Cuando Svetlana Lokhova vio que en internet la señalaban como una espía rusa, pensó que era una broma.
Pero la académica nacida en Rusia pronto se encontró, en sus palabras, con los «daños colaterales» de la controversia que envuelve al gobierno de Donald Trump y las acusaciones sobre el espionaje ruso.
Ella entró en la trama por un contacto que tuvo con el General Michael Flynn en Cambridge, Inglaterra, en 2014.
Flynn renunció a su cargo de asesor de seguridad nacional de Trump sólo 24 días después de asumir ante las acusaciones de que no había sido honesto acerca de los contactos que mantuvo con el embajador de Rusia en Estados Unidos durante la transición a la administración Trump.
Después de su dimisión en febrero, hubo informes en los medios de comunicación estadounidenses y británicos sobre Lokhova, incluyendo la afirmación de que el contacto que ella tuvo con Flynn «incomodó» a los funcionarios de inteligencia estadounidenses.
En las redes sociales, la sugerencia era que ella era una especie de espía rusa o una trampa.
TRAIDORES
«¿Eres una espía rusa?«, empiezo preguntándole.
«Absolutamente no», responde. «No tengo ninguna conexión formal o informal con la inteligencia rusa».
Sin embargo, dice que algún cínico pensará: «Ella diría que no», lo que la deja en lo que la propia Lokhova describe como una «situación kafkiana».
El contexto de la historia es parte del problema, reconoce.
Es una mujer, originaria de Rusia y vinculada a Cambridge, sede del famoso anillo espía de Cambridge reclutado por la KGB en los años treinta del siglo pasado.
«Hay una triste ironía en que alguien que está escribiendo sobre los traidores de Cambridge termine siendo pintado como uno», dice.
LA CONEXIÓN
La historia comienza con una cena en febrero de 2014 en Cambridge.
El encuentro fue organizado por Richard Dearlove, exjefe de los servicios de inteligencia británicos MI6 y luego maestro del Pembroke College, quien estaba creando una organización llamada Cambridge Security Initiative (CSI).
También participaron Christopher Andrew, historiador autorizado del MI5 y profesor en el Corpus Christi College.
El invitado de honor en la cena, que tenía alrededor de una docena de asistentes, fue Flynn, entonces jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos (DIA, por sus siglas en inglés).
El objetivo era construir una relación entre la CSI y la DIA antes de una conferencia el año siguiente, dice Lokhova.
«La esperanza de la DIA fue que al visitar las mejores universidades de Europa pudieran detectar a personas que podrían ayudar o asistir a su organización», resume.
En la cena ella estaba sentada bastante lejos de Flynn.
Después de que los más altos funcionarios hablaron, se pidió a los miembros de menor rango que expusieran su investigación.
Como experta en inteligencia soviética de la década de 1930, Lokhova cuenta que se le pidió que presentara parte de su trabajo.
«La idea era que impresionara ala DIA» con la calidad de investigación de Cambridge, recuerda la experta.
LA POSTAL
Lokhova mostró a Flynn una postal de 1912 que Stalin mandó a la prometida de su mejor amigo.
La mujer estaba ayudando a Stalin a obtener un pasaporte falso para escapar de quienes le espiaban cuando era un joven revolucionario que trabajaba contra el régimen zarista.
«La primera reacción fue de diversión», dice Lokhova.
Ella tradujo el documento y explicó cómo esto demostraba que Stalin era el líder más espiado en la historia, así como él, más tarde, se convertiría en quien a más personas espió.
Lokhova afirma que Flynn le pidió que le enviara el documento.
Esto era porque él esperaba a algunos altos funcionarios rusos que visitarían Washington.
En ese momento, había un intento de aumentar la cooperación con Rusia en el campo de la lucha contra el terrorismo, ya que recientemente se había sabido que los implicados en el atentado de Boston en 2013 eran conocidos por los rusos.
Lokhova dice que tanto Flynn como su asistente le proporcionaron sus correos electrónicos, con ganas de usar la postal para romper el hielo cuando los funcionarios rusos llegaran a Washington.
