Guerras sangrientas y otra siniestra-Hernán Felipe Errázuriz

Guerras sangrientas y otra siniestra-Hernán Felipe Errázuriz

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Mientras los heroicos pueblos de Israel y Ucrania luchan por su existencia, con limitado apoyo internacional, respaldo que es menor en el caso de Israel, expuesto a ataques y falsas narrativas de sectores de prensa y varios gobiernos, incluyendo el nuestro, que le imputa genocidio en su defensa, otra guerra avanza sin sangre. Es la guerra comercial que atenta contra el desarrollo de los pueblos y las libertades de emprender, crear, trabajar y comerciar.

Chile está expuesto a esta ofensiva destructiva en que coinciden autócratas y demócratas, marxistas y algunos sectores capitalistas, determinados países desarrollados y en desarrollo, que invocan la supremacía de exageradas interpretaciones geopolíticas y de la seguridad nacional para restringir libertades.

El gran salto de la economía que dio Chile a mediados de los setenta —consolidado por los gobiernos siguientes— ha sido la apertura y la inserción a la economía global. Hasta entonces, una maraña de derechos aduaneros, prohibiciones de importar y exportar, medidas paraarancelarias, cuotas y controles cambiarios impedían a los chilenos acceder a productos importados y a la innovación, limitando de paso la asignación correcta de los recursos y desaprovechando la capacidad exportadora nacional.

Estas políticas restrictivas fueron apoyadas por la burocracia internacional, por la Cepal, que promovía la sustitución de importaciones. Llegamos al absurdo de registrar más de 10 supuestas industrias automotrices para fortalecer Arica, empresas que no eran más que galpones para armadurías de partes y piezas importadas de unos pocos automóviles que se asignaban políticamente por una repartición pública, el estanco automotriz. Entonces, los demás chilenos estaban condenados de por vida a ser hombres de a pie.

Este último año el proteccionismo, ahora bajo la aberrante intersección de las políticas de seguridad nacional con las económicas, ha crecido con fatales proyecciones para transformarse en una tendencia.

Estados Unidos, antes líder del libre comercio, con Trump y Biden ha adherido a la doctrina cepaliana y con el argumento, sea del doble uso militar y civil de algunos productos, sea su competencia con China o, bien, sea por supuesta seguridad interna ante riesgos de interrupción de las cadenas de abastecimiento, impide o limita importaciones de productos extranjeros y subsidia los nacionales, como lo hace China. Algo similar está ocurriendo en la Unión Europea para productos extracomunitarios. Peor, las limitaciones no solo se pretenden aplicar a manufacturas y tecnologías. Invocando la seguridad alimentaria, se busca extenderlas a la agricultura y a la industria de alimentos.

Parecería que nuestras autoridades, políticos, dirigentes gremiales y sindicales no están conscientes de los daños del nuevo proteccionismo para Chile y de los beneficios de las libertades económicas. Pocos o nadie dicen algo al respecto. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz