocación de construir mayoría social y política, contrariando el atavismo de la derecha chilena, que siempre se ha visto a sí misma más como minoría de resistencia a los cambios que como fuerza promotora de reformas políticas, sociales y económicas que conciten adhesión mayoritaria.
¿Serán capaces los dirigentes de RN, la UDI y Evopoli de asumir que viene un nuevo ciclo de la política chilena, y que de no abordarlo con decisión, sin prejuicios ni atavismos, podrían permanecer periclitando los próximos años y perdiendo relevancia hasta desaparecer?
¿Ejercerá Evelyn Matthei su liderazgo para empujar ese proceso de renovación y convergencia indispensable en la derecha u optará por el camino fácil -pero a la larga frágil- de prescindir de los partidos acomodándose a su progresiva irrelevancia?
La respuesta a ambas interrogantes tendrá sin duda insospechada incidencia en el futuro de Chile. (Ex Ante)
Pepe Auth