El próximo 18 de octubre se cumplen cinco años de aquel día en que ocurrió el estallido social. Un día que marcó el inicio de un proceso político intenso y complejo que por momentos hizo tambalear a las institucionalidad política del país.
Transcurrido ya un tiempo no son pocas las voces desde la Academia y la política que han entrado al debate con visiones críticas respecto no solo del 18 de octubre, sino sobre los procesos posteriores y las posiciones que la ciudadanía enarbolaba en ese entonces.
En Pauta Global, Miguel Ángel Fernández, subdirector académico del Faro UDD, comentó el estudio que en el que han trabajado durante el último tiempo y abordó las conclusiones mas importantes que aparecerán en el libro que lanzarán el próximo 18-O.
“Hay una cosa muy interesante, porque lamentablemente las ciencias sociales siempre son más lentas que la prensa, entonces a cinco años de lo que ocurrió en octubre de 2019, recién estamos pudiendo hacer análisis más finos respecto de la población antes de 2019 y qué ha ocurrido a tres y a cinco años“, indicó el académico.
Fernández continuó su explicación. “Y ahí viene un proceso distinto que es una parte de la construcción narrativa del fenómeno social que tuvo lugar en Chile a partir del año 2011. Cuando uno sigue a las personas que se manifestaron ese año, comenzamos a intentar observar qué características tenían las personas que se adhirieron a la protesta como forma de acción política”.
En este sentido dijo que “la marcha de 1.200.000 personas, fue a grandes rasgos, un 15% de la población de la región Metropolitana y generó un impacto muy profundo”.
“¿Y qué llevó la gente a decir ese día 25 octubre, voy a ir a Plaza Italia a marchar? Primero hay una cosa que pasa en Chile que es muy distinta al resto del mundo y es un dato de los países subdesarrollados entre los que nos encontramos. El resto de los países en 1960, aumentaron al doble el ingreso durante los siguientes 50-60 años”, señaló.
Pero agregó que “Chile lo hizo 14,4 veces, cuya consecuencia es una generación que vivió los logros de los gobiernos de Aylwin y Frei; de la apertura al comercio exterior, donde hubo más oportunidades, mejores opciones, pero eso se ha ido ralentizado en el tiempo“.
Sobre el perfil que del manifestante de octubre del 2019, indicó que “es estadísticamente distinto al resto del perfil de los chilenos. ¿Por qué? Primero, son personas que tienen una inclinación política más cercana en autoubicación a la izquierda. Segundo, hay un tema con la construcción del sistema chileno de los 90 en adelante, que es la expectativa meritocrática.
“Esa idea de que con mi esfuerzo, con la inteligencia y con los estudios, voy a lograr tener más posibilidad y estar mejor que mis padres, por ejemplo”, y añadió que “cuando veo que tengo menos opciones y que el sistema tradicional no me está respondiendo, me frustro, y si veo que mi voto, que es un medio convencional, no modifica mis condiciones me voy al método no convencional”.
Asimismo afirmó que “desde el 18-O en adelante, se instaló una narrativa pública dominante que los políticos han utilizado mucho desde entonces. De hecho, el paso inicial muchas veces de reformas, de discusiones políticas, recuerda esa marcha. Recuerda ese millón doscientas mil personas, como si fueran un reflejo de la sociedad chilena”.
“Y los datos no muestran eso. Los datos muestran que es un grupo importante, estamos hablando del 21% de la población, que se separa además en dos grupos, que tiene visiones distintas del país, y de alguna manera son motivados a marchar porque ven que sus condiciones no están siendo del mismo nivel de sus expectativas”, acotó.
En este sentido explicó que “hay momentos en la historia del país que quedan grabados en la conciencia colectiva. ¿Y qué ocurre cuando pasa un evento de la naturaleza violenta que se vio con la destrucción del transporte público a Santiago, la quema de edificios? La gente genera ansiedad. Cuando hay aumento de ansiedad empezamos a buscar más información”.
“Necesitamos saber qué está ocurriendo y las personas nos informamos muchas veces con lo que nos sentimos más cómodos, con cierto medio, con nuestras redes sociales, con ciertas personas. Y se genera un proceso de reforzamiento de los valores que tenemos intrínsecamente y se activan políticamente esos valores”, detalló.
Finalmente indicó que “en el grupo de manifestantes de octubre hubo una profunda activación ideológica”, y si bien se activaron muchas personas de izquierda, también se activaron identidades de derecha. ¿Y por qué te digo esto? Porque cuando una persona no se identifica políticamente, pero tres años después sí decide ubicarse en la distribución en un lugar, ocurre la polarización”.