El gen suicida de la derecha

El gen suicida de la derecha

Compartir

La conducta electoral de la derecha frente a los comicios presidenciales hace pensar que su ADN contiene un gen kamikaze, temerario. No se sabe su origen, pero en las elecciones presidenciales extraordinarias de 1946, por el fallecimiento del mandatario Juan Antonio Ríos, se puede encontrar una revelación.

La Alianza Democrática (partidos Comunista, Radical, Democrático y una facción socialista) postuló a Gabriel González Videla, descartando la opción del comunista Elías Lafertte. Otra sección socialista presentó la candidatura propia de Bernardo Ibáñez, mientras la derecha postuló varias candidaturas de liberales, conservadores y una agrariolaborista, pero todas las conversaciones para formar un pacto fracasaron y se optó por candidaturas individuales. Los conservadores con Eduardo Cruz-Coke, apoyado por los socialcristianos, dada la filiación religiosa del candidato; los liberales con Fernando Alessandri, respaldado por los agrariolaboristas y radicales democráticos, contrarios a una alianza con comunistas.

En ese entonces, los partidos portaban principios, los que no eran dogmáticos ideológicamente, sino transaccionales, pragmáticos. No existían encuestas previas con los mejor aspectados, pero la derecha se sentía segura, porque había arrasado en las parlamentarias de 1945. En septiembre se conocieron los siguientes porcentajes obtenidos: González Videla, 40,23%; Cruz-Coke, 29,81%; Alessandri, 27,42%, e Ibáñez. 2,54%.

De acuerdo a la Constitución (1925), el Congreso Pleno debió elegir entre las dos candidaturas con más altas votaciones relativas. Esto desató un clima de negociaciones, maniobras y despliegue de habilidades entre los jefes de campaña y propiamente candidatos, lo que fue favorable para la experticia de González y radicales, porque lograron conformar una coalición bien diversa de parlamentarios que apoyaron de buena gana el triunfo mayoritario anterior, otros lo hicieron por honestidad o virtud republicana (que existía). González Videla obtuvo el 75% de la votación, y Eduardo Cruz-Coke, el 25%.

Exceptuando los apoyos a Jorge Alessandri (1958, 1970), la derecha ha demostrado ser renuente a configurar desde el principio bloques partidarios consistentes y competitivos en este tipo de comicios. Inexplicable incluso para adherentes del sector. Levanta candidaturas irrevocables y hasta rebaten sin piedad durante las campañas. Es un misterio político insondable. ¿A qué se debe, cómo lo justifican ellos mismos? (El Mercurio)

Álvaro Góngora