El 29 de diciembre de 2022, Irina Karamanos oficializó su salida de La Moneda tras nueve meses en que trabajó por reformular el rol de Primera Dama y desanclarlo de la institucionalidad gubernamental.
A poco más de un año de su renuncia, y en entrevista con el medio Vein, la socióloga y activista feminista manifestó que “solamente usé el poder para ir desarmándolo”.
“Me lo tomé con mucha responsabilidad, entonces yo estaba muy atenta, tensa e incómoda con tener poder. Tengo una convicción democrática muy fuerte, entonces yo misma consideraba que era ilegítimo estar allí por más tiempo de lo estrictamente necesario. Me iba dando cuenta de lo mucho que se puede hacer con esa posición jerárquica y a la vez decidía no usarla; solamente usé el poder para ir desarmándolo”, sostuvo.
Asimismo, afirmó que permanecer en el cargo “fue muy agotador”, trayéndole consecuencias en su salud, y declarando además que nunca pretendió “promocionarse a sí misma y armar una carrera” como figura política.
“Justamente porque no quería mantenerlo tal como estaba, y personalmente recién este año me pude hacer cargo del estrés acumulado. Porque el estado de alerta permanente te genera un nivel de desgaste emocional impresionante. Creo que fue una misión que traté de hacer lo más rápido posible, justamente para no ocupar un lugar de poder por más tiempo del necesario y eso tuvo consecuencias en mi salud, pero mi convicción política iba primero y no me arrepiento”, acotó.
En ese aspecto, relató cómo fueron los días posteriores a su salida, remarcando que “mientras más cómodos nos sintamos, más riesgos corremos de cometer errores”.
“Yo entré para salir, entonces en realidad yo no estaba tratando de construir mi personaje para adelante y creo que eso es poco entendible. Incluso para los medios: yo estoy dentro de la categoría de personaje de la política, sin embargo, la prensa recién al final pudo hacer algo con el trabajo que yo había hecho. Porque antes de eso, esperaba de mí más protagonismo, exposición, comunicación, y yo no di eso, no armé la narrativa. Es una estela, un poco de rareza, de incomprensible”, añadió la expareja del Presidente Boric.
En torno a la experiencia y a la imagen que le quedó del cargo tras su paso por Palacio, Karamanos dio cuenta de las diferencias que pudo percibir en su lugar de trabajo, desde la “jerarquía de los espacios”, hasta cómo la ciudadanía percibe el poder y las apariencias de ostentar el puesto que dejó.
“Mi oficina era de un lujo que me sorprendía todos los días, los otros equipos le decían Versalles. Tres pisos más abajo, exactamente debajo de mi oficina, está la lavandería del Palacio, que no tiene ventanas, donde trabajan mujeres hace décadas, de quienes se conoce poco, y ahí es donde terminan las camisas manchadas con café y vuelven a aparecer arriba en los salones cuando están nuevamente perfectas. Por arte de magia. Las habitaciones de las guardias de Palacio, por ejemplo, no solo no tienen sillones cómodos, sino que están rotos. Y así”, puntualizó. (La Tercera)