El voto no valía lo mismo en el sistema binominal, donde todos los distritos elegían dos escaños, a pesar de grandes diferencias en habitantes. El voto en el Distrito 6 (Vallenar-Caldera) valía 6,34 veces más que el voto en el Distrito 20 (Maipú).
Con el nuevo sistema proporcional la desigualdad se mantuvo. En la última elección de diputados el voto de la Región de Aysén valió 5,45 veces más que el del distrito 11 (Providencia-Las Condes) y más de cuatro veces que el de los distritos 8, 10, 12, 14. El voto de las regiones en promedio valió 1,6 veces más que el de la Región Metropolitana (RM). Además, el sistema tiene inequidades inaceptables, como que la Región de Atacama elija cinco diputados cuando la Región de Tarapacá, con más habitantes, elige solo tres, o que la Región del Biobío elija tres senadores, con un 50% más de electores que las regiones de La Araucanía y Maule, que eligen cinco cada una.
La Convención Constitucional también fue electa con desigualdades graves en el voto que ponen en duda su origen democrático. Se mantuvieron las desigualdades e inequidades de la Cámara. Así, el voto de la Región de Aysén valió 5,9 veces más que el del distrito 11 (Providencia-Las Condes) y 8 (Maipú) y más de cinco veces que el de los distritos 10, 12, 14 de la RM. Se les otorgó a los pueblos originarios un 10,9% de los escaños en base a su población, pero solo votó por ellos un 4,3% del total de votantes efectivos. Un 44,4% de los votantes indígenas optó por votar por convencionales no indígenas. 44.547 votantes indígenas no mapuches eligieron 10 escaños, su voto valió 13,6 veces más que el del votante promedio de la RM. 55 electores yaganes eligieron un escaño, su voto valió más de mil veces que el de los votantes de los distritos de la RM.
Territorios sobrerrepresentados en escaños respecto de su población, escaños designados, asignados o reservados a determinados sectores o estamentos, son trampas a la democracia. Son subterfugios propios de las dictaduras para perpetuar su poder bajo la apariencia de elecciones democráticas.
La nueva Constitución se fundamentó en la eliminación de las desigualdades, partamos entonces por eliminar la desigualdad del voto. El voto de todos los electores debe valer lo mismo para elegir el Parlamento, no importa la edad, el sexo, la raza, la religión, el lugar donde se vive, los estudios, la profesión, el origen, el pertenecer a un pueblo originario, ser afrodescendientes, germanodescendientes o croatadescendientes.
La igualdad del voto debe contemplarse en la nueva Constitución, también que la distribución de los escaños del Parlamento a los territorios se haga periódicamente por un organismo independiente como el Servicio Electoral, repartiéndolos proporcionalmente según habitantes o electores usando una fórmula matemática, sin establecer máximos y con un mínimo no superior a uno. Solo en una segunda cámara, si la hay, podría considerarse con una mayor representación de las regiones. Además, las leyes que lo implementen deberían tener quorum especiales para que no dependa de una simple mayoría que pueda cambiar las reglas del juego democrático.
Es perfectamente posible tener escaños para pueblos originarios y respetar al mismo tiempo la igualdad en el voto. Los electores indígenas pueden conformar voluntariamente un padrón separado y votar por sus representantes, pero el número de escaños que elijan debe ser proporcional a sus electores.
Se debe respetar el derecho humano de que todos valgamos igual a la hora de votar. (El Mercurio)
Andrés Tagle Domínguez
Presidente del Consejo Directivo Servicio Electoral