La Moneda ciega, sorda y muda ante golpe de la CEP

La Moneda ciega, sorda y muda ante golpe de la CEP

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No fue tema, no se discutió, no hubo ninguna señal interna desde Palacio y eso provocó molestia y preocupación en las huestes oficialistas ante la incapacidad de reacción que ha demostrado la actual administración. Efectivamente, el comité político de este lunes 22 de agosto estaba convocado con días de anticipación para dedicarlo a la discusión de la ruta a seguir en los cambios al sistema de pensiones, pero en otras oportunidades el peso de la coyuntura ha generado los espacios para sumar otras materias y, en tal sentido, en la Nueva Mayoría consideraban que el escuálido 15% de apoyo que obtuvo el Gobierno de Michelle Bachelet en la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) era un argumento de peso para incluirlo en el debate, lo que al final no sucedió.

Los dirigentes y parlamentarios de la coalición gobernante salieron molestos de dicho comité político. La timonel DC, Carolina Goic, habló de la necesidad de un cambio de gabinete, mientras que su par del Partido Radical (PR), Ernesto Velasco, apuntó directo a los ministros del comité y habló con todas sus letras de una “fatiga de material”. Pero, como no hubo señal alguna de reacción desde Palacio, los presidentes de la Nueva Mayoría se juntaron por iniciativa propia unas horas después –15:00 horas– en la sede del PS para analizar el escenario político, desde donde salió la decisión de pedirle una audiencia a Bachelet.

En las filas oficialistas saben que el cambio de gabinete por sí solo no es la solución de los problemas de fondo de la administración bacheletista, pero sí consideran que es la señal tanto pública como interna que se requiere en estos momentos.

Transversalmente en los partidos, desde el Congreso, en diversos sectores del Gobierno e incluso en La Moneda, insisten en que un cambio en el elenco gubernamental le dará un nuevo impulso a la cuestionada gestión, la reactivará en regiones, donde no se evidencian directrices claras, y representaría un intento al menos por mejorar la evaluación ciudadana en el año y medio que resta de mandato, en vez de solo preocuparse de llegar como sea a la orilla en marzo del 2018.

En la Nueva Mayoría coinciden en que seguir dilatando dicha decisión solo perjudica al propio gabinete, que al final el ajuste ministerial terminará siendo “por muerte natural” y se desperdiciará la posibilidad de que sea una oportunidad política. Agregan que, con ese suspenso permanente que ha mantenido La Moneda respecto a los cambios de ministros, subsecretarios e intendentes, solo “asfixia” semana a semana la gestión gubernamental.

“La encuesta es una suerte de ultimátum ciudadano y un cambio de gabinete no va a mejorar el rendimiento en las encuestas, pero sí va a frenar la caída”, advirtió un alto asesor de La Moneda, a la luz de los análisis internos de Palacio que advirtieron, hace al menos dos meses, que la administración bacheletista iba directo a romper la barrera sicológica del 20% de apoyo, quedando en el sótano político, y que ya hablan de la posibilidad de llegar incluso a un solo dígito de aprobación en los sondeos.

En las filas del propio Ejecutivo se reconoce que la Mandataria aparece actuando con “soberbia”, que en La Moneda parecen ciegos, sordos y mudos ante lo que sucede y lo peor es el clima de “parálisis e inercia” que impera a todo nivel. Esa sordera que se acusa fue opinión generalizada el lunes, donde se esperaba una reacción, algúnmea culpa desde Palacio, lo que nunca se concretó.

A Bachelet se le critica algo que en varias ocasiones ha dicho en reuniones diversas y conversaciones, cuando llueven las críticas a su Gobierno, y es que la historia la va a juzgar en los años venideros, una vez que las reformas que ha impulsado vean sus frutos y la ciudadanía pueda palpar sus efectos. El problema que el resto del oficialismo observa de eso es que, con esa premisa, se están pagando altos costos a corto y mediano plazo, más aún cuando en el horizonte están las elecciones municipales de octubre, así como las parlamentarias y presidenciales del próximo año.

Quienes han conversado con la Presidenta aseguran que ella está convencida de que su mandato tiene posibilidades de terminar con una aprobación que promedie el 30% de apoyo, que las encuestas están manejadas por la derecha, que las municipales demostrarán en las urnas el apoyo real a su administración y que, si bien asume algunos errores técnicos en algunas de las reformas que ha impulsado, no considera que esté equivocada en el rumbo que ha seguido.

El lunes el ministro vocero, Marcelo Díaz, en los patios de La Moneda trató de dar respuestas, asegurando que sí existía una autocrítica interna ante los resultados de la CEP, que había que “redoblar los esfuerzos” del Gobierno, pero sus palabras no fueron suficientes y en la Nueva Mayoría dicen que es bien difícil para el ministro socialista profundizar más en el análisis, si no hay una bajada clara y precisa desde la cabeza misma del Ejecutivo, es decir, de Bachelet.

El timonel radical se hizo cargo de eso públicamente y precisó que le gustaría ver a la Presidenta liderando y tomando decisiones. «Me gustaría una Presidenta liderando, una Presidenta tomando decisiones, llamando no solo a los que son sus partidarios, sino que al país a un gran diálogo-acuerdo por sacar adelante las tareas que nos está demandando (…). El país requiere un Gobierno que retome el liderazgo, el impulso. No podemos darnos el lujo, este año y medio, de estar esperando como esto, de estar en una condición de derrotismo (…) tenemos que darle a la Presidenta un respaldo y decirle que ella tiene toda la posibilidad de rectificar y de cambiar y modificar sus equipos», expresó.

