La última vez que el excomandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre participó de una diligencia en La Serena había un vehículo blindado esperándolo para evitar que fuera objeto de “funas” por parte de familiares de víctimas del régimen militar. El general (r) recuerda que un policía le dijo: “Señor, lo vamos a tener que sacar en el carro”, y que él contestó: “no me voy a subir a ningún vehículo, si hay que salir caminando de aquí a pie, voy a salir con la frente en alto, no he hecho nada, ni me da miedo nada”.
Los últimos días para Cheyre, el general del “nunca más”, han sido duros. La semana pasada el juez Vicente Hormazábal lo procesó como autor de torturas en el Regimiento Arica de La Serena, donde lo sorprendió el golpe de 1973. Ya el 9 de noviembre pasado el juez Mario Carroza lo condenó como encubridor de ejecuciones de la Caravana de la Muerte en ese mismo lugar. Cheyre apeló a la sentencia.
Refugiado en una ciudad del sur, el general (r) pasa los días leyendo en compañía de su esposa. Dice que no le duele que su rol en la historia de Chile y su imagen pública pueda cambiar para siempre, sino que lo afecta no poder salir del país para conocer a los tres nietos que en estos dos años han nacido en el extranjero. “Duele escuchar que no te permiten viajar porque eres un ‘peligro para la seguridad de la sociedad’ (se queda en silencio). Es muy fuerte”, remata.
En una entrevista que dio en el 2016, también a Reportajes, dijo que estaba tratando de encontrar sentido a estas acusaciones. Hoy suma una imputación por torturas. ¿Ha logrado encontrar ese sentido?
Me he dado tres explicaciones. Una: hay un sector que siempre ha estado en mi contra, el de mis mismos compañeros de armas, no de mi generación, sino que fundamentalmente los más antiguos y los que estuvieron vinculados a los servicios de inteligencia como la DINA y la CNI, y aquellos militares que no han hecho un cambio cultural y que creen que todo lo que se hizo estuvo bien y que las definiciones que durante mi mando hicimos generaron un cambio que no les gusta. Ese es un sector identificado y que ha usado todos los medios para destruirme.
No le perdonan que sea el general del “Nunca más”…
Más que eso, porque no solamente fue el “Nunca más”, sino todo lo que hicimos durante mi comandancia en jefe: la educación en derechos humanos, el reconocimiento en la responsabilidad institucional del Ejército, la colaboración. A ese grupo se suma otro que es un sector vinculado a un área extrema, no digo que de los sectores vinculados a la defensa de los derechos humanos. Me refiero a los relacionados con los dueños del diario El Siglo, de las radios de un partido político determinado, a los abogados que litigan en estudios jurídicos vinculados incluso con diputados del Partido Comunista, y no digo de todos, ni digo de todo el partido. Es un sector extremo del pensamiento político de izquierda que no quieren un Ejército que hizo su trabajo, que ya hizo su mea culpa, que se instaló como un Ejército en democracia y que se volvió a ganar el cariño y respeto de los chilenos. Ellos lo que quieren es mostrar que hay una tarea pendiente en ese tema.
¿Usted cree que a través suyo pueden cuestionar a los militares?
Así es, porque deslegitimando a uno de los mensajeros, como lo soy yo, deslegitiman el proceso completo.
¿Y cuál sería la tercera explicación?
Aquellos que quieren bajarle el mérito a todo el trabajo que hicimos en la transición. Yo le digo con orgullo y me siento muy honrado de ser un hombre de la transición. Fui actor de una transición legítima, verdadera, no tramposa, que buscó terminar con algo que nunca debería haber sucedido en Chile. Yo me siento un hombre de esa transición, y ésta por algunos no solamente no es querida, sino que quieren bajarle todo el mérito que tuvo para Chile. Yo cada día más creo en ese proceso y me siento más reconfortado, con mi conciencia tranquila de haber sido un obrero de esa causa.
Pero usted plantea que es eso lo que lo tiene vinculado a dos procesos por violaciones a los derechos humanos. ¿No se arrepiente?
No. Pese a todo lo que ocurrió posteriormente y pese a todos los costos que yo he pagado: familiares, humanos, de imagen. A mí no me van a destruir. Y la obra, que no solamente yo conduje y lideré, sino que con mis compañeros de generación hicimos de dar curso a esta transición militar, no la van a revertir destruyendo a la persona. Aquí equivocan el flanco.
