Hasta cuándo pelean? Me dijo un empresario, en sintonía con la presidenta de Sofofa que, en el Encuentro Anual de la Industria, solicitó acordar reformas en pensiones, sistema político y tributario. ¿Tienen razón los empresarios? En gran parte sí y en cierto modo no. Emprender es crear, arriesgar para producir bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas. Pero eso no puede ocurrir en el entorno desfavorable que presenta nuestro país.
La inestabilidad es el mayor enemigo de la inversión y Chile, desde hace rato, camina en la dirección de ser una sociedad crecientemente inestable. La violencia desatada en el 2019 dejó la percepción de que el descontento generalizado que se hizo patente es pasto seco para encender conflictos inmanejables. Basta mirar una sesión cualquiera del Congreso para apreciar que tenemos una política enferma que no da certezas mínimas en la conducción del país. Si todo eso no fuera suficiente, el sistema tributario asfixia y espanta las inversiones. Es evidente, entonces, que la demanda empresarial no solo es justificada, es imprescindible y urgente.
Sin embargo, tenemos un problema que va mucho más allá de lo que compete solo a las organizaciones empresariales: Chile perdió el acuerdo mayoritario que tuvo sobre el proyecto de sociedad que queríamos ser. Ese acuerdo, alcanzado en la transición y que nunca fue un consenso, como equivocadamente se le llamaba, consistía en los elementos esenciales del proyecto occidental de la modernidad: el desarrollo como objetivo, con la democracia y el estado de derecho como los medios articuladores del orden social en que esa gran finalidad es alcanzable.
El Presidente Boric -interpelado por la presidenta de Sofofa- y el Gobierno que él encabeza no creen que el desarrollo sea el principal objetivo al que todos, desde nuestras distintas visiones de los medios, debiéramos abocarnos. Su respuesta a la solicitud de rebajar el impuesto corporativo a un monto que incentive el crecimiento, es la necesidad de que “los más ricos paguen más”. Para una, el problema es que Chile no crece; para el otro, es que los ricos deben pagar más.
Las cotizaciones previsionales son el fentanilo de los políticos. Una vez que prueban el placer que les provoca repartirlas se vuelven adictos y, como sucede con todas las adicciones, inevitablemente querrán más y más. ¿Vale la pena un acuerdo en pensiones a este precio? ¿Generaría estabilidad, especialmente con este sistema político? Desde luego que no.
El tema de la seguridad es un buen ejemplo del problema. Antes que ponernos de acuerdo en fortalecer a las policías, nos pusimos de acuerdo en crear otro Ministerio. Las reglas de uso de la fuerza que se discuten son para proteger a los delincuentes de los policías y no a la gente de los delincuentes. ¿Queremos un acuerdo en eso? Yo no.
Necesitamos un gran acuerdo: hacer de Chile un país desarrollado. O lo impone la gente con su voto o no lo tendremos. Esa es la esencia de la política. Es así de simple y de difícil. (La Tercera)
Gonzalo Cordero