Chile está enfrentando las consecuencias de la grave crisis demográfica, que disminuye las pensiones por la mayor expectativa de vida, junto con un menor crecimiento económico producto de la reducida natalidad. A esto se suma una década de caída en la tasa de ahorro nacional, que atenta también en contra del desarrollo. Existe consenso en que un aumento de la tasa de ahorro previsional obligatorio es una condición clave para enfrentar ambos problemas, contribuyendo al desarrollo del mercado de capitales, a aumentar la inversión y a generar más y mejores empleos.
Aunque es válida la preferencia de que todo el aumento de cotización se destine a aumentar el ahorro individual, sabemos que ese resultado es políticamente inviable. Entonces, la preferencia absoluta de un grupo por una distribución 6-0 de la cotización conduce en la práctica a un 0-0, que es el peor de los mundos. Cada año que pasa y no se aumenta el ahorro para pensiones, va creciendo la deuda pública implícita en pensiones solidarias.
Es factible lograr un buen acuerdo, con fundamentos técnicos serios, que nos permitan tener un mejor sistema de pensiones. Decir que establecer un componente de transferencias abre una puerta que no se cierra más, es desconocer los componentes de seguro que existen en otras políticas de seguridad social, como el seguro de cesantía o la ley de accidentes del trabajo. Lo relevante es entonces que esos componentes de seguro tengan un sustento técnico y no generen incentivos perversos.
En ese sentido, la compensación a las mujeres por su mayor expectativa de vida, financiada con una parte de la cotización, pero a condición de que posterguen su edad de jubilación, parece un componente razonable, que tiene un costo acotado, que no es un impuesto al trabajo y que genera un incentivo potente a postergar el fin de la vida laboral por parte de las mujeres.
Por otra parte, financiar una garantía transitoria por años cotizados a personas con elevada densidad de cotización genera incentivos a cotizar, algo muy necesario en el contexto de informalidad que enfrentamos, compensando a grupos que a pesar de la PGU tienen baja tasa de reemplazo. De alguna forma, se trata de mejorar la PGU, pero solo a sectores que efectivamente cotizaron por muchos años. ¿Cómo financiarlo en un contexto de finanzas públicas deterioradas? Se trata de un tema complejo, pero la alternativa de un préstamo de los cotizantes a tasa de mercado es preferible a otras opciones.
En definitiva, aunque por supuesto no cualquier acuerdo es bueno, sí puede serlo ceder en algún grado a la postura contraria, pero cuando a cambio de esa concesión se avance en otros ámbitos de la política pública en que ambas partes coinciden, como son los incentivos a cotizar y a prolongar la vida laboral. (El Mercurio)
Cecilia Cifuentes
Soledad Hormazábal
María José Zaldívar
Representantes de Chile Vamos en la Mesa Técnica de Pensiones