Quienes argumentan que la híper-fragmentación de nuestro actual sistema de partidos (con una veintena de tiendas políticas con representación en el Congreso) es uno de los principales problemas del sistema político tienen toda la razón. Pero quienes opinan que es el único problema, están profundamente equivocados. Tanto o más importante que lo anterior es la proliferación de candidatos independientes, que de a poco han ido inundando las esferas del ecosistema político, reduciendo el ámbito de acción de los partidos políticos.
En esto, desgraciadamente, no podemos meter a todos en el mismo saco: algunos han debido independizarse por malas prácticas de algunos partidos (muchos de los cuales dejan de existir al poco tiempo); otros lo hacen porque simplemente no creen en la acción colectiva. Otros no quieren tener nada que ver con la institución que tiene los índices de confianza más bajos según diversas encuestas.
Sí, los partidos políticos han perdido prestigio. Pero no por eso han perdido importancia. Y el hecho de que hoy muchos aspirantes a autoridades no crean en ellos es sumamente preocupante.
En efecto, en las próximas elecciones de octubre, más de la mitad de los candidatos que se presentarían serían independientes. De un universo de 17.189 postulantes, 9.226 no están afiliados a ningún partido político, lo que representa un 53,7% del total. Este fenómeno es aún más impactante cuando se considera que, si excluimos a los 769 independientes fuera de pacto, los candidatos independientes inscritos por los partidos aún constituyen más de la mitad de los postulantes en los pactos, alcanzando un 51,5%.
La lista «Tu Comuna Radical» para concejales lidera con un 74,1% de independientes, seguida de cerca por la lista del FREVS y Centro Democrático (ambas alrededor del 73%). En el otro extremo, el PDG y el pacto «Todas y Todos por Chile» (PC y AH) son los que menos independientes presentan, con un 25% y un 27,7% respectivamente.
Al respecto, es importante hacer algunas aclaraciones. Primero, esta lista no es definitiva; aún faltan por resolver las causas de reclamación por candidaturas rechazadas ante los tribunales electorales regionales (TER) y el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel). Además, este análisis incluye tanto listas de concejales y consejeros regionales, como de alcaldes y gobernadores regionales. En las primeras, es natural que haya más independientes, ya que los partidos no tienen una base lo suficientemente amplia como para incluir a tantos candidatos. Sin embargo, pese a estas consideraciones, el número total de independientes es alarmantemente alto, lo cual plantea serias preocupaciones. La salud de la democracia depende de un sistema de partidos políticos robusto y vigoroso. Y que más de la mitad de los que aspiran a un cargo de elección popular sean independientes y no militantes de partidos representa la verdadera crisis de partidos que estamos viviendo.
¿Cómo podemos revertir esto?
Primero, es importante señalar que las barreras de entrada para los candidatos independientes han disminuido significativamente. Las firmas requeridas para su inscripción se redujeron durante la pandemia y hoy en día son relativamente fáciles de conseguir. Esto ha generado una constante presión sobre los partidos, que a menudo se ven obligados a negociar con múltiples facciones por temor a que un independiente, cercano a sus ideas, decida competir fuera de su estructura.
Además, la llamada «ley antidíscolos», que obliga a los militantes a renunciar a sus partidos un año antes si desean postularse como independientes, ha generado un incentivo perverso. Muchos simplemente renuncian para tener libertad de acción, lo que les permite negociar con otras tiendas políticas o competir como independientes. Sin embargo, eliminar esta ley no resolvería el problema de fondo. Incluso aumentando el plazo de renuncia, los candidatos podrían seguir abandonando sus partidos a última hora para presentarse por otro lado. Esta sería una solución superficial, que atacaría la consecuencia, pero no la raíz del problema. Sería como vender el sillón de Don Otto.
La mejor manera de enfrentar esta crisis es fomentando una cultura cívica que valore la importancia de los partidos políticos. Las listas de independientes que protagonizaron el primer proceso constituyente hicieron un daño considerable a la percepción pública de la militancia política, aunque esta ya venía siendo cuestionada desde mucho antes. Es crucial fomentar la necesidad de contar con partidos sólidos, fuertes y programáticos, que puedan ofrecer un espacio de formación y liderazgo a aquellos que desean representar a la ciudadanía en los cargos más importantes del país. Es un difícil pero lindo desafío. Y en eso debemos estar todos unidos. (El Líbero)
Roberto Munita