Bajo el lema “110 años: mirando el futuro, transformando el presente”, el Partido Comunista celebró recientemente su aniversario. El acto tuvo lugar en el Teatro Caupolicán y permitió conocer la visión que el PC tiene del proceso político chileno. El principal orador fue su presidente, Guillermo Teillier. En un discurso de algo más de 45 minutos, hizo énfasis en tres temas: los orígenes históricos de la colectividad; la Convención y la importancia que le atribuye a que gane la opción Apruebo en el plebiscito —“la batalla de las batallas”, según El Siglo—, pues su contenido interpreta sus aspiraciones programáticas, y, finalmente, la aprobación que les merece la Cuenta Pública recién rendida por el Presidente Boric, queriendo así dar una señal de unidad en el oficialismo, pero también explicitando el catálogo de temas que hoy el PC pretende impulsar.
Respecto de su historia en Chile, Teillier rindió un homenaje a sus fundadores y su concepción de sociedad, basada en la lucha de clases y el papel que en ella se autoatribuye el PC como expresión de la clase obrera. A pesar de que con los años su discurso ha ido incorporando otros temas, Teillier insistió en la continuidad que hay tras los afanes que los han movilizado. Al respecto, podría sorprender que hoy los comunistas pretendan encarnar cuestiones como la problemática ambiental o las reivindicaciones de las minorías sexuales, frente a las que históricamente habían sido indiferentes o incluso abiertamente contrarios; ello revela hasta qué punto la bancarrota ideológica que significó para el comunismo mundial la caída del Muro de Berlín y la evolución de lo que se entendía por proletariado, lo ha obligado a buscar otros “sujetos revolucionarios”, intentando aplicar la dialéctica marxista en materias que antes despreciaba como meras preocupaciones burguesas.
En otra paradoja, aunque el PC se excluyó del acuerdo del 15 de noviembre, que dio origen al proceso, Teillier valoró el texto que termina de elaborar la Convención, insistiendo en la caricaturesca idea de que el próximo 4 de septiembre estaría en juego terminar con “la Constitución pinochetista”.
En lo político, el timonel comunista declaró una profunda identificación con el Gobierno, aludiendo a “pájaros de mal agüero” que pretenderían ponerlos en contradicción, y celebró los anuncios de la Cuenta Pública. Sugerente es que, respecto del sistema de pensiones, junto con aplaudir el eventual fin de las AFP, resaltara que sería “sin expropiación de fondos”, reconociendo de modo implícito, y ciertamente en contra de los postulados comunistas, la importancia que la gente atribuye a la propiedad de esos fondos.
Más en conformidad con las posturas tradicionales de su partido, alabó la creación de una Empresa Nacional del Litio. También destacó que en el futuro se podrá ir “cómodamente” a Valparaíso en un tren rápido, expresó su inquietud por la inflación y apoyó los planteamientos presidenciales sobre seguridad, afirmando que la sola represión no soluciona los problemas. En lo internacional, se mostró esperanzado ante las posibilidades de triunfo de la izquierda en Colombia y Brasil. Y dando cuenta de los atavismos, si bien declaró que el partido es firme partidario de la paz, evitó condenar la invasión rusa a Ucrania.
Pero quizás lo más sugerente fue la afirmación de estar viviendo “un momento crucial”. Con un borrador constitucional que demuele instituciones históricas y abunda en planteamientos radicalizados, y siendo parte de un gobierno donde su peso es evidente, el PC chileno ha logrado avances inéditos para sus posiciones. Han contribuido a ello la innegable habilidad política de sus figuras para maximizar su influencia (el caso de la Convención es en ese sentido paradigmático); la incorporación de una generación de atractivos rostros jóvenes que conviven disciplinadamente con sus veteranos dirigentes (Teillier lleva la insólita cifra de 17 años al frente de la colectividad), y el referido ejercicio de incorporar a su anticuado discurso el lenguaje de las coaliciones identitarias.
Pero aun en este momento pervive en el PC una distorsionada visión de la democracia, que bien podría simbolizarse en el saludo y agradecimiento a las delegaciones presentes de dictaduras como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Tal vínculo debería constituir una señal y una advertencia a la ciudadanía respecto de un partido que hoy ocupa un lugar clave en la coalición oficialista. (El Mercurio)
Editorial El Mercurio