El sector de la televisión abierta da cuenta de un escenario complejo en materia económica. Ello, como siempre, se pretende resolver con una política de despidos masivos como si esta fuese la llave maestra para resolver la crisis. Nada más falso, se les hace pagar a justos por pecadores.
¿De quién es la responsabilidad de la crisis?, lo cierto es que no es de los trabajadores, pues recae principalmente en las decisiones superiores que en los últimos años se han dado en el sector. Ahí está el origen de la realidad que actualmente se vive y que injustamente la están pagando los trabajadores
Una situación casi transversal en los canales de televisión abierta son las millonarias y escandalosas cifras que se pagan a los llamados rostros y ejecutivos de la televisión, la malas decisiones de programación y contenidos, la falta de pluralidad en la información, errores editoriales, negligencia en el hacer televisivo.
Nada más cómodo que ser ejecutivo, actor o rostro de TV, grandes rentas, aparente popularidad, en donde incluso a algunos de ellos se los mantiene en el congelador televisivo sin siquiera ser utilizados productivamente, pero percibiendo mensualmente sus lucrativos honorarios.
Nada más perverso que el sistema de las grúas de ejecutivos y de rostros en el sector, como si fuesen parte del agresivo y absurdo mercado de los grandes jugadores de futbol. Cifras millonarias que responden a otras realidades, que se contrarrestan en lo interno con exigencias de flexibilidad laboral, precariedad y despidos.
Aquí hay una gran fuente del origen de la crisis en la televisión abierta en Chile, la que ha elevado sus costos artificialmente, además buscando rating de manera fácil, sin proyecciones de mediano y largo plazo. ¿Quién hoy día está pensando a la televisión como un factor de logro de un país justo, de una ciudadanía con sentido de dignidad y de derechos, con una cultura amplia y solidaria, con los otros, con el medio ambiente, con nuestra casa común, como bien dice el papa Francisco? Es triste ver a Chile sumido en el sopor de las luces faranduleras de la televisión y el éxito fácil. Pagan para transformarnos en imbéciles, a través de show y realities, y otras basuras prescindibles.
Esos “gurús” del hacer televisivo, los que han buscado el éxito mirándose el ombligo sin medir las consecuencias de sus actos y decisiones son los verdaderos responsables de la crisis en la televisión abierta. Varios ya no están, otros permanecen; algunos se cambiaron de canal, otros se venden como publicistas y sirven a los políticos, donde siguen practicando la farándula del parecer y no ser. Se han llevado consigo grandes prebendas que sus contratos millonarios aseguran y que los trabajadores han absorbido y pagado injustamente. La verdad es que es una vergüenza lo que realmente son.
Es hora de hacer un gran giro, volver a canales de televisión abierta que hagan y transmitan cultura de verdad, a un periodismo investigativo crítico, participativo y propositivo, factores todos fundamentales para salir de la crisis de credibilidad y confianza que invade a nuestro país.
Antes de seguir despidiendo trabajadores para hacer aparecer que ahí estuviese la causa del mal, tengan al menos la moral de bajarse los tremendos ingresos que perciben. Un ejemplo, en un canal de televisión abierta en época de crisis la plana ejecutiva aumento en más del 30% en el nivel de sus remuneraciones. El problema es que ese prácticamente 1%, con una hipocresía infinita, despide a los trabajadores para hacer economía.