El cardenal Francisco Javier Errázuriz negó que haya encubierto los delitos del párroco de la iglesia de El Bosque, Fernando Karadima, pero reconoció que la popularidad de éste y su habilidad para atraer seminaristas, afectó el juicio que tuvo al investigar las denuncias.
El arzobispo emérito escribió una carta el 10 de mayo a los miembros de la Conferencia Episcopal chilena, en la que defendió su manejo en el caso.
Esta revelación coincide con el inicio de la reunión que convocó el Papa Francisco con los 34 obispos chilenos –incluido Errázuriz- tras la misión que realizó monseñor Charles Scicluna en Chile, quien viajó a recabar información y oír a las víctimas de Karadima.
En la carta, Errázuriz insiste que se atenía a la ley canónica al esperar más de cinco años antes de empezar a investigar al reverendo Fernando Karadima.
Errázuriz escribió que había sido «difícil» alcanzar el estándar requerido por El Vaticano de estar convencido de que la denuncia era «al menos verosímil» dada la popularidad de Karadima.
«Se acusaba a un sacerdote de gran convocatoria pastoral, cuya predicación había enriquecido a más de treinta jóvenes que habían sido ordenados sacerdotes, y a cuatro sacerdotes que habían sido consagrados obispos», escribió Errázuriz.
«Además se acusaba a un sacerdote que inspiraba una asociación formada por jóvenes y presbíteros que propagaban su fama», añadió en la carta.
James Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz, las víctimas de Karadima, han acusado a Errázuriz de encubrir sus denuncias para proteger al ex párroco de El Bosque. Lo anterior se lo señalaron personalmente al Papa Francisco la semana pasado, cuando se reunieron con él en Roma.
«Es claro que no hubo de mi parte ni delito, ni crimen, ni encubrimiento alguno», escribió el prelado. Además, dijo que quería dejar en claro los hechos porque «durante las últimas semanas se me ha difamado públicamente y en repetidas oportunidades, tildándome de encubridor, delincuente, criminal y persona despreciable«.
Errázuriz también señaló que si tuviera que repetir un proceso semejante, no confiaría la investigación a otros, ya que ello lo distanció de las víctimas. «La distancia ocasionó en las víctimas un dolor inmerecido que no tuve la intención de causar», escribió. «Lamento profundamente que esa herida aún no haya sanado». (Emol)