Es un cierre de año convulsionado para La Moneda. Cuando la lógica de la fecha indica que el gobierno debería estar hablando de balances o metas cumplidas, la agenda nuevamente la llenan noticias que –si bien tienen en el ojo del huracán a Carabineros–, alcanzan al corazón mismo del Ejecutivo. Los cinco videos conocidos esta semana que muestran en detalle el asesinato de Camilo Catrillanca a comienzos de noviembre vuelven a incendiar la pradera de Palacio. Piñera, de paso, nuevamente aparece en la primera línea de fuego, pese a que su diseño comunicacional en los primeros meses contemplaba moderar las apariciones públicas.
El caso está en plena evolución y faltan elementos para apreciar los efectos a mediano y largo plazo de esta trama, cuyo último capítulo es la remoción del general director de Carabineros, Hermes Soto, y la salida de otros 10 generales. No han sido pocos, sin embargo, los que se preguntan si la muerte del joven comunero a manos de un efectivo del GOPE en La Araucanía es comparable al impacto que produjo el caso Caval a la segunda administración de Michelle Bachelet, en el verano de 2015.
A menos de un año de que se iniciara aquella gestión, la venta irregular de terrenos en Machalí –que protagonizaron la nuera y el hijo mayor de la expresidenta– pegó en la línea de flotación a la mandataria. Fue una crisis de la que nunca se pudo recuperar del todo, porque afectó atributos como la credibilidad, insertó el tema corrupción en La Moneda y machacó el discurso anti abuso de poder o privilegios de un gobierno de centroizquierda. Ahora, como hace cuatro años, el asesinato de Catrillanca afecta asuntos fundamentales del relato de la centroderecha, como el control del orden público y la promesa de llevar paz a la históricamente convulsionada región de La Araucanía.
Pero no solo eso. El caso Catrillanca ha golpeado con dureza al que es considerado la pieza más importante de la administración piñerista: el ministro del Interior, Andrés Chadwick Piñera.
MINISTRO CLAVE
Camilo Catrillanca murió el 14 de noviembre. Debido a la alta repercusión que tuvo el asesinato en los medios de comunicación, Andrés Chadwick creció cinco puntos en conocimiento, según la encuesta Plaza Pública de Cadem de ese mes. El problema –para él y para el gobierno– es que su aprobación se desplomó: es el ministro que más bajó en respaldo, con 13 puntos porcentuales menos que el mes anterior. Quedó compartiendo el último lugar del gabinete junto a su par de Justicia, Hernán Larraín.
Es cierto que el autor material de la muerte de Catrillanca fue un carabinero. Es cierto que –con lo que se conoce hasta ahora, al menos– los autores intelectuales del engaño a la justicia pertenecían a la misma institución. Pero esta negligencia, este montaje, esta red de mentiras de una institución que se ha desprestigiado a partir de casos como la Operación Huracán (que derivó en un cambio de mando apenas Piñera asumió el poder) indiscutiblemente ha arrastrado al gobierno y en particular al ministro del Interior.
Andrés Chadwick integra el selecto grupo de los políticos con mayor experiencia y muñeca del país. Si se repitió el plato como jefe del gabinete es, precisamente, por una mezcla virtuosa de capacidad y confianza con el presidente (junto con una virtud muy valorada por Piñera, como es la ausencia de agenda propia). Este dirigente que sabe navegar en aguas turbulentas, sin embargo, es el responsable político de las policías y ahora le pesa el respaldo que dio a Carabineros en un inicio, aunque difícilmente un ministro del Interior pudiera haber tenido opción de desmarque. No lo ayuda nada que parte de la oposición exija su renuncia, aunque ese sector pase por alto que por años no mostró avances en La Araucanía.
Pese al complejo panorama que enfrenta el ministro Chadwick, sin embargo, son pocos los que se atreven a apostar por una salida del hombre fuerte del gobierno.
De hecho, la asonada de las últimas horas en que se empezó a evaluar una acusación constitucional en contra del ministro –que hace pocos días salió airoso y fortalecido luego de la interpelación a la que fue sometido por la diputada socialista y mapuche Emilia Nuyado–, tuvo como respuesta en la misma oposición el desmarque de una parte de la DC y el apoyo implícito de figuras como el senador José Miguel Insulza, lo que demuestra los lazos de Chadwick con la exConcertación.
AGENDA PERDIDA
El 7 y 8 de diciembre, Piñera y sus ministros se refugiaron en Quillota para el último consejo de gabinete del año. La idea era hacer un balance de estos primeros nueve meses de gobierno y proyectar el 2019, sobre todo en materia económica. Fue por esa razón que el Ejecutivo desplegó el plan “Chile en Marcha”, un concepto con el que La Moneda busca manejar las expectativas y revertir la sensación de que los “Tiempos Mejores” han tardado en llegar.
Ese mismo fin de semana, el mandatario sorprendió con una noticia de alto impacto: retiraría al GOPE de La Araucanía. La decisión le trajo costos con la derecha dura y el exdiputado José Antonio Kast intentó capitalizarlos, al acuñar el concepto de “derecha light” para crecer a costa del votante de mayor radicalidad del sector. Pese a estos puntos en contra, sin embargo, el cónclave de Quillota aparecía en el horizonte como un punto de inflexión.
El gobierno, con este anuncio y con la decisión de rechazar el Pacto Migratorio de la ONU, recuperaba en buena parte el control de la agenda. El marcado protagonismo del presidente Piñera en el tema migratorio dio cuenta del interés de La Moneda por centrar el foco noticioso en un asunto que –según han mostrado las encuestas–, cuenta con un mayoritario respaldo ciudadano.
Pero las cuentas relativamente alegres que sacaban en Palacio terminaron de manera abrupta este miércoles, cuando Chilevisión y CIPER dieron a conocer no uno, sino cinco videos grabados por los efectivos del GOPE que mostraron en detalle la muerte de Catrillanca. Las crudas imágenes fueron ampliamente difundidas por todos los noticieros, masificando en horario prime para todo el país las mentiras de Carabineros y dejando en una situación delicada a todos quienes avalaron, inicialmente, la versión del enfrentamiento armado –que jamás existió– y la ausencia de registros gráficos.
El caso ha implicado la caída en las encuestas del gobierno y del ministro Chadwick. Aunque le ha costado el puesto a una veintena de miembros de la policía uniformada y a un intendente (Luis Mayol, reemplazado en La Araucanía por Jorge Atton), la crisis parece no terminar. El mismo gobierno que lució en sus primeros días como un logro el haber reestructurado un Alto Mando manchado por la Operación Huracán, cierra los últimos días de su primer año atribulado por el mismo problema y sin margen para nuevos errores. (Por Rocío Montes-DF)