El escritor y periodista peruano, Alvaro Vargas Llosa, es un crítico observador de la realidad estadounidense. Este columnista de La Tercera y académico asociado del Centro Para la Prosperidad Global de The Independent Institute, ha escrito 10 libros y ha colaborado en distintos medios internacionales. En conversación telefónica con este diario desde Washington, analizó el proceso de internas de la carrera por la Casa Blanca.
¿A qué se debe el triunfo de dos outsiders, como Donald Trump, en el caso de los republicanos, y de Bernie Sanders, por los demócratas, en las primarias del martes en New Hampshire?
Se está viviendo en Estados Unidos un fenómeno parecido a lo que se ha vivido en otros países del mundo, sólo que con un efecto retardado, que es una ola de rechazo a lo establecido, contra el liderazgo tradicional de los partidos, contra la jerarquía de las organizaciones políticas príncipales. Trump y Sanders han sido los beneficiarios, por lo menos temporalmente, de este sentimiento popular. Hay que tener en cuenta que estamos al comienzo de las primarias y que en este proceso participan, sobre todo, las bases de los respectivos partidos, no tanto el electorado nacional, aunque sí es verdad que hay unos independientes que están participando.
¿Qué esperanzas pueden tener Trump y Sanders de que su liderazgo se mantenga?
Son casos muy distintos. En el caso de Trump, su mayor esperanza está en su capacidad financiera. Este es un tema importante, desde luego, en cualquier país, pero especialmente en Estados Unidos, donde una campaña electoral tiene un costo colosal y Trump tiene la enorme ventaja de tener un respaldo financiero enorme que es, por supuesto, de su propia fortuna que está poniendo al servicio de su candidatura. Esto le va a permitir, por ejemplo, algo que sus rivales republicanos no tienen, que es la capacidad de resistencia. En el caso de Sanders en el Partido Demócrata es distinto, porque él no tiene el poder económico que está detrás de la candidatura de Hillary (Clinton), aunque sí es verdad que Sanders ha despertado un sentimiento de respaldo popular bastante significativo que se está transformando en un montón de pequeñas donaciones.
¿A su juicio, por qué el establishment republicano no ha podido contener el avance de Trump?
Creo que por varias razones. La primera, es porque hay un rechazo muy grande a la alta jerarquía del Partido Republicano. Ellos consideran que en los últimos años o en más de una década, el partido ha estado en decadencia, que no ha sido capaz de dar una respuesta eficaz a los demócratas, que han tenido el control de la Casa Blanca. Que a pesar de haber ganado las elecciones legislativas, no han sido capaces de traducir eso en un cambio y en la posibilidad de frenar las iniciativas del Presidente (Barack) Obama y piensan, en general, que el partido ha estado actuando muy pasivamente frente a lo que ven como una decadencia de Estados Unidos. ¿Por qué Trump? Porque él reúne algunas condiciones. Evidentemente tiene esa capacidad circense, histriónica o de espectáculo que es muy importante, que es un valor muy significativo en una campaña electoral estadounidense. Tiene también una trayectoria empresarial, que siempre es una credencial significativa en un país como éste. Y tiene, a juicio de un sector republicano más bien de derecha, unas ideas que sintonizan muy bien con la base del partido, en temas como la inmigración, que evidentemente ha hecho suyo desde el comienzo. También, quizás, porque el Partido Republicano no supo proponer a un líder que fuera el candidato del establishment que tuviera atractivo.
¿Cree que la caída de Marco Rubio y el alza de John Kasich en las primarias de New Hampshire hayan favorecido a Trump?
Sí. Lo que ha pasado es lo mejor que le ha podido pasar a Trump. No sólo ganó sino que además sus rivales se repartieron el voto de tal manera que ninguno de ellos pudiera despuntar y convertirse en un rival de peso. Aunque Ted Cruz no ha tenido un mal resultado -ha quedado colocado en tercer lugar después de Kasich- no es percibido como alguien viable. Es una persona que apela a un sector muy ideologizado de la derecha del partido, por lo que puede tener algún buen rendimiento en algunas primarias. No se lo ve como una persona con la capacidad de retar a Trump. En cambio, a Marco Rubio sí se lo veía con ese potencial y ahora eso ha quedado en entredicho. Para Trump este es un escenario ideal, donde al no tener un rival de peso todavía perfilado, le permite ir a la siguiente primaria, la de Carolina del Sur, con una gran ventaja.
En el lado demócrata, ¿qué ocurre con Hillary? ¿Por qué no ha podido conquistar al electorado?
Hillary tiene un problema que es el de la pareja Clinton. En el país hay un cierto cansancio, hastío, con las dinastías políticas en ambos partidos, en el caso del Partido Demócrata y, también yo diría, en parte en el electorado nacional, con los Clinton, que han dominado la política estadounidense por muchísimo tiempo. Evidentemente un electorado que se va renovando, que tiene una edad que lo que busca es el cambio, tiene lógicamente una tendencia a revelarse contra la perpetuidad de figuras como esa, en un partido importante como el Demócrata.
¿Cómo ve las perspectivas de los demócratas de cara a las elecciones?
Todo indica que Hillary va a poder superar esta dificultad por una razón muy sencilla: hay 50 estados, tiene mucho peso en los estados del sur, donde hay una presencia importante de las minorías, es decir, la comunidad afroamericana, la latina, y todos esos sectores tienen mucha más afinidad con los Clinton que con Sanders que, hasta ahora, es un fenómeno más bien de los demócratas del noreste blanco del país. Ahora bien, no se puede descartar que el éxito que está teniendo Sanders le abra espacios en otros lugares y que empiece a conquistar sectores que hasta ahora parecían muy ajenos.