El proceso de vacunación masiva debiera estar en desarrollo. Esta misma semana, según anunciara el Presidente, llegan al país cuatro millones de dosis. Es una excelente noticia que ubica a Chile en un nivel mundialmente destacado en disponibilidad de un fármaco que, hasta ahora, aparece como la única alternativa posible para superar la pandemia. El gobierno merece el crédito de haber actuado con la necesaria oportunidad para este logro.
Con las vacunas disponibles, supuestamente no debiera haber razones para demora. Según el calendario oficial, hacia finales de junio estaría cubierto el 50% de la población. Hasta aquí todo bien, excepto, claro está, que aparezcan los demonios.
El primero de estos demonios es el conflicto (ya presente) de varios grupos que se sentirán injustamente postergados en la prioridad asignada. Y, ya hemos aprendido, este tipo de demandas últimamente suele manifestarse con bastante violencia. El segundo, es que los necesarios controles para el cumplimento forzado de estas prioridades devenga en una burocracia paralizante.
El desafío es formidable.
Para llegar a fines de junio a 50% de población inmunizada con las dos dosis requeridas, se debe aplicar, a partir de este lunes, un total de 120.000 dosis diarias (no es difícil sacar la cuenta) incluyendo sábados y domingos. Es una meta para la cual se requieren enormes recursos, una logística impecable, tecnología de primer nivel y el concurso de todos los sectores: el Estado completo, municipalidades, fuerzas armadas, y sin duda también el sector privado. (Y a no olvidar, de por medio debemos elegir constituyentes, alcaldes y gobernadores)
En los Estados Unidos, donde el proceso de vacunación ya está enfrentando dificultades operativas, empresas como Amazon, Walmart y Starbucks están ofreciendo a las autoridades su tecnología, logística e instalaciones para acelerar un proceso que, nunca mejor dicho, es absolutamente vital. El Presidente Biden ha prometido 100 millones de vacunas en los primeros 100 días de su administración, pero esa meta aparece lejana e improbable. Tan enorme desafío, sin embargo, corregido por población, es aproximadamente igual a la meta necesaria para Chile.
Para el mundo político, el requerimiento es dejar de lado, al menos por ahora, los intereses electorales y generar acuerdos para que el proceso funcione en forma expedita. Para el sector privado, una oportunidad ineludible para fortalecer la alianza público-privada que ya ha operado con éxito (pero no sin dificultades) en los servicios de salud, respiradores y otros. Para el resto de nosotros, el requerimiento es a mostrar generosidad, disciplina, cumplir las reglas, y, sobre todo, a no saltarse la cola. Nada de esto es fácil ni está garantizado.
Nos enfrentamos a una coyuntura extrema, una proeza de tal magnitud que, de cumplirse, quizás sea el elusivo legado por el cual finalmente será recordado el Presidente Piñera. (La Tercera)
Roberto Méndez