El tema central de todo seminario, articulo o trabajo relativo a relaciones político/militares ha sido, por años, la subordinación efectiva de lo militar y, obviamente, lo policial, a la autoridad política. Este principio de la democracia, la izquierda lo impulsó siempre con mucho fervor, mientras que la derecha lo hacía, pero con un menor entusiasmo.
En estos días hemos sido testigos de la acusación que ha sido objeto el Intendente de Santiago, Felipe Guevara, por el «copamiento» policial de la Plaza Italia. Mas allá de que esta acusación haya sido justa o injusta dejó en evidencia un hecho preocupante, cual es que la defensa del Intendente se basó en que esta medida disuasiva policial fue responsabilidad de Carabineros y no de su decisión como autoridad metropolitana. En un arrebato “clausewitziano”, Felipe Guevara llegó a afirmar que las acciones tácticas son propias de Carabineros y que solo después las evalúa junto a la policía.
Se podrá esgrimir que Carabineros no depende ni jerárquica ni administrativamente del Intendente. Empero, al parecer, propuso un curso de acción de copamiento que el Intendente tiene que haber aprobado y, al hacerlo, se involucró. En los hechos, quizás, Carabineros podría haber tomado las medidas que creyera adecuadas sin contar con la autorización de la autoridad regional, pero, en ese caso, la autoridad civil no habría cumplido con su responsabilidad. El problema de fondo, a mi entender, es más bien estético que administrativo.
Es fundamental ilustrar al Intendente de que la política, estrategia, táctica y logística son inseparables en los ámbitos militares y policiales. No es posible separarlas, ya que su vinculación e interdependencia hace imprescindible mirarlas como un todo. Es conveniente que el Sr Guevara sepa que una acción táctica mal ejecutada o equivocada, no solo hará fracasar a la estrategia, sino que tendrá efectos políticos de gran envergadura y perjuicio.
En lo personal, creo que la autoridad política zafó esta vez porque la acusación no era lo suficientemente sólida, pero dejó varias aprehensiones.
En los ámbitos militares y, presumo que también en Carabineros, se enseña que la autoridad o el que manda es responsable de todo lo que hace o no hace su unidad. Por ello, el Intendente no puede desentenderse de las acciones que se ejecuten y solo evaluarlas después. Muchas veces la orden desde el escalón político es tímida y muy asegurada: “tiren agua, pero no los mojen”, para después no asumir consecuencias negativas.
Desgraciadamente hemos podido comprobar que ciertas autoridades políticas cuando corren riesgo se olvidan de la autoridad y responsabilidad que tienen en hacer efectiva la subordinación. En este caso, además, olvidando que él podía aceptar o rechazar la medida. Ahora, si él la aprobó, es más digno asumir la responsabilidad que aparecer insinuando que la policía hace lo que se le antoja.
Sin embargo, hay un alcance más delicado. Se encuentra en estudio el empleo de las FF.AA. en protección de infraestructuras críticas (servicios de utilidad pública), lo que implica en términos prácticos el empleo de las capacidades militares en seguridad interior sin mediar estado de excepción. Hay riesgos de confrontación, ya que por algo se piensa colocar en esa tarea a las FF.AA. En el evento de que algo ocurra -que nadie desea- ¿cuál será la reacción de la autoridad política? No parecería muy digno que se echara mano al argumento de separar a la estrategia de la táctica, para dejar a la autoridad política indemne y al mando militar como responsable.
Recuerdo que, en plena guerra de Iraq, el Washington Post publicó una caricatura de Tom Toles. En ella aparecen el secretario de defensa Donald Rumsfeld leyendo el titular del diario que anunciaba “la guerra va mucho mejor” y, a su lado, el Gral Tommy Franks, quien estaba a cargo de las operaciones. Rumsfeld, al leer la noticia, expresa: “Encuentro que es muy injusto de mi parte dar toda la responsabilidad del plan al Gra.l Franks”.
Como podemos apreciar delegar responsabilidades o adjudicarse los éxitos no es “típico chileno” como dice el comercial, sino que es una clásica tentación propia de la política en cualquier tiempo y lugar. (NP)
Dr Jaime Garcia Covarrubias