La forma en que las personas distinguen entre el bien y el mal tiene grandes implicancias en el diario vivir. Hasta la fecha los estudios sobre moralidad se habían realizado principalmente en entornos de laboratorio en condiciones controladas. A pesar de que muchos de estos estudios han revelado importantes resultados, estos se encuentran limitados por su naturaleza artificial y entorno no natural. El doctor Wilhelm Hoffmann y su equipo de trabajo del Centro de Cognición Social de la Universidad de Colonia, Alemania, decidieron estudiar y responder algunas de las interrogantes sobre la moralidad en el diario vivir. Principalmente se buscó responder preguntas como:
¿Con qué frecuencia la gente comete actos morales e inmorales en el diario vivir? ¿En qué consisten estos actos? ¿Existe evidencia de que la gente religiosa cometa más actos morales y menos inmorales que la no religiosa? ¿Existe diferencia entre la moralidad de liberales y conservadores? ¿Cuál es la dinámica temporal de los actos morales? ¿Qué efecto tiene en los futuros actos, haber cometido anteriormente un acto moral o inmoral?
En el experimento participaron 1252 adultos de entre 18 y 68 años distribuidos geográficamente entre Estados Unidos y Canadá. A cada participante se le envió durante 3 días entre las 9 am y 9 pm, 5 señales diarias a sus celulares, en las que debían reportar y clasificar eventos ocurridos a los que fueron testigos personales, ya sean estos morales o inmorales. De un total de 3828 eventos registrados, el 53% de estos correspondía a eventos morales, el porcentaje restante a eventos inmorales.
Los eventos se clasificaron en las categorías: actos cometidos por el participante, actos en los que el participante fue objeto del evento, actos en los que el participante observó o fue testigo, y actos de los cuales aprendió del evento.
La categoría en la cual el porcentaje de eventos morales fue mayor, fue en la de eventos cometidos por el participante, donde el número de eventos morales superaba en más del doble el número de eventos inmorales; de manera opuesta la categoría de los eventos aprendidos por el participante tenía el mayor porcentaje de eventos inmorales (la frecuencia de eventos inmorales superaba en más del doble los eventos morales).
La mayor cantidad de eventos reportados ocurrían en entornos públicos (64%), seguido del hogar de los participantes (23%), hogar de cercanos al participante (7%) y otros (6%). No se observó una relación significativa entre el entorno en el que ocurrió el evento y si fue moral o inmoral.
Al describir de qué se trataban los eventos morales o inmorales, se clasificaron en diferentes categorías de las cuales, un 51% de los eventos correspondía a la categoría cuidado/daño, 14% a justicia/injusticia, 13% a honestidad/deshonestidad, 6% a autoridad/subversión, 5% a santidad/degradación, 5% a lealtad/deslealtad , 4% a auto-disciplina/falta de auto disciplina y 3% a libertad/opresión.
Se observó una relación importante entre el contenido de los reportes y la ideología política, lo que mostró que las ideologías políticas enfatizan de manera distinta los diferentes eventos. Los participantes de ideologías más liberales reportaron más eventos pertenecientes a los ejes justicia/injusticia, libertad/opresión y honestidad/deshonestidad; mientras que los de tendencias conservadoras reportaron más eventos del tipo lealtad/deslealtad, autoridad/subversión, santidad/degradación.
El estudio de la relación entre la religión y la moral mostró que no existe una diferencia relevante en la frecuencia de eventos morales e inmorales entre los participantes religiosos y los no religiosos. Esto derribaría el mito de que las personas religiosas tienden a cometer más actos morales que los no religiosos. Lo que si se observó, fue una respuesta emocional más fuerte en los participantes religiosos que los no religiosos. Los participantes religiosos tendieron a reportan con mayor intensidad emociones como culpa, vergüenza, y repulsión como respuesta a actos inmorales; y orgullo y agradecimiento como respuesta a actos morales.
Los investigadores finalmente investigaron si la probabilidad de cometer actos morales o inmorales podía tener relación con eventos experimentados por la persona anteriormente. Se observó que los participantes que fueron objetos de actos morales tenían una mayor posibilidad de cometer subsecuentes actos morales. Finalmente, se observó también que cometer un acto inmoral aumentaba la probabilidad de cometer un subsecuente acto inmoral y una menor posibilidad de cometer un subsecuente acto moral. (El Mostrador-Science)