Aun así, cuesta pensar que no le afecte que se le vincule a ejecuciones, torturas y estar preso por ello. De hecho está libre bajo fianza, pero hace pocos días estaba detenido…
Mire, el dolor más grande no es estar privado de libertad. El dolor más grande es el dolor que les significa a las personas que usted quiere. Pero ese dolor no va a mellar mi fortaleza en el sentido del honor de haber trabajado por Chile, por la reconciliación, por la paz, de haber trabajado porque terminara la época negra que vivimos en un régimen y en un período que nunca debió haber existido en Chile. El honor de haber rescatado y puesto al Ejército como el Ejército de todos chilenos, por solo ese honor, si tengo que pagar el costo que he pagado ahora, lo tendré que pagar.
¿Incluso si eso significa que lo condenen y arriesgue estar en la cárcel?
Yo tengo la fe de que no voy a ser condenado porque, en primer lugar, no soy un encubridor. Esa es una interpretación que ha hecho el juez Carroza. De ser considerado cómplice, ahora dice que soy encubridor y lo dice porque entregué un documento a un diario que solo buscaba informar a las familias de lo sucedido. Yo creo que eso se va a corregir. Y respecto al procesamiento del juez Hormazábal, lo digo fuerte, claro y de frente: jamás he cometido apremio alguno, violencia física alguna, no contra detenidos por casos de derechos humanos: no le he pegado en mi vida a nadie. No he aplicado la violencia, no creo en la violencia.
Pero los militares actúan en situaciones violentas. ¿Cómo poder entender esa postura, más aún cuando el juez Hormazábal dice que usted es autor de torturas contra 24 presos políticos?
Mire, este es un procesamiento, el juez no ha adquirido convicción. Con mi defensa entregamos cientos y seguiremos entregando más pruebas de que esos dichos son falsos. Unos ejemplos: en el proceso hay un señor que dice ‘Cheyre era de hablar duro, pero no puedo hablar de torturas. Yo no vengo aquí a inventar situaciones’; otro declara ‘Insisto que no puedo decir que él me torturó”, y le recalco la palabra ‘insisto’, quiere decir que quien lo está interrogando, es decir el juez, no se queda con lo primero que le dice, sino que le insisten. Y, sin embargo, en su procesamiento, el juez Hormazábal dice que a toda esta gente la torturé y ellos dicen que yo no les he hecho nada.
¿Cómo se explica esa decisión del juez Hormazábal?
A mí no me corresponde calificar las conductas del señor ministro Hormazábal. Respetuosamente hemos entregado todos los documentos necesarios para demostrarle que yo no hice eso que ahora se me acusa… Mire, se lo grafico así: el juez Hormazábal dijo alguna vez que yo ‘no me acordaba de ciertas cosas’. Eso no es así: yo me acuerdo de todo lo que hacía, pero no puedo acordarme de lo que no hacía y de lo que jamás hice. Y nunca, nunca, nunca he torturado ni he apremiado a nadie.
¿Tampoco presenció esas torturas?
Tampoco las presencié.
Hay quienes dicen haberlo visto en el lugar donde fueron detenidos y los torturaron. El sentido común podría decirnos que usted al menos sabía de los apremios…
No. Yo estuve en el regimiento, también sé que había personas detenidas, pero nunca presencié una tortura.
Ni tampoco sabía que ahí se torturaba…
Mi oficina era la ayudantía de regimiento y en la Intendencia. Mis funciones están descritas en documentos que le hemos entregado al señor ministro Hormazábal. El señor abogado Cristián Cruz dice que yo era el segundo comandante del regimiento y lo ha repetido en todas partes: Yo jamás fui segundo comandante de regimiento, el encargado de los detenidos era el señor Tomás Harris, y él, que era mayor dos grados arriba que el mío, porque yo tenía 25 años. No fui nunca jefe de inteligencia, no estuve nunca a cargo de funciones operativas.
