La empatía, nuestra condición transformadora-Iris Boeninger

La empatía, nuestra condición transformadora-Iris Boeninger

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Chile atraviesa una crisis económica, política, social, educativa, de salud y de inseguridad. No calman a las personas los buenos anuncios y deseos de optimismo, que no se transforman en empleo seguro, acceso a vivienda, salud sin listas de espera, establecimientos educativos de calidad y sin violencia ni overoles blancos. Veinte mil muertes en listas de espera significan veinte mil familias destruidas. ¿Qué sentirán respecto las familias de los jóvenes del INBA? ¿O de los jóvenes que sienten que no hay futuro? ¿Cómo estarán los padres de niños que no tienen clases por la violencia?

No se puede gobernar una sociedad a la que no se entiende. Y ningún político debería hacerlo si no sabe ponerse en los zapatos de su ciudadanía, entender sus preocupaciones y sus necesidades. Al no haber puentes emocionales y sentidos, desaparecen los puntos de encuentro, y el vacío es cada vez mas grande para los habitantes.

Un comportamiento ético y empático implica tener conciencia de que todo lo que se dice o se hace puede afectar a otras personas. Recorriendo los últimos diez años, se observan cantidad de situaciones, decisiones y actuaciones lejanas con el ciudadano. ¿Se preguntarán algunos, por qué existe un rechazo tan alto a la política?

¿Quienes en octubre de 2019, tiraron bombas molotov, quemaron estaciones de Metro, atacaron a los carabineros, quemaron centros culturales, iglesias, destruyeron monumentos, semáforos, veredas, y tanto más, habrán pensado que destruían bienes de todos los chilenos al “defender una causa” y que los ciudadanos espectadores de esta violencia sufrían?

La respuesta es no. Jamás se pusieron en el lugar de quienes perdieron todo, de quienes no pudieron acceder nunca más a una hipoteca porque vaciaron el mercado de capitales en cincuenta mil millones de dólares. Las AFP, que pretenden eliminar pusieron hasta el último centavo retirado. Tampoco pensaron o sintieron pena por quienes no tenían cómo ir a trabajar porque el Metro estaba quemado. Les quitaron plata fiscal que debía destinarse justamente a mejorar la calidad de vida y resolver los problemas sociales de la marcha de octubre 25 del 2019. Jamás un mea culpa, un lo siento, un me hago cargo, un “nos equivocamos”.

Al sostener la desafortunada frase “no son treinta pesos, son treinta años”, para justificar la violencia, denostaron los mejores años de Chile. Hace poco se recuperó ¿Habrán pensado aprender de aquel grupo notable de hombres y mujeres que gobernaron a partir de la dictadura, preguntándose cómo lo hicieron? Dialogaban con todas las partes previo a enviar cualquier proyecto de ley al Parlamento. Conversaban con todos los sectores que se verían afectados con una nueva ley o decisión. No estaban en blanco ni defendiendo causas refundacionales. La responsabilidad era sacar a Chile adelante en democracia. Construyeron un ladrillo sobre otro, acordando en base a un serio plan de los distintos gobiernos. Y fue un éxito. Claro que faltaba camino por recorrer.

Malas decisiones del segundo gobierno de Bachelet, el estallido, la pandemia frenaron el crecimiento de todas las variables y el bienestar de la sociedad. Regalaron incertidumbre con la Constitución de 2022, a la que se sumó otro intento, fallido también. La política está enferma. Quienes denostaron este período, carecen de la maravillosa sed de aprendizaje, característica de los jóvenes.

Cuánto tiempo perdido. Cuánta distancia de los sentimientos de las personas, sus miedos y necesidades.

Cuando la ex ministra de Interior Izkia Siches de profesión médica, a cinco días de asumir el actual gobierno, en un acto de torpeza e ignorancia, fue a “conversar” con la CAM dando un discurso de empatía, desconoció el hecho de que son terroristas demostrando su distancia con la verdadera problemática de La Araucanía y más aún con la forma de solución. La sacaron a ella y su comitiva a balazos. El actual delegado presidencial de la región, Eduardo Abdala, tuvo en estos días que corregirse y reconocer que sí son terroristas.

Al momento de apoyar y hacer campaña desde el gobierno, para que se aprobara el proyecto de Constitución propuesta en septiembre de 2022, señalando el ex ministro de desarrollo social Giorgio Jackson, que, si no se aprobaba, el gobierno tendría dificultades. ¿Sumaron alguna vez los costos de miles de millones de dólares anuales que costaba implementar dicha Constitución? Chile se convertía en once naciones con once sistemas de justicia. En la campaña electoral reciente, un candidato aclaró que su apoyo al Apruebo era “Apruebo para Reformar”. ¿Sabían o saben que eso es falso, porque la misma constitución propuesta no lo permitía?

El caso Fundaciones se llevó dinero en nombre de obras sociales que no se hicieron, ¿no los avergüenza? El caso Audio muestra lo peor del tráfico de influencias y corrupción en el mismísimo Poder Judicial que toca a políticos, a malos empresarios, también demuestra la distancia del rol que deben cumplir en la sociedad. Cantidad de alcaldes acusados de corrupción, malgastaron y se quedaron con la plata de los municipios, sin hacer las obras para las que fueron electos, merecen el repudio de toda la sociedad.

El caso Monsalve y el mantenerlo en su puesto sabiendo que era acusado de violación a una subalterna hirió a las mujeres del país. Mostró su verdadera cara el gobierno que se llamaba feminista que a todo le pone el apellido “con perspectiva de género”. Es una frase sin contenido genuino. “No es lo mismo un subsecretario que un portero”, frase que desnuda el verdadero sentir social de esta neo izquierda elitista.

Hay mucho más. Esto es lo grave. ¿Dónde queda la pureza de la vocación pública y de servicio?

La empatía no sirve tal vez para ganar elecciones, pero sí asegura que se harán bien las cosas y se tomarán las decisiones correctas. La capacidad que permite al político percibir, compartir y entender los estados afectivos de los demás es una cualidad necesaria y fundamental que necesita desarrollar un político, si en realidad y por encima de cualquier proyecto personal o de un proyecto político determinado, busca resolver los problemas de los ciudadanos. Esto es lo que necesita Chile.

Los lideres empáticos toleran más el desacuerdo, son permeables a incorporar las ideas de quienes no piensan igual, aprenden de la crítica, lo que los lleva a tomar mejores decisiones.

Curiosamente, cuando se analizan las cualidades de los líderes políticos, rara vez se menciona la empatía. Quedarse en la autocomplacencia diluye el vínculo de comprensión hacia las necesidades de las personas, aumenta la desconfianza en las instituciones, perdiendo fuerza y presencia las virtudes cívicas que son la base de una democracia sana.

Debemos resolver problemas que requieren de miradas distintas, diálogo, pero sobre todo debe quedar en evidencia que es necesario recuperar la empatía como capacidad transformadora. La humanidad en el diseño de las formas e ideas. Si no están las personas ubicadas en el centro, será difícil que la sociedad avance.

Nos encontramos en un momento de redefinición, y el ser humano debe volver a ser el protagonista. (El Líbero)

Iris Boeninger