Si hubiera que juzgar a las AFP por cómo han defendido y explicado el sistema en la última década, sin duda no merecerían seguir existiendo. Hace años algunos venimos advirtiendo que un sector ideologizado del país busca destruir el que constituye el pilar central del modelo económico actualmente en cuestión y hemos dicho que era cosa de tiempo para que se iniciara una masiva campaña en su contra. Les advertimos, años atrás, que debían tirar “toda la carne a la parrilla” en un país en que la mayoría no entiende los principios básicos del sistema. Lamentablemente, poco hicieron por dar la batalla por la imagen. Al parecer nunca entendieron que lo que hay de fondo es un tema ideológico y comunicacional más que técnico y seguirá siendo así a pesar de las reformas de la Presidenta. Ninguna institución, dijo John Stuart Mill, subsiste el paso del tiempo si la opinión mayoritaria no la respalda y esa opinión, dijo el mismo Mill, la forman los intelectuales y difusores de ideas.
Daniel Kahneman, psicólogo de Princeton y premio Nobel de economía por sus investigaciones sobre cómo funciona nuestro cerebro en la toma de decisiones, dice que “una forma confiable de hacer creer a la gente falsedades es la repetición frecuente, pues la familiaridad no es fácilmente distinguible de la verdad”. La idea de que las AFP son un robo se ha repetido tanto, implícita o explícitamente, en todos los foros, medios de comunicación, universidades y otros que no es raro que hoy se esté poniendo en tela de juicio su subsistencia. Los demagogos se han encargado de propagar por años estas falsedades con el único fin de hacer girar el clima de opinión de modo tal de hacer caer el sistema. Cuando en sus recientes intervenciones José Piñera dijo que los medios de comunicación han sido responsables directos de que haya mucha gente que cree que las AFP son un mal arreglo tenía toda la razón. Lo extraño es que no haya habido de parte de las AFP una contraofensiva potente e inteligente para salir al paso de tanto engaño. Ha habido excepciones como el notable Klaus Schmidt Hebbel, pero ciertamente no se ha percibido una estrategia de comunicaciones integral que atienda la naturaleza ideológica de la amenaza que enfrentan.
Ahora que estamos entrando en un delirante proceso de creación de una nueva constitución, ¿qué pasará con las pensiones? No lo sabemos. Es cierto que hoy hay intereses extranjeros involucrados en el negocio y que eso constituye un freno adicional al zarpazo que políticos populistas e ideólogos colectivistas quieran pegarle al sistema. Pero no debemos subestimar el alcance que puede llegar a tener el populismo en nuestro país en la próxima década. La tentación de confiscar los más de US$ 160 mil millones acumulados es gigantesca y solo una sociedad civil organizada dispuesta a defender su dinero será capaz de frenarla en el largo plazo. Para eso, la opinión común no puede ser que aquí un par de ricos dueños de las AFP nacionales o extranjeros están esquilmando a los cotizantes como quieren hacernos creer ciertos grupos. Por cierto el clima de opinión general en contra de los empresarios es parte de esa campaña por destruir la credibilidad del sistema de mercado donde las AFP son un pilar fundamental. ¿O acaso condenar el lucro como inmoral en sí no destruye inmediatamente la legitimidad del negocio de las AFP? ¿Por qué va a ser inmoral lucrar con educación y otros derechos sociales y no con la pensión que es un tema todavía más sensible? Resulta increíble que muchos empresarios en Chile aun hoy no entiendan lo que está en juego y el nivel en que debe darse la batalla. Esto no puede explicarse sino por la falta de hábitos de lectura entre muchos de nuestros empresarios muy dedicados a los números pero totalmente indolentes al mundo de las ideas que es el que define la sustentabilidad de largo plazo de su negocio. Se siguen comportando como el transeúnte que camina al lado de un Rottweiler que le está gruñendo y mostrando los dientes y que cree que por no mirarlo no lo va a morder. (DF)
Axel Kaiser