La espera

La espera

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El gobierno intentó mostrar los resultados municipales como una suerte de “empate político”, triunfos y fracasos que habrían dejado las cosas en una situación más equilibrada. Y es cierto, en contraste con las cifras de 2021, los resultados fueron esta vez más ajustados. Hasta el punto de marcar un cambio importante en la correlación de fuerzas, algo que gobierno y oficialismo se han negado a reconocer, buscando convencer que aquí todos ganaron y perdieron.

Pero los resultados fueron categóricos: el oficialismo perdió 38 alcaldías, mientras la derecha recuperó 43. En paralelo, esta es la primera vez desde 1990 que la derecha obtiene más votos que la izquierda en concejales; es decir, el oficialismo fue claramente derrotado, quedando además en una situación muy desmedrada en gobernadores regionales, donde en la última elección obtuvo 15 y sólo perdió La Araucanía, mientras ahora está obligado a ir a segunda vuelta en nueve.

En efecto, el gobierno y el oficialismo tienen ahora el enorme desafío de no ser derrotados en el balotaje del 24 de noviembre, elección que en la práctica será una sumatoria de plebiscitos al Ejecutivo, en un contexto donde el caso Monsalve no deja de complicarse, la inseguridad ciudadana sigue a la orden del día y la economía sólo confirma el carácter estructural de su estancamiento. A lo que se agregará, en los próximos meses, el inicio de una contienda presidencial para la cual hoy el oficialismo simplemente no tiene candidato.

El proceso político pareciera entrar así en un extraño interregno, esperando que las cosas sigan su marcha cansina, que el tiempo pase, asumiendo que el próximo año, al fragor de la contienda electoral, es muy poco lo que gobierno y oposición van a poder hacer para abordar los graves problemas que afronta el país. Una espera que tiende a parecerse cada día más a la desesperanza y, en algunos casos, a la desesperación. ¿Cuántas personas fueron asesinadas este nuevo fin de semana largo? Las cifras y las imágenes ya son parte del paisaje cotidiano, como el informe del tiempo. ¿Qué nos dirá el Imacec de mañana? Que la economía chilena no remonta y sigue en su ya natural estancamiento.

¿En verdad tiene sentido esperar algo, confiar en que el próximo año no será de nuevo uno perdido? ¿O habrá que esperar al nuevo gobierno, quizá de otro signo, para que las cosas empiecen a mejorar? ¿Hay razones para creer que Chile tiene la capacidad de generar un punto de inflexión, que nos saque de este largo ciclo de violencia y polarización? ¿Cuáles serían esas razones? ¿Y si no las hay, qué hacemos; cómo generamos las condiciones para que ello sea algún día posible? ¿O estamos condenados y lo ocurrido en los últimos años ha sido simplemente el retorno a la normalidad? ¿Se puede renunciar a esperar, es decir, a la esperanza, o es una pura ingenuidad?

Este es el punto donde nos encontramos, en el vértice geométrico donde la espera, la esperanza y la desesperación ya casi no se distinguen. (La Tercera)

Max Colodro