En su cuenta pública, el Presidente de la República condicionó la implementación de sus programas emblemáticos a una reforma tributaria que incluiría aumentos de impuestos. El Presidente ignoró la adopción de políticas para acelerar la tasa de crecimiento económico -desde hace mucho tiempo paupérrima- como vehículo para aumentar la recaudación fiscal. Una estrategia de este último tipo requeriría, entre otras cosas, cambiar la estructura tributaria para incentivar el ahorro y la inversión, pero no sería necesario aumentar tasas de impuestos y mucho menos hacerlo en la actual coyuntura.
¿Aumentar los ingresos fiscales sin aumentar los impuestos y sin poner en peligro los actuales equilibrios presupuestarios? Parece ser un camino sin destino y sin embargo lo hemos recorrido en Chile durante los 30 años de la Concertación y lo ha hecho Irlanda recientemente. En este último caso, la estrategia ha sido tan exitosa que Irlanda se ha transformado en el país con el PIB por persona más elevado de Europa, superando los US$ 100.000 anuales, el doble de aquel de Alemania.
Los resultados de las últimas elecciones sugieren que se están dando las condiciones para que nuestro país reasuma una alta tasa de crecimiento del PIB y por ende también de los ingresos tributarios. Pareciera que vuelve a haber acuerdo en torno al modelo deseable, que sería el de una economía de mercado en que el Estado juega un rol importante en materia regulatoria y de financiamiento de los servicios sociales (pensiones, educación, salud, vivienda social, etc.). La provisión de estos servicios sería estatal o privada, según sea más eficiente. Es de esperar que este acuerdo se refleje en las disposiciones pertinentes de la nueva Constitución y en las leyes y reglamentos, con lo que se estaría otorgando la estabilidad jurídica que exigen los inversionistas.
Dado lo anterior, volver a crecer a una tasa mayor que aquella promedio del mundo debiera ser nuestro objetivo, para lo cual habría que incentivar el ahorro y generar nuevas posibilidades de inversión. Se puede incentivar el ahorro rebajando la tasa del impuesto de primera categoría y eliminando los impuestos sobre las utilidades reinvertidas. La consecuente reducción de los ingresos tributarios se puede compensar con una ampliación de la base del impuesto sobre la renta, materia políticamente muy compleja, pero que hay que enfrentar.
Finalmente, las nuevas posibilidades de inversión se pueden crear por la vía de cambios legales y regulatorios. En el pasado esto se hizo con gran éxito en sectores tales como las concesiones, la energía eléctrica, la telefonía e internet, el agua potable, etc. En la actualidad se podrían generar de esta forma importantes oportunidades de inversión en transporte y en agua de riego, entre otros sectores. (La Tercera)
Rolf Lüders