El académico de la carrera de Diseño de Juegos Digitales de la Universidad Andrés Bello, Pablo Ortúzar, consideró en una entrevista a la agencia EFE que la industria chilena de juegos de vídeo goza de “muy buena salud” y está creciendo en calidad y presencia en otras plataformas y países.
El experto estimó que este desarrollo se debe a que, anteriormente, las producciones de juegos de vídeo chilenos “solo aparecían en teléfonos móviles o en computadores de escritorio, en donde la barrera de entrada era muy baja, es decir, se podía producir juegos con muy pocos requisitos técnicos”.
Otros factores que explican este crecimiento son el incremento del número de personas que se integran a la industria o la mejora en la experiencia de las empresas, que producen juegos más complejos, y además, para otros países.
Sin embargo, el cierre en los dos últimos años de algunos de los estudios más grandes del país austral, como la filial de la firma japonesa DeNa, dejó al grueso de los establecimientos concentrados en empresas de pequeño tamaño.
“Ahora tenemos empresas que están armadas por equipos de 4 o 5 personas debido a que el personal que quedó liberado de esas grandes empresas se movió a otras más pequeñas”, indicó Ortúzar.
Pese a ello, la producción nacional de juegos de vídeo ha seguido creciendo y se ha diversificado en varias plataformas, con la aparición en consolas como PlayStation 4 o Xbox One, algo que para Ortúzar “es un buen indicador de cómo la industria internacional está empezando a cotizar el producto nacional”.
Un ejemplo es el videojuego “Omen of Sorrow”, desarrollado por el estudio chileno AOne Games para PlayStation 4, y que estuvo presente en el reciente Festigame 2017 celebrado en Santiago.
“Me parece un logro bien importante que lo estén sacando para esta plataforma, eso también es un indicador de la salud que está teniendo el desarrollo”, destacó el académico.
El aumento en la producción se ha visto reflejado también en el ámbito de la educación, donde desde hace unos cinco años se ha duplicado el número de universidades con este tipo de carreras.
“Hay un crecimiento muy importante en el número de matrículas, me atrevo a decir que de casi un 100 % en cuatro años”, señaló Ortúzar.
Así, los chilenos han pasado de jugar videojuegos a interesarse en producirlos, algo que para Ortuzar se debe a que la gente está más expuesta a estos medios antes que las generaciones anteriores.
“Ahora los juegos no son exclusivos de los computadores o de las consolas sino que también son de los celulares, o sea, hay niños que tienen cuatro o cinco años que parten jugando sus primeros juegos desde un teléfono”, apuntó.
En la actualidad existe además la posibilidad de producir esos juegos, algo que no era posible hace unos años debido a los elevados precios de los motores de videojuegos, el software que permite unir los elementos visuales y de programación de estos juegos.
“Hace diez años había licencias de juegos que costaban hasta 200.000 dólares y que solo podían comprar estudios grandes de producción, actualmente esas mismas herramientas se entregan de manera gratuita al público por internet”, recalcó Ortuzar.
Esto provoca que cuando los alumnos entran a estudiar carreras relacionadas con esta disciplina ya hayan probado antes en su casa, “como hobby o por curiosidad”, cómo funcionan las herramientas del juego.
“No es extraño encontrarse con gente que tiene 12 o 13 años que ha empezado a experimentar en su casa en su computador cómo hacer juegos, las herramientas y la barrera de entrada son cada más pequeñas”, finalizó. (La Nación)