A los 27 años, Yoani Sánchez hizo lo que muchos cubanos hicieron antes que ella; se fue de su país. Junto a su marido y su hijo partió a Suiza a comenzar una nueva vida. Dos años después hizo lo que casi ningún cubano hace: volvió a la isla con la promesa de vivir como una mujer libre.
Yoani es una mujer de contextura menuda, casi frágil. Es tranquila, habla con tono pausado, dulce. Cuesta entender cómo una mujer así puede exasperar tanto al régimen de los Castro. Pero la cosa es que Sánchez es hoy una de las disidentes cubanas más conocidas. Tanto, que la revista Time la eligió una de las 100 personas más influyentes del mundo. Todo esto gracias a la fuerza que alcanzó su blog, “Generación Y”, donde relata la vida cotidiana de los cubanos. Era, quizás, la primera ventana por la que muchos pudieron ver lo que realmente pasa en la isla.
Pocos imaginan cómo logró hacer esto sin ser amenazada, detenida, torturada. La cosa es que sí fue amenazada, detenida y golpeada. Pero ella no se doblegó. Ahí uno capta que esta mujer, menuda por fuera, dulce en la forma, tiene una fortaleza interna soprendente. Nunca se queja, y cuando le preguntan por aquello, sólo sonríe. Dentro de todo he tenido suerte, dice. Otros ya no están, o siguen detenidos. Parece indudable que a ella la protege ahora su fama. Y la tecnología, que es su bandera de lucha.
Esta semana, Yoani estuvo en Santiago, se reunió con estudiantes, académicos, políticos, periodistas y empresarios. El mensaje fue siempre el mismo. Las negociaciones que hoy mantiene Estados Unidos con Cuba son una señal de esperanza, pero la lucha por la libertad no concluye. Falta un compromiso claro de Raúl Castro para lograr la democracia. Por ello, a quien quiera escucharla, le pide dos cosas: la primera es que los dejen de ver como ese sueño revolucionario viejo y gastado. Ellos, los cubanos, quieren tener hoy otros sueños y necesitan el apoyo más decidido de los gobiernos de la región; segundo, que no transformen a la isla en un verdadero parque temático, donde los turistas corren a ver la Cuba de Fidel antes de que cambie. Lo que necesitamos, dice, es gente que nos ayude a cambiar, no a quedarnos entre autos viejos y casas ruinosas.
Le preguntan si dentro de la isla existirá presión para los cambios. Algunos advierten cierta pasividad en la gente. Ella contesta que no hay que confundir la pasividad con el miedo. En todo caso, agrega, nunca verán en Cuba grandes protestas. Porque los cubanos no salen a las calles; saltan al mar. Esa ha sido siempre su forma de manifestar su malestar.
Yoani Sánchez vuelve hoy a La Habana, a su casa, donde la espera su familia, desde donde seguirá su lucha hasta que la dictadura, que ya lleva 56 años, termine. Y cuando ello suceda, esta mujer de sonrisa rápida y voz pausada ocupará un lugar entre aquellos que lo hicieron posible. Silvio Rodríguez citaba a Bertolt Brech, y decía que hay personas que luchan un día y son buenos; pero los hay quienes luchan toda la vida. Esos son imprescindibles. Es claro que Yoani es una mujer imprescindible.