A Bachelet se le critica algo que en varias ocasiones ha dicho en reuniones diversas y conversaciones, cuando llueven las críticas a su Gobierno, y es que la historia la va a juzgar en los años venideros, una vez que las reformas que ha impulsado vean sus frutos y la ciudadanía pueda palpar sus efectos. El problema que el resto del oficialismo observa de eso es que, con esa premisa, se están pagando altos costos a corto y mediano plazo, más aún cuando en el horizonte están las elecciones municipales de octubre, así como las parlamentarias y presidenciales del próximo año.

El problema que nuevamente se pone en el tapete, incluso en la propia Moneda, es lo que llaman el “encastillamiento” de la Presidenta, ya que señalan que esa es la razón por la que no escucha los planteamientos de su coalición, ni tampoco a los ministros con visiones más críticas, y solo sigue las opiniones de su círculo más estrecho de colaboradores, integrado por su jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, y el director de políticas públicas de la Presidencia, Pedro Güell.

“Lo que es necesario cambiar es la forma en que se comporta el Gobierno, desde arriba para abajo, porque lo que hay es un problema real de liderazgo”, sentenció uno de los análisis internos que se han realizado en Palacio después de la CEP, los mismos que acusan que la Mandataria no quiere escuchar.

La preocupación interna en la Nueva Mayoría y el Gobierno no es solo un tema de cifras, sino lo que estas representan. Explicaron que el 15% de apoyo a Bachelet significa que se perdió el respaldo del voto más duro y hasta hace poco incondicional, que hay –agregaron en La Moneda– un “hastío, un aburrimiento de los nuestros, de los propios”, lo que constituye el peor de los escenarios para una coalición que está ad portas de tres eventos electorales.

Escoba nueva   

Hace mínimo tres semanas que, de la mano de la permanente presión interna por un cambio de gabinete que marque una nueva impronta, en La Moneda ronda el nombre del ministro de Energía, Máximo Pacheco, como una carta para reforzar y sobre todo remecer al cuestionado comité político, del cual las más criticadas son las gestiones del titular de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre (PPD),y del ministro del Interior, Mario Fernández (DC).

En el Gobierno miran con buenos ojos su posible enroque, muchos consideran que sería el elemento que se requiere en Palacio para enmendar el rumbo. En La Moneda alaban su buena gestión al haber llevado a buen puerto la ley de equidad tarifaria eléctrica; sus inmejorables vínculos con el empresariado son un plus importante en un año de desaceleración económica; en tanto que otros en el oficialismo sacan a colación su excelente relación con el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien carece de una dupla de peso en el comité político, mas allá de su lazo con el ministro Eyzaguirre. En la lista agregan que goza de un fluido diálogo con todas las bancadas parlamentarias y en especial con la Nueva Mayoría, lo que permitiría agilizar las prioridades de la agenda gubernamental.

No han pasado inadvertidos sus coqueteos de los últimos días con la coyuntura política, a pesar de su condición de ministro sectorial.

Este martes 23 reconoció con todas sus letras –en contraste con la indiferencia palaciega– que “es muy difícil gobernar un país con un 15% de popularidad, un 15% de apoyo», que en términos personales la encuesta CEP le dejó el corazón golpeado con dicha cifra y que los resultados del sondeo efectivamente son graves, “una fuerte campanada para todos quienes en Chile tomamos decisiones, en el campo empresarial, en el campo religioso, campo deportivo, campo social y político, en toda la élite. Hay un mensaje muy fuerte de repensar cómo la élite se relaciona con la sociedad para entender mucho mejor cuáles son las transformaciones que ha tenido la sociedad».

No solo eso. El fin de semana concedió una extensa entrevista en el cuerpo de Reportajes de El Mercurio, donde explicó que él se define como «un ministro político. La energía no es solo construir turbinas y torres, hay una articulación política muy profunda. Es un servicio público básico que todo el mundo necesita y quiere, pero limpio y barato, y todos debemos dar algo para eso. Este ministerio requiere mucha política, porque no puede haber desarrollo energético sin legitimidad social y sin el apoyo político que la Presidenta nos ha dado, aunque no de rédito político en su gobierno. En un gobierno de 4 años, ella ha tenido visión de futuro. Me ha honrado delegándome mucho poder y dándome mucho respaldo frente a las tensiones económicas y sociales propias de un sector extraordinariamente intensivo en capital, donde cualquier coma que se mueva significa millones de dólares”.

En la misma entrevista trató de blindar a Bachelet y explicar las razones del mal momento político de la actual administración. “A este gobierno le tocó gobernar en una época de transformaciones profundas y en un período donde se introdujo la desconfianza en la política. Lo que sucedió con el caso Penta, SQM, con el financiamiento de la política, le ha hecho un daño profundo a la relación de la sociedad con la política. Va a costar recuperarlo y se corre el riesgo de que el próximo gobierno tenga un entorno muy similar”, precisó, y luego acotó que a la Nueva Mayoría le hizo “mucho daño descansar en que si la Presidenta era candidata, todo se arreglaba. Eso inhibió la discusión política y transformó la discusión programática, que no fue suficientemente amplia y abierta”.

Pacheco no hace oídos sordos a las versiones que hablan de su posible paso al comité político: “Quiero decirle que estoy feliz como ministro de Energía. La Presidenta me ofreció este cargo hace dos años y medio, creo que he desempeñado este cargo conforme a las orientaciones que ella me dio y lo que más quiero es continuar en este cargo y continuar apoyando a la Presidenta desde esta cartera», señaló ayer durante una entrevista dada a El Mostrador Mercados.

Sus declaraciones públicas son coincidentes con lo que ha sostenido en reiteradas ocasiones a nivel privado en distintas instancias: que le gustaría mucho quedarse en la cartera de Energía, pero que él es obediente y hará lo que Bachelet le solicite.

El Mostrador/La Tercera

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