¿La excepción chilena?

¿La excepción chilena?

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¡Genio y figura…! El rector Peña responde mi columna desde su endiosado podio doctoral, acusándome de incurrir en ella en «defecto intelectual» y de una «incapacidad de comprender la situación», para continuar recomendándome una suerte de «Reading list» de textos añejos (1980) y marcado por el fuerte sesgo de esos tiempos.

Pareciera que estuviéramos de acuerdo en que a partir del año 32 se generó un aislamiento en las FF.AA. de los políticos y la sociedad civil, que causó una severa incomprensión y una cultura de ghetto -agravado en tiempos de la dictadura- que impidió una fluida y correcta relación cívico-militar.

Tema que fue una de las principales tareas en la reconstrucción democrática a partir de 1990. No fue un proceso fácil. Solo después de 15 años, en 2005, se pudo restituir la facultad del Presidente de la República para remover a los comandantes en jefe, y a partir de allí consolidar la subordinación al poder político de las FF.AA. Asimismo, la modificación de las atribuciones del Cosena terminó con las competencias políticas de esas instituciones.

No comparto con el rector que los escándalos, irregularidades administrativas y eventuales delitos que hemos conocido durante el último tiempo se deban a una «cultura corporativa al interior de las FF.AA.» y no sean casos aislados que afectan a un mínimo acotado de funcionarios, que deben ser investigados y sancionados, pero que no comprometen a la inmensa mayoría de sus integrantes.

¿En qué evidencia empírica funda tan tremenda acusación?

En otro acápite sigue atribuyendo a los exministros responsabilidades que de acuerdo a la ley no le corresponden, sin reconocer para nada las debilidades estructurales del Ministerio de Defensa hasta la promulgación de su Ley Orgánica en 2010, y nada dice del rol de la Contraloría General de la República.

En síntesis, bienvenido el debate sobre el rol, estatuto y carrera militar, pero ello debiera hacerse sin estigmatizar y enlodar a las FF.AA. y no como una provocación académica, sino para preservar la vocación de servicio de sus integrantes, y hacer de ellas mejores instituciones al servicio del país y de la Defensa Nacional. (El Mercurio Cartas)

Jaime Ravinet de la Fuente

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