Esa es la desafortunada frase que ha dominado las negociaciones entre los bloques más importantes de la política chilena a la hora de definir las candidaturas. Primó hace un par de días con la inscripción de candidatos para primarias en elecciones de gobernadores, y alcaldes. Su expresión más cruda se dio en las de gobernadores, donde la coalición oficialista, que domina en casi todo el país, no inscribió primaria alguna y Chile Vamos dos. En alcaldes, el oficialismo y la DC inscribieron un pacto único con 86 primarias y Chile Vamos solamente hará 20 primarias.
Una primera mirada diría que el oficialismo se adelantó en la primera movida con una mejor negociación. Eso si una primaria define candidatos más competitivos, lo que puede ser cierto; pero también si concede una ventaja al adelantar la campaña, lo que podría ser válido.
Más allá de las cuentas que se sacan en comunas importantes, a lo que volveremos, el problema de “el que tiene mantiene” es que discurre en un sentido inverso a lo que quiere la ciudadanía hoy. Lo que se percibe por una población alejada de sus autoridades es que las municipalidades son cotos para colocar a los amigos y correligionarios, cuando no propiedad de señores feudales que conciben el territorio como un reducto familiar. Así, “mantener” puede transformarse en sinónimo de irregularidades, amiguismo, cuando no corrupción, como hemos visto en el pasado reciente en varias municipalidades del país. Las prioridades de las personas: calidad y oportunidad de los servicios municipales, infraestructura pública de calidad y seguridad ciudadana se descuidan y degradan.
Si agregamos a “el que tiene mantiene” las modificaciones al financiamiento de la política, que aseguraron el flujo continuo de recursos públicos a los partidos políticos en función de las votaciones obtenidas por las listas en elecciones pasadas, tenemos un efecto perverso a mi juicio. Los partidos no necesitan fortalecer sus estructuras locales con trabajo en terreno de militantes y líderes locales, sino que les basta atraer a alguna figura conocida, que habitualmente se presenta como independiente en una lista partidaria.
La competencia resulta desfavorecida con esta combinación de regulaciones e incentivos. Por eso en la comuna de Santiago el Partido Comunista se la jugó para que no hubiera primaria, asegurando la candidatura de Irací Hassler pese a su deficiente gestión. La oposición no aprovechó la oportunidad y no inscribió una primaria. La DC utilizó al máximo “el que tiene mantiene” para obtener un número desproporcionadamente alto de candidatos, en perjuicio del PS y el PPD.
La oposición tiene una ventaja porque sus ideas respecto a seguridad, migración y empleo son hoy mayoritarias, pero si no nomina candidatos que convenzan a la gente no lo transformará en un triunfo. (La Tercera)
Luis Larraín