Guerra comercial: empresas también caen en los juegos de alta política

Guerra comercial: empresas también caen en los juegos de alta política

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Cuando los reguladores chinos dieron su visto bueno a la fusión de los fabricantes europeos de anteojos Essilor y Luxottica, este jueves, el timing fue llamativo.

Después de todo, pocas horas antes, el silencio de las autoridades en Beijing, que no se pronunciaron sobre el acuerdo, hizo colapsar la compra del fabricante holandés de semiconductores NXP por parte de la estadounidense Qualcomm.
La actitud de las autoridades en Beijing fue atribuida a las crecientes tensiones entre China y EEUU.

Pese a que el secretario del Tesoro Steven Mnuchin y el vice primer ministro Liu He habían asegurado que ambos gobiernos no llegarían a una guerra comercial, Trump aplicó impuestos a productos chinos por US$ 50 mil millones.

«Los reguladores chinos comenzaron a decir cosas como: su presidente ha avergonzado a Liu He, ha ofendido al pueblo chino, y toda clase de cosas parecidas», comentó una persona cercana al caso.

La pregunta es si las represalias de China pueden extenderse a otros acuerdos que requieren la luz verde de Beijing, amenazando el auge de fusiones y adquisiciones que venían liderando las empresas estadounidenses.

«De un modo u otro, hay que esperar que la caída de NXP se extienda a varios otros acuerdos en curso», comentaron analistas en Olivetree Securities.

OTROS TRES GRANDES NEGOCIOS

Disney acordó comprar la mayor parte de los activos de 21st Century Fox, el imperio de Rupert Murdoch, por US$ 71 mil millones. Aunque los analistas dicen que existen pocas preocupaciones sobre competencia en China, hay riesgo de que las autoridades locales usen el caso para atraer atención sobre la guerra comercial, ya que los activos en cuestión son bien conocidos para el público estadounidense.

La planeada fusión de la alemana Linde y la estadounidense Praxair también está siendo observada por los inversionistas. Los dos productores de gas industrial están trabajando para deshacerse de activos y asegurar la aprobación de los reguladores de la competencia en muchas jurisdicciones, incluyendo China. Hay que estar atentos a la fecha límite el 24 de octubre.

Y en el sector aeroespacial, donde China tiene sus propias ambiciones, podría tratar de complicar la planeada alianza de US$ 30 mil millones entre United Technologies y Rockwell Collins.

MIENTRAS, EN EL REINO UNIDO…

Cuando Theresa May compitió por el liderazgo del Partido Conservador, hace dos años, prometió un «radical» nuevo enfoque para evitar que se repitiera la controvertida toma de control de Cadbury por parte de Kraft, en 2010.

La entonces parlamentaria criticó a sus colegas Laboristas por casi permitir que AstraZeneca, una «joya de la corona» de la industria farmacéutica, fuera vendida a Pfizer, conocida por desmembrar y vender por partes las empresas que compraba.

Pero esos tiempos han quedado atrás, dejando a su gobierno más enfocado en áreas específicas de acuerdos que puedan afectar la seguridad nacional.

El gobierno británico acaba de publicar su «libro blanco» con propuestas para mejorar sus herramientas para bloquear inversiones extranjera.

Reino Unido está siguiendo en este sentido los pasos de EEUU, Alemania y Francia, que también han introducido medidas en respuesta a las crecientes ambiciones de las empresas chinas.

Aunque la palabra «China» solo aparece una vez en el documento de 120 páginas, varios funcionarios confirmaron que las propuestas para incrementar la capacidad de bloquear compras extranjeras apuntan principalmente a Beijing, que en los últimos años se ha llevado todo lo que ha podido, desde tecnologías sensibles hasta redes eléctricas.

Por su parte, en Berlín también está pensando objetar la contratación de ingenieros alemanes por parte de empresas chinas.

LA TORRE CHINA

Y en un tema distinto pero relacionado, los inversionistas finalmente están comenzando a tomar en serio a las compañías chinas de tecnología, por largo tiempo deficitarias.

Por esta razón China Tower, una empresa de torres de telefonía móvil de la vieja escuela y la mayor del mundo en su tipo por amplio margen, está empezando a verse mejor.

China Tower dice poseer cerca de 1,9 millón torres en toda China y una participación de 97% en las ventas del mercado local.

La firma estatal busca recaudar US$ 8.680 millones en su salida a bolsa en Hong Kong, en agosto, en la que podría convertirse en la mayor apertura a nivel global desde que Alibaba, levantó US$ 25 mil millones en 2014. La flotación de China Tower también podría ser la mayor OPI de una empresa estatal desde Agricultural Bank of China, en 2010.

Cuando fije el precio de colocación, en los próximos días, se convertirá en el Goliat entre un puñado de multimillonarias aperturas tecnológicas que están inundando el mercado. El fabricante de smartphones Xiaomi recaudó US $ 4.700 en junio, decepcionando a muchos cuando el precio se ubicó en el extremo inferior del rango. Esta semana, Pinduoduo, el equivalente chino de Groupon, recaudó US$ 1.600 millones, en línea con las expectativas.

Muchos de los grupos tecnológicos chinos que están lanzando masivas OPI existen desde hace apenas dos o tres años. Varios, además, no son rentables y todavía deben demostrar que sus negocios son más que modas pasajeras. Pinduoduo, por ejemplo, todavía no genera ganancias, pero quedó valorizado en US$ 19.400 millones.

China Tower está buscando una valorización de entre US$ 22 mil millones y US$ 35 mil millones. Fue creada en 2014 a través de la fusión de varios activos estatales pero el corazón del negocio existe desde hace mucho tiempo. En 2017 obtuvo ganancias antes de impuestos por US$ 400 millones.

Para los compradores de China Tower, sin embargo, no se vislumbra una gran recompense. El Estado controla rodo el ecosistema de telecomunicaciones en China y su interés es mantener los precios y la conectividad en niveles estables. Eso significa que probablemente no tiene un gran potencial de crecimiento. (FT)

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