Según afirma Lokhova, las acusaciones de que le pidieron viajar a Rusia y actuar como su traductora no son verdaderas.
Ella confirma que intercambió algunos correos electrónicos con Flynn y su asistente después del evento, aunque Flynn poco después dejó la DIA.
«Nos enviamos algunos correos electrónicos», dice Lokhova. Éstos incluyeron detalles de acontecimientos en Cambridge.
Lokhova relata que Flynn también estaba interesado en el espionaje ruso y entonces ella le envió una historia de la BBC (escrita por mí mismo, en la que había entrevistado a Lokhova) acerca de un «sexto hombre» en el anillo de espionaje de Cambridge.
«El general Flynn me respondió diciendo que es importante seguir exponiendo el espionaje y hacerlo accesible no sólo a los funcionarios de inteligencia, sino para la gente común».
Medios de comunicación de EE.UU. afirmaron que el problema para Flynn puede haber sido que debería haber declarado su contacto con Lokhova, ya que es rusa.
Los medios británicos siguieron la conexión de Cambridge diciendo que tanto la CIA como el FBI estaban discutiendo este episodio.
Un abogado de Flynn se negó a comentar al respecto.
ESPÍA
En las redes sociales y algunos medios de comunicación, la gente fue más allá, diciendo que Lokhova era una espía rusa o agente enviada a Flynn.
Eso llevó a que una avalancha de periodistas se instalara fuera de su casa e interrogatorios a sus amigos y vecinos sobre si ella era una espía.
Terminó mudándose de casa para evitarlos.
Según Lokhova, la acusación de que ella reclutó a Flynn, bajo los ojos de un jefe anterior de MI6 y del historiador oficial de MI5, es ridícula.
«Al parecer, logré convertir al General Flynn en 15 minutos y con una postal de Iósif Stalin enviada en 1912», dice.
«Si hubiera reclutado a Flynn, eso hubiera sido uno de los más grandes, si no el mayor. golpe ruso de todos los tiempos», señala la experta.
«Es totalmente ridículo e increíble, pero por alguna razón en el mundo alguna gente lo cree».
ORIGEN
Lokhova nació en Rusia pero tomó la ciudadanía británica poco después de llegar a Reino Unido en 1998 (aunque conservó su ciudadanía rusa).
«Soy británica y tengo un pasaporte británico … Si yo fuera una espía rusa eso me haría una traidora«.
«Para mí, es muy normal tener contacto con funcionarios de inteligencia actuales y antiguos debido al campo en el que estoy», dijo negando informes de que tiene algún tipo de «acceso especial» a los archivos de inteligencia rusos.
«Este no es el caso, en absolutamente», dijo.
Por el contrario, dice que debido a su trabajo con el Profesor Andrew, quien se vinculó con desertores de la Unión Soviética, como el exarchivista de la KGB Vasily Mitrokhin, quien contrabandeó sus secretos, es vista con sospecha en Rusia.
«En Reino Unido, ahora estoy siendo acusado de ser una espía rusa. En Rusia, algunos piensan que soy un espía británica. Y no soy nada de eso. Soy una historiadora que escribe sobre un área que se ha vuelto increíblemente politizada».
«Mi vida cambió completamente por esto», aseguró Lokhova, que dio a luz a su primer hijo poco antes de que los informes surgieran este año.
Ella confesó que estaba preocupada por si era seguida y que hablar por teléfono la ponía nerviosa.
También por reunirse con amigos sin saber si sospechaban si ella era un espía.
Anteriormente, Lokhova había estado involucrada en una disputa pública con sus antiguos empleadores (un banco ruso) contra los que ganó en un tribunal de empleo y eso la dejó claramente marcada ante la experiencia de verse atrapada en una fila de espías.
«Me sentí traicionada al ver que me habían convertido en algo tan horrible por… asistir a una cena para ayudar a los servicios de inteligencia occidentales a entender mejor a Rusia», concluye. (BBC Mundo)