En siete meses más el sacerdote Cristián Precht podrá volver a oficiar misas. Lo último que se escuchó acerca de él, en diciembre de 2012, fue la sentencia del Vaticano: la confirmación de que el presbítero cometió “conductas abusivas” contra mayores y menores de edad. A pesar de la gravedad de los hechos, la suspensión del ejercicio público del ministerio sacerdotal se acotó a 5 años, tiempo que ya se acabará y abrirá otra pregunta: ¿dónde podría Cristián Precht hacer misas nuevamente?
Al interior de la institución católica hay sentimientos encontrados. Por una parte, hay quienes quieren apoyar al sacerdote –quien fue además uno de los emblemas de la Iglesia contra la dictadura– al momento en que se reintegre a las labores religiosas. Sin embargo, otros estiman que la situación amerita alejarlo y no crear un escenario de tensión similar al que se dio con el obispo Juan Barros, en Osorno.
Uno de los destinos que se repite para que Precht vuelva al ministerio sacerdotal católico es Aysén.
Las coincidencias con el obispo Luis Infanti no son pocas. En 1978, cuando este estudió Filosofía y Teología en la Universidad Católica de Santiago, Precht fue su profesor. Años después se reencontraron en la Pastoral Juvenil. Hace pocas semanas Precht pasó Semana Santa en compañía de Infanti en la Undécima Región.
Pese a la situación que atraviesa Precht, para el obispo no es una mala opción recibir a su ex profesor: “Eso depende él y del arzobispo (de Santiago)…, si en Aysén hay la posibilidad de que vengan más curas, bendito sea Dios”, señala Infanti vía telefónica desde Aysén.
En Santiago y no obstante aclarar que no puede dar entrevistas, desde la Casa del Clero –en Santa Isabel con Lira–, lugar que habita desde la sentencia del Vaticano, Cristián Precht responde con oraciones cortas a El Mostrador vía WhatsApp:
-¿Definitivamente volverá a hacer misas públicas en diciembre?
-Así lo espero. En diciembre termina el tiempo de mi sentencia.
-Suena con mucha fuerza la idea de que pueda ir a hacer misas en Aysén. ¿Lo ve como una opción?
-No lo tengo claro todavía, pero es una posibilidad porque allá hay muy poco clero.
La única objeción para este traslado sería que Cristián Precht está incardinado a la Iglesia de Santiago –es decir, allí pertenece–, por eso la última palabra para ese cambio la tendría el arzobispo de la capital, Ricardo Ezzati.
LAS VÍCTIMAS
Una fuente que conoció la investigación señala que, junto con la sentencia, en 2012 el Vaticano envió recomendaciones a la Iglesia chilena respecto a las posibles sanciones y estas eran más duras que las que se fijaron. Según la misma fuente, incluso Jaime Ortiz de Lazcano, el vicario que encabeza el tribunal eclesiástico, habría preparado una sentencia similar a la de Fernando Karadima (una vida de oración y penitencia) y en último momento esta quedo solo en 5 años.
Una prueba de ello sería que, en respuesta a la condena elegida por la Iglesia católica en Chile, en 2012, Precht señaló en un comunicado: “La esperanza de poner término a estos cuestionamientos y tensiones, y manteniendo mi convicción de inocencia respecto de los delitos que se me atribuyen, he decidido no apelar ante la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), y asumir con obediencia las sanciones impuestas por mi obispo», dijo en esa carta pública el 21 de febrero de 2013.
“No apeló al Vaticano porque, si hubiera apelado, las recomendaciones de Roma eran aun mucho más duras”, comenta otra fuente que conoce la investigación.
Uno de los testimonios que llegaron hasta Roma fue el de Jorge Cantellano, una de las 20 acusaciones de abuso sexual que existen en contra de Cristián Precht. Hace cinco años, consultado por un periodista de The Clinic sobre cómo se le insinuó el sacerdote, él respondió: “El contexto de la situación está en las cartas que le mandé a Precht y a la Iglesia. En la primera, dirigida a Cristián, digo: ‘Usted, al cual yo apreciaba con mucho respeto, apareció con su vaina desenfundada ofreciéndola como hostia celibatada’. Al parecer lo que expresé fue muy metafórico y se ha interpretado como tendencias exhibicionistas, que no fue mi intención. En realidad no le vi los genitales, pero alcancé a sentirlo en mi mano por un instante, y allí reaccioné y conversamos la situación”.
Cantellano participaba en comunidades cristianas en Pudahuel. Hoy vive en Australia y, ante el inminente cumplimiento de la sentencia, señala vía e-mail: “Desde aquel momento, en lo personal no recibo hostia de la mano de ningún cura. La única excepción fue en la ceremonia de mi matrimonio, donde comulgamos con migas de marraquetas compartidas entre los presentes. En lo personal, me es totalmente indiferente si Cristián hace misa o no, si lo castiga el Vaticano, o el Arzobispado con sus telas de arañas. Si le diera importancia a todo esto, pediría que la Iglesia me desbautice”.
Otra de las personas que se vio afectada por las agresiones de Precht y cuyo testimonio también contó como prueba en el Vaticano –como testigo de contexto, porque cuando vivió el episodio tenía ya 28 años– señala que el sacerdote siempre se acercó a los jóvenes “con esa apariencia del padre buena onda, amistoso, como más abierto de mente. Una vez se inclinó a los pies de mi cama como si fuera a rezar, sin embargo, empezó a tocarme primero en el pecho, después llegó hasta los calzoncillos. Le grite: ¡Para! Él se detuvo y se fue. Jamás se refirió al asunto”.
La que tampoco habla del caso es la familia de Patricio Vela, el joven sicólogo que se suicidó en abril de 1991 debido a una depresión y respecto de quien se enteraron que había sido abusado por Precht el año 2010. De hecho fue la viuda de Vela, Carolina Bañados Lira –sobrina política de Precht– quien encabezó la denuncia.
“Todo lo que se dice de Precht es verdad y es insólito que vuelva a hacer misa. Decir que es un empate de la derecha con el caso Karadima es un relato que alguien puso sobre la mesa, pero que está lejos de la verdad”, sostiene uno de los denunciantes.
El Mostrador se puso en contacto con el Arzobispado de Santiago, pero señalaron que no se referirán al tema en estos momentos.
El Mostrador