Geopolítica en el nudo de proyección oceánica de Chile-Teodoro Ribera

Geopolítica en el nudo de proyección oceánica de Chile-Teodoro Ribera

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Chancay y Río Gallegos, la primera ubicada sobre la costa del Pacífico peruano y la segunda en la costa de la Patagonia argentina, son ciudades que en poco se parecen, salvo que ambas son conscientes del potencial formidable que les brinda su posición geográfica. Con un puerto de dimensiones que supera a cualquiera de la costa sudamericana occidental, Chancay aspira a transformarse en el hub logístico principal entre el comercio exterior sudamericano y China, mientras que la segunda, cercana al Estrecho de Magallanes, acaba de cerrar un acuerdo con un conglomerado chino que explorará su cualidad como núcleo portuario dedicado a la creciente actividad pesquera en el austro. Si la geopolítica de la minería impulsa a la primera, la de los alimentos aúpa a la segunda.

La globalización económica impulsó un empoderamiento de la política comercial dentro de la política exterior de nuestro país, al tiempo que se sincronizó con un desaliento de otras miradas en su formulación, lo que se tradujo en una desafección por la geopolítica, tanto en la formación de los cuadros diplomáticos como en el debate y reflexión de nuestra acción internacional. De aquella decisión afloraron miradas lineales, a veces abreviadas o incluso tardías o desorientadas de la realidad internacional, que en el caso de Chancay y Río Gallegos, ha demorado el examen sobre sus efectos respecto de nuestra posición como potencia marítima.

Ambos proyectos coinciden con un auspicioso repunte de algunas economías regionales y el débil crecimiento de la nuestra. China aspira a convertir a Chancay en una de sus principales puertas comerciales con la costa del Pacífico occidental. Concebido antes de la pandemia, su concreción ocurre no obstante en un escenario muy distinto al imperante cinco años atrás, con un mundo que marcha hacia una desglobalización y bajo síntomas cada vez más claros de una fragmentación económica. Con los flujos comerciales alineándose en tres bloques geopolíticos -China, EE.UU y no alineados-, Perú tiene por delante la tarea de soslayar el riesgo de sellar su alineamiento al primero de estos bloques.

En el caso del reciente acuerdo cerrado por la china Hongdong Fisheries con el gobierno provincial de Santa Cruz (Río Gallegos), este contempla la modernización de la infraestructura portuaria, incluyendo mejoras en los cinco puertos provinciales, la construcción de astilleros y el desarrollo de nuevas plantas pesqueras en esa provincia. En otras palabras, instalar un polo al servicio de las flotas pesqueras internacionales, algunas de ellas usuarias del Estrecho de Magallanes, el cual cuenta con una escasa infraestructura portuaria en sus costas.

Ambos proyectos generan desafíos para nuestro comercio internacional y para nuestra capacidad de prestar servicios portuarios. Urge una mirada profunda y de largo aliento de parte de nuestra política exterior.

Teodoro Ribera