Apunta, entonces, a un concierto de personas que inventan que lo vieron torturar…
Hay una articulación de denuncias falsas, y lo peor de todo es el sistema que me juzga, es terrible. Me tengo que retrotraer 45 años atrás para probar que no estuve donde alguien 45 años después dice que se supone que yo estuve, porque recordemos que, dentro de las pruebas, mi defensa presentó un documento de la Vicaría de la Solidaridad que dice que jamás se recibió una denuncia contra mí, nunca.
Usted habla de “un lugar que le duele” por el regimiento que hoy es el “sitio del suceso” de las dos causas penales en las que está vinculado… ¿Por qué no se rebeló en contra de las cosas que ocurrieron ahí?
Porque no las supe hasta muchos años después. Tenía 26 años y llega el general (Sergio) Arellano Stark, quien gozaba del más alto prestigio en esa época. Yo era un teniente y él llegó con una orden firmada por Pinochet y por la Junta Militar como tribunal a ver el consejo de guerra. ¿Usted cree que un joven de 26 años va a cuestionar eso?
¿Nunca sospechó lo que estaba ocurriendo con los opositores al régimen?
Sabía que había detenidos, eso lo declaré, pero se me está pidiendo que un teniente a los 26 años se diera cuenta que Arellano era un malhechor y no un tribunal como decía el mandato con el que llegó, entonces me parece injusto cuando me dicen que encubrí a malhechores cuando no tenía cómo saber lo que estaban haciendo.
No denunció años después a quienes estuvieron ahí…
Yo he declarado cuál era el verdadero aparataje de inteligencia que estaba formado por gente muy rara: un señor polaco, civil, con el cual yo nunca hablé y que tenía un perro grande, el señor (Osvaldo) Pinchetti, un periodista, reservistas, ¡Pero nadie se preocupa de ellos! Es mucho más fácil poner a un señor que es conocido y que tiene rostro y que además tiene estas fuerzas contrapuestas, y no le estoy haciendo la apología de la persecución, yo respondo por lo que tengo que responder.
¿Se siente perseguido?
Sí, me siento perseguido.
¿Por jueces?
Ya le dije, por fuerzas opuestas que crean situaciones falsas.
Pero esas personas están en su derecho de declarar, son los jueces los que finalmente les creen a los denunciantes…
Le han dado crédito relativo porque la complicidad ya salió del tapete del debate y el encubrimiento es una opinión personal del juez Carroza y quedan instancias judiciales que espero reviertan eso. Yo sí creo que hay justicia. Cada día me comprometo más con el dolor ajeno y mi dolor, el de mi familia. ¿Sabe? Sin afán protagónico, me duele no poder seguir siendo actor de un proceso de reconciliación en Chile.
¿Siente que va a quedar marcado, aunque lo absuelvan por estas sospechas?
Mire, yo contribuí a que hubiera verdad, justicia, reparación y no repetición. Este último elemento es uno de los más importantes que se busca después de una dictadura, de un gobierno autoritario. No repetición y ese logro es mi mayor orgullo. En Chile no va a haber repetición, no porque haya dicho “Nunca más”, sino porque dijimos que el Ejército tenía la responsabilidad institucional de todos los hechos punibles del pasado, pero porque además educamos en el “Nunca más”, condujimos un proceso cultural de cambio, porque inculcamos las nuevas generaciones que eso no se hacía y porque además nos convencimos que lo habíamos hecho mal y eso… eso no me lo va a quitar ni un juez que me acuse como encubridor de algo que yo no he encubierto, ni me lo van a a quitar unas denuncias falsas que digan que apremié cuando jamás he torturado. Este proceso lo lideré yo, con nombre y apellido. ¿Sabe por quién no me siento perseguido?, por las víctimas de los derechos humanos, porque yo creo que todos sufrieron dolor, y yo en el sentido que le he encontrado a la vida, cada día me comprometo más con el dolor ajeno y mi dolor por supuesto, que me cansa, me cansa mucho, pero cada día entiendo más el dolor y cada día soy más sensible al dolor.
Es una paradoja que el más alto mando del Ejército que hizo un mea culpa institucional por las violaciones de los DD.HH. haya sido condenado por una causa de DD.HH…
Yo respondí 30 años después por lo que no había respondido nadie. Logré después de mi declaración que todos los vicecomandantes en jefe del Ejército, salvo uno que no firmó, dijeran que habían fallado. ¿Por qué tenía que llegar un comandante en jefe que era teniente el 73 a reconocer lo que nadie había reconocido a esa fecha? Me parece injusto que algunos me exijan sin haber sido ellos capaces de hacer algo como lo que nosotros hicimos.
¿Se refiere a políticos?
Están los actores políticos y también los judiciales.
Se lo pregunto porque el Gobierno de Sebastián Piñera apeló a su condena en el caso Caravana de la Muerte, quiere una más alta y que se le sindique como cómplice… ¿Qué piensa?
(Se toma unos minutos antes de responder) Es increíble.
¿Cree que lo hacen porque a usted se le vincula con la ex Concertación?
No voy a entrar a ninguna discusión política, pero lo encuentro una cobardía. Es ser cobarde no asumir las propias responsabilidades. Todos los sectores políticos deberían echarse una miradita en relación a las culpas del pasado.
¿Y cree que la derecha no lo ha hecho?
Yo creo que nadie lo ha hecho y le repito, no voy a ahondar en consideraciones políticas.
¿Y los jueces? Recién dijo que incluía a los actores judiciales…
Nadie ha hecho un cambio de cultura tan profundo como el que impulsamos nosotros. Dígame… ¡Cuántos recursos de amparo pudieron salvarle la vida a la gente en esa época! La misma Corte Suprema.
Ellos pidieron perdón…
Sí, pero cuánto dolor y horror pudieron evitar. Piense en mi caso. Se me acusa de ir a dejar un documento al diario, ¿por qué esos jueces no leyeron el diario y teniendo más poder que un teniente podrían haber denunciado, apresado, enjuiciado al señor Arellano y su comitiva? Pero nadie supo nada, ni los jerarcas de la Iglesia, pero yo resulto ser encubridor, de que es injusto, es injusto.
¿Cree que cambió su rol en la historia?
En el Google sí, lógicamente ahora aparecen estos hechos. Pero más que ser recordado en la historia o en la tipificación o el letrero que me pongan, a mí lo que me importa es que la obra, el logro del cambio cultural en el Ejército, el asegurar la no repetición no sea debilitado. Me siento satisfecho de haber sido el arquitecto del Ejército del siglo XXI: un Ejército moderno que se desplegó en Haití, donde participa en operaciones de paz, que ayuda en terremotos, querido y respetado hasta cuando entregué el mando.
Dijo que estaba cansado. ¿Se ha quebrado?
Los hombres también lloran, dicen por ahí. La palabra que a veces me ha definido es sentirme desesperanzado cuando un sector quiere destruir al personaje para destruir lo que representa.
¿Su vida está destruida?
Podría decir que estas personas me complicaron la vida, pero no me la destruyeron. Aún tengo fuerza.
FAMILIARES DE VÍCTIMAS
Tras la entrevista dada por el ex comandante en jefe del Ejército, general (r) Juan Emilio Cheyre, en la que sostuvo «nunca he torturado ni he apremiado a nadie» por la condena como encubridor de ejecuciones de la Caravana de la Muerte, agrupaciones de familiares de Detenido Desaparecidos refutaron sus dichos.
Luego de la publicación de La Tercera, en la que Cheyre aseguró que se siente «perseguido por fuerzas opuestas que crean situaciones falsas», Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, calificó las declaraciones como «vergonzosas».
«Hablan de persecución como lo han reiterado hasta la fecha por no asimilar sus culpa (…). Todos están presos por presunciones, esa es la negación más implícita que hay y que ellos se aferran hoy día también en ello para lavarse de los crímenes que ellos cometieron», manifestó a Cooperativa.
Por otro lado, Ernesto Lejderman, hijo de una pareja argentina-mexicana asesinada en el regimiento de La Serena, señaló: «No creo que él haya sido el mentor de todas las torturas en Chile, ni de todos los asesinatos, pero sí estuvo ahí, en un regimiento donde se mató, se torturó. A esta altura yo mucho no le creo, a los que sí les creo es a los más de 24 presos que han estado en La Serena, que han declarado y han dicho que Cheyre ha estado ahí de siempre».
El ex comandante en jefe fue procesado por la aplicación de tormentos contra 24 presos políticos en el regimiento de La Serena en 1973 y fue condenado como encubridor por el asesinato de 15 personas en el caso Caravana de la Muerte. (La Tercera-Emol-Coopertiva)