La PAES (Prueba de Acceso a la Educación Superior) es, como lo señala su nombre, una prueba que se emplea para seleccionar a los alumnos que postulan a la educación superior, pero, a la vez, a raíz de que se la redacta teniendo en cuenta los objetivos que se plantea la educación escolar, es una prueba que cierra el proceso escolar y sus resultados se consideran un balance del mismo.
Así, se hizo una lista de los colegios de nuestro sistema educacional y se los ordenó según el puntaje promedio que sus alumnos habían obtenido en la PAES. Resultó que, clasificados según su estructura institucional, de los 100 primeros de la lista, 98 resultaron ser colegios particulares pagados, uno particular subvencionado y uno municipal.
La conclusión que se puede obtener, a una primera mirada, es que los colegios particulares pagados ofrecen una mejor educación y existe una brecha en la calidad educacional entre las escuelas pagadas y las no pagadas. De este modo, es natural que las familias que tienen el dinero suficiente, las personas ricas, inscriban a sus alumnos en los colegios que les ofrezcan la mejor educación medida por sus resultados finales, mientras que las pobres no tienen esa opción y se ven obligadas, incluso sin la posibilidad de elegirlo, a matricularse en un colegio no pagado.
De este modo, el sistema educacional, en términos de calidad, estaría replicando las inequidades socioeconómicas de la sociedad en su conjunto. Esta situación no es sorpresiva, sino de larga data y ya había aparecido, aunque no tan marcada, en mediciones anteriores.
Este efecto es especialmente grave, porque una de las principales esperanzas que se ponen en el sistema educacional es que corrija, al menos en parte, las desigualdades de origen. El alumno entra a la escuela con una diferencia fundamental según el nivel socioeconómico del hogar a que pertenezca, diferencia que se refleja en el llamado “capital social”. Parece ser, entonces, que esa diferencia es tan sólida que, pasado todo el proceso educacional, persiste más o menos inalterada: 12 de años de escuela para que casi siga igual en términos de equidad del sistema es una muy mala noticia que se viene repitiendo desde hace décadas.
Hay muchos puntos que reflexionar. Uno de ellos se refiere a si la PAES mide calidad educacional de los colegios y, por lo mismo, preguntarse por las reales implicancias de ese listado, pero la distribución inequitativa es un hecho notorio, y coincide con los resultados de otras mediciones como la prueba Simce.
Los resultados de la PAES, al tratarse del acceso a la educación superior, son particularmente relevantes porque prolonga la inequidad hacia ese nivel y la va infiltrando en la sociedad en su conjunto. (El Mercurio)
Pedro Gandolfo