Corría 1938 cuando el entonces candidato a la Presidencia de la República, don Pedro Aguirre Cerda, lanzaba su campaña con dos grandes lemas que no solo lo llevaron hasta La Moneda, sino que —además— quedaron en la memoria colectiva nacional. ¿Cuáles fueron estas notables ofertas? “Pan, techo y abrigo” y “Gobernar es educar”. Esta última marcó categóricamente la prioridad del mandato de este profesor primario que condujo los destinos del país hasta su repentina muerte, en 1941.
De todo ello ha pasado casi un siglo y, sin embargo, los chilenos y chilenas seguimos en deuda con ese derecho humano tan fundamental y liberador. ¿Acaso hay algo más humanizante que contar con muchas herramientas para desenvolverse en la vida según sus propios sueños? ¿No cantaría otro gallo en estas tierras nuestras, si todos nuestros compatriotas fueran receptores de una educación que les permitiera elegir su destino?
Sin entrar a enumerar todas esas fatídicas cifras que rondan insistentemente por la prensa y las redes sociales constatando el impacto del estallido social, la pandemia y una cierta ¿desidia, irresponsabilidad y/o falta de épica? de algunos docentes y apoderados, miembros de la sociedad civil y del mismo Estado, lo cierto es que hoy la situación de la educación en Chile colinda con la tragedia. ¿Nos sentamos entonces de brazos cruzados a ver pasar el cajón?
Desde la reciente creación del Consejo para la Reactivación Educativa del Mineduc surgen esperanzas. A cambio de sectarismos y/o arrogancias varias, en esta variopinta mesa convocada desde el Gobierno se vislumbran ganas de escuchar al ecosistema escolar, de atreverse y de actuar ¡con urgencia! Pero ello no es suficiente. Falta creer firmemente en los estudiantes. No claudicar ante las muchas dificultades que muchos presentan por múltiples causas, ajenas a sus propias capacidades. Buscar excusas (por ciertas y justas que estas sean) en las mediciones como el Simce o PAES, en el exceso de planificaciones y reuniones de coordinación o en otras cantinelas, es inadmisible hoy.
No olvidemos nunca que el niño de 9 años que aún no lee —y por lo mismo, no cuenta con manos ni pies para ensanchar sus horizontes— tiene mucho que ver con el ñeque del director, la eficacia del equipo directivo y, fundamentalmente, con la motivación del profesor en el aula. Impulsados por la maestra del Elqui que recibió el Nobel, que confiaba ciegamente en sus alumnos y que hacía clases en una sala con suelo de tierra, enfrentemos con las mangas bien arremangadas la noble tarea de educar.
Para el próximo 1/3/2023 invitamos a la comunidad educativa nacional al seminario “Gobernar: ¿Es educar?” que organiza Fundación Futuro para celebrar sus 30 años de existencia. Nos acompañarán el ministro de Educación, varias exautoridades de la cartera, algunos profesores galardonados con el Global Teacher Prize, decanos de educación de universidades, instituciones privadas que administran colegios, ONGs que investigan en el área, premios nacionales de Educación y el expresidente Piñera. (El Mercurio)
Magdalena